La euforia por un cuestionado triunfo electoral en el Estado de México, tiene, a quienes son cercanos a Peña, desatados. La lista de los precandidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que quieren encabezar la contienda en 2018, se agranda, lo mismo que los medios a su alcance para promoverse. Los programas, proyectos y/o estrategias, las alianzas y lo mismo que los golpeteos, se manifiestan y los suspirantes aprovechan cualquier foro para dejarse querer y cualquier medio para cuestionar, bajita la mano, a sus contrincantes. Las cuentas son, no obstante, alegres en grado sumo, tanto que podrían obnubilarles la visión y provocar la asunción de posturas autoritarias, a estas alturas de la administración, contrarias al interés de quienes votaron en contra y de quienes prefirieron abstenerse.

Empero, de preservarse la tendencia –y de esto saben quiénes son especialistas en cuestiones electorales, encuestas, análisis de opinión y otras lindezas, la votación en 2018, se fragmentaría en tres grandes tercios y algunas minucias, favorables a las alianzas que se consolidarán en torno al PRI. Las que podrían nuclearse alrededor del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y las que se aglutinarían en pos de los Partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PAN); no obstante que los votos de las izquierdas en el Estado de México, superaran con holgura a los obtenidos en la contienda por la coalición formada entre el PRI, el Partido Verde Ecologista, Nueva Alianza y Encuentro Social.

Los actores, organizaciones políticas contendientes, consientes de su fuerza y de sus carencias, definen estrategias, cuestionan las de sus oponentes y resaltan las propias. Con la intensión de atraer el voto para su causa o desincentivar el que pudiesen obtener sus oponentes, descuellan posturas en torno a las agrupaciones magisteriales, incluidas las favorables al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (ANTE) o en su defecto, a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, a los sindicatos independientes de esas agrupaciones magisteriales mayoritarias, incluyendo a quienes permanecen leales a la facción que pudiese encabezar Elba Esther Gordillo Morales, por intermedio de Rafael Ochoa y de Fernando González; a los derechos laborales de maestras y maestros, a la reforma educativa y a la instrumentación desfasada del nuevo modelo educativo y de manera imbricada a planes, programas, nuevas asignaturas que se incorporarían a la currícula de educación básica, entre ellas la de lengua extranjera (inglés), desarrollo corporal y salud, desarrollo artístico y