Columnistas-MayraSanchezGarcia

Recientes acontecimientos me llevaron a la sesuda reflexión sobre algunos tópicos de género. Sí, me refiero querido lector a aquel tema que decimos algunas mujeres pero que pocas se atreven a llevar a la práctica al cien por ciento. La igualdad y esa cursilería –perdón- que le llaman “sororidad”.

Si hablamos de equidad sin duda alguna debemos evocar el término de lo femenino y lo masculino, entendiéndolo como que, lejos de sus diferencias de sexo (biológicas), podemos vibrar en concordancia para a ajustarnos mejor al mundo -léase- juntos hombres y mujeres y, dirigir una mirada a las exigencias del nuevo siglo XXI.

Las mujeres debemos trabajar desde ésta perspectiva, personalizar nuestras experiencias, evaluar el impacto y construir en favor de la desarticulación de la opresión femenina y, evidentemente nosotras NO provocar la opresión a otras mujeres.

Según Marcela Lagarde, teórica en estos temas, afirma atinadamente que la filosofía feminista se caracteriza por ir en la búsqueda de un cambio de la situación actual; como un cambio radical de la sociedad y la cultura. Si bien es cierto que, el tránsito de las mujeres por el mundo, está sustentado en las ideas primigenias de aquella sociedad patriarcal; aquella sociedad donde los hombres fueron y en muchas sociedades siguen siendo la voz a través de la que sea articula al mundo en que se vivió o sigue viviendo.

Ahora bien, retomando la idea central, el camino de las mujeres de este nuevo siglo, no ha sido fácil, se camina en el escenario marcado ahora no sólo por el machismo sino por la terrible realidad que entre mujeres no es fácil hacer equipo. Las protagonistas en todos los ámbitos, culturales, deportivos, sociales y políticos defienden sus pequeños cotos de poder no con la razón sino con la equivocada convicción de que nadie estará a su altura.

Ese hecho, en las teorías comunicativas, nos remite a un análisis sociológico y lingüístico entorno al comportamiento que guardan estas protagonistas en sus vidas y en sus historias. Pues sin duda alguna, una mujer empoderada se rodea de mujeres empoderadas, se demuestra tranquila y segura de lo que sabe y representa. Una mujer insegura se rodea de mujeres inseguras y, el temor que lleva es que alguna nueva integrante, pueda superarla y desplazarla.

Pero, si hablamos de la transición a la feminización del mundo, hacemos énfasis en la enorme capacidad que tenemos las mujeres para que junto con los hombres podamos cambiarlo y dirigir la mirada hacia generar el equilibrio, la equidad y la igualdad de oportunidades. El establecimiento de roles propios de las mujeres, nos afecta sin duda a nosotras; éstos se mueven y se designan a través de la exclusión, es decir, si “x” o “y” actividad la excluyo señalando que es propia de los “hombres” o de las “mujeres”, limito mi forma de ser mujer u hombre.

Si nos movemos en el sentido amplio de la influencia que esta sociedad tiene sobre el seguir marcando una diferencia desde los orígenes patriarcales; estarás de acuerdo conmigo que las diferencias primero de género, se volverán sexistas y de ahí la brecha de desigualdad irá creciendo y, la leve línea que todavía puede modificarse puede acentuar en temas de rechazo a opciones de razas, creencias, religiosas, sexuales, estéticas y hasta políticas.

Ahora bien, luego de esta serie de reflexiones, nos deben quedar claro, hacia dónde vamos como sociedad en los temas de la igualdad y equidad.

¿A caso, seguiremos teniendo las mejores oportunidades las mujeres en una sociedad donde deseamos la construir lejos de la fuerte influencia de la sociedad patriarcal?

Las feministas gritan a todas voces que la igualdad y la equidad debe prevalecer; pero con sus actos, muchas de ellas, dejan muy en claro que, siguen siendo guiadas por la misma sociedad patriarcal a la que dicen se enfrentan, sólo que desde un “hembrismo” enfermizo.

Si bien es cierto que la sociedad patriarcal se fundamenta en la premisa básica de que los hombres son el eje central; este ejercicio no solo acentúa las diferencias entre hombres y mujeres, sino también afecta sensiblemente a incidir negativamente, en la terrible brecha entre un feminismo mal interpretado y un machismo radical.

En definitiva, te invito a reflexionar sobre nuestras actuales formas de convivencia. Analicemos los resultados que hemos tenido y, de ser posible tratemos de incidir en favor de una sociedad que nos permita el desarrollo de nuestras capacidades y construir para todos y para todas unas mejor calidades de vida sustentada en el respeto. Al tiempo.

@mayrusmayrus7
@divandelamujer

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