El lunes 29 de mayo, debió iniciar operaciones el “Corredor Comercial Temporal”, propuesto por el Gobierno municipal de Puebla como la solución ante el problema que representa para alguna gente que los comerciantes ambulantes vendan sus productos en el Centro Histórico de la ciudad. Todos los medios de comunicación, con diferentes matices y enfoques, han dicho que se trató de un fracaso; el propio gobierno de Luis Banck dijo que recurrirá al apoyo de la Policía Estatal para que la mano militar imponga su voluntad: o los comerciantes pagan impuestos elevadísimos o deben desalojar ipso facto la zona reservada para los “auténticos ciudadanos”. El gobierno sabía que el nuevo corredor no iba a funcionar y, por eso, él mismo se ha encargado de sabotearlo con un solo objetivo: hacerlo insoportable a los comerciantes.El lunes 29 de mayo, debió iniciar operaciones el “Corredor Comercial Temporal”, propuesto por el Gobierno municipal de Puebla como la solución ante el problema que representa para alguna gente que los comerciantes ambulantes vendan sus productos en el Centro Histórico de la ciudad. Todos los medios de comunicación, con diferentes matices y enfoques, han dicho que se trató de un fracaso; el propio gobierno de Luis Banck dijo que recurrirá al apoyo de la Policía Estatal para que la manu militari imponga su voluntad: o los comerciantes pagan impuestos elevadísimos o deben desalojar ipso facto la zona reservada para los “auténticos ciudadanos”. El gobierno sabía que el nuevo corredor no iba a funcionar y, por eso, él mismo se ha encargado de sabotearlo con un solo objetivo: hacerlo insoportable a los comerciantes.

Todo mundo sabe que a finales de noviembre de 2016, los ambulantes fueron desalojados con engaños y la fuerza pública del Centro Histórico de Puebla. El acuerdo original del ayuntamiento era que durante el “Buen fin” los ambulantes se retirarían del Centro Histórico para permitir que el comercio establecido pudiera vender sus productos en esa temporada. Los ambulantes respetaron el acuerdo y, a pesar de las pérdidas que para ellos representaba, se retiraron. La prensa siempre con el lente sobre los infractores no reportó ni un solo incidente y las jornadas transcurrieron según lo acordado. Pero llegó el martes 22 de noviembre, cuando el comercio informal podría volver a sus trabajos: ese día, como lo constataron los poblanos, el Centro Histórico amaneció sitiado por policías municipales que impidieron que los comerciantes ambulantes de varias organizaciones, entre ellas el Movimiento Antorchista, pudieran instalar sus puestos. Durante varios días consecutivos, el gobierno de Luis Banck desplegó toda su fuerza represiva contra los temidos vendedores de tacos de canasta, chicharrones y baratijas. El periódico Reforma consignó: “A las medidas de seguridad implementadas para contener a los informales se sumaron elementos del Ejército mexicano, quienes patrullaron esas vialidades durante la mañana. También se constató la presencia de efectivos de la Policía Estatal y de un grupo de vigías desplegados en las azoteas de las casonas del perímetro”.

Tras esta expulsión de la pobreza que afea al Centro Histórico -porque como dijo el director de 24 Horas Puebla, éste debe ser para los “auténticos ciudadanos”-, desde el ayuntamiento se lanzó la consigna de terminar de una vez por todas con el merodeo de los ambulantes en esta zona. Y decidieron astutamente proponer un “Corredor Comercial Temporal”, que debió iniciar operaciones esta semana.

Y todos lanzaron, al unísono, la misma consigna: el corredor no va a funcionar; y así los ambulantes se vieron rodeados por todas partes: por un lado, el gobierno con su corredor y la amenaza de represión; mientras en el otro extremo los empresarios lanzaron el grito de guerra: los comerciantes ambulantes no deben instalarse en ningún lado porque son competencia desleal. Un periódico local publicó: “Representantes de las cámaras empresariales manifestaron su rechazo a la propuesta del Corredor Comercial Temporal (…) al señalar que los ambulantes tendrán mayores facilidades que los comercios establecidos. (…) El presidente del Consejo de Comerciantes del Centro Histórico, José Juan Ayala, expuso que la estrategia de permitir algunos espacios en la vía pública nunca ha funcionado en ocasiones anteriores, además de que las cuotas de 5, 10 y 15 pesos son mucho menores a las que pagan los comerciantes formales”. Sólo una mente perversa puede sugerir que un vendedor de tacos de canasta es competencia seria para un restaurante establecido. Y sólo un verdadero canalla puede proponer que se deben igualar las contribuciones fiscales de un poderoso empresario restaurantero y un humilde vendedor callejero de fruta picada. También Enrique Vargas Medina, presidente de la Red Mexicana de Franquicias, afirmó que “la tarifa de 5 a 10 pesos, que se les cobrará a los ambulantes para poder permanecer en la vía pública, pone en desventaja a los comercios formalmente establecidos, los cuales poseen cargas impositivas muy grandes”. Para declarar ante la prensa el más chimuelo de los empresarios masca rieles. Aunque ya sabemos que rehúyen temerosos al debate con la gente sencilla, invitamos a los empresarios a una reunión con los comerciantes ambulantes, en la que pedimos nos den unas clasecitas de economía y nos expliquen cómo es que la vendedora de cacahuates les hace competencia desleal y, desde luego, corrijamos nuestro sacrilegio, que coarta su derecho a la opulencia desmedida. ¡Total, los ambulantes se pueden aguantar el hambre, pero los empresarios no se pueden quedar sin sus sagradas ganancias! ¡Faltaba más, señores! Ustedes dispongan día y hora.

El gobierno no se ha quedado atrás. El día 28 de marzo de este año, el regidor panista Miguel Méndez Gutiérrez afirmó que con el ya famosísimo corredor comercial los comerciantes pagarán impuestos al Sistema de Administración Tributaria y que el cobro a los ambulantes “iría de acuerdo a lo que vendan. Es -dijo- una muestra de que los comerciantes están dispuestos a transitar al orden”. O sea que para nuestro paladín de la legalidad entrar al “orden” es pagar impuestos, aunque uno esté desempleado. ¿No tienes empleo? No importa, paga tus impuestos y estarás en paz con la ley. Cualquier ciudadano sabe que el ambulantaje es producto del desempleo y que, como desempleado, el ambulante no tiene la culpa de serlo.

Pero nada de eso importa cuando se trata defender el derecho de los empresarios del Centro Histórico. Casi en tono jocoso, La Jornada de Oriente celebró el 29 de mayo las palabras del secretario de Gobernación de la ciudad, el coronel José Ventura Rodríguez Verdín: “será el primer aviso para los comerciantes, de lo contrario procederá con el uso de la fuerza pública para desalojar a los vendedores y decomisar la mercancía. No obstante, recalcó que estas acciones las realizará apegado a los derechos humanos”. Muy bien. Sólo que a nuestro secretario de Gobernación se le olvida que el primer derecho humano es el de comer, de otra forma no hay ser humano y, por tanto, tampoco derecho qué respetar.

La amenaza de represión para los insubordinados fue confirmada el 31 de mayo por el alcalde Luis Banck Serrato: llamará a la Policía Estatal para que imponga “orden” a toletazo limpio sobre las cabezas y espaldas de los nuevos enemigos públicos… pero respetando, también lo remarcó, los derechos humanos. ¡Todos están muy de acuerdo! ¡Todos siguen el mismo guion! Porque a todos les interesa que el corredor comercial no funcione; en primer lugar, al ayuntamiento, para lo cual ideó tres métodos para sabotearlo: 1) Se trata de una zona por la que casi nadie pasa: es pésimo lugar para vender. 2) En el ayuntamiento a unos ambulantes les dan el mismo espacio que ya le dieron a otros, de donde resulta que cuando uno quiere llegar a ponerse con su canasta, hay otro que tiene el mismo permiso del mismo lugar, provocando un problema; por eso nadie del ayuntamiento se ha asomado al lugar de los hechos, porque el objetivo es hacer que entre comerciantes se peleen y que unos se queden sin espacios para vender. 3) Finalmente, les han impuesto cuotas excesivamente elevadas: ¡10 pesos por metro cuadrado y por hora!, resultando que las ganancias de un comerciante que trabaje de sol a sol en un reducido espacio se vean seriamente mermadas. Si trabaja 12 horas consecutivas deberá pagar al ayuntamiento 120 pesos. ¿Quién gana 120 pesos al día vendiendo papas fritas y cacahuates? Más todavía: El Inegi acaba de reportar que el 81 por ciento de los poblanos vive con tres salarios mínimos al día; 120 son justamente la mitad de esos tres salarios. ¡Su Alteza Serenísima, que cobraba tributación por ventana, se quedaría frío al ver que los panistas de la capital de Puebla le ganaron la carrera en el arte de cobrar impuestos!

El resultado obvio es que el “Corredor Comercial Temporal” del ayuntamiento capitalino se convierte en un espacio insoportable e intolerable para cualquiera que pretenda sacar algunos pesos para alimentar a su familia y, por tanto, no va a funcionar. Pero eso ya lo sabía Luis Banck Serrato y su equipo de asesores. Desalojados del Centro Histórico y con un corredor comercial que no sirve para nada, ¿a dónde mandan a los comerciantes? La única salida es morirse de hambre y no hacer mucho ruido cuando suceda, para no molestar la mesa de quienes tragan hasta el hartazgo. ¿Los comerciantes de todas las organizaciones lo permitirán? Confiamos en que no.

Señores empresarios, ¿desean que no haya ambulantes? Creen empleos para todos los que no tienen trabajo. Señores de gobierno, ¿desean que no hay quién le compre a los ambulantes? Impongan que los empresarios ofrezcan buenos salarios para la gente. Son las dos únicas medidas serias para combatir el ambulantaje y terminar con la pobreza que lo produce. Todo lo demás es pintar rayas en un mar que se agita día con día, y lo lamentarán; porque no hay fuerza humana capaz de detener la cólera del mar. Escuchen el rumor del oleaje humano, que ya se acerca.

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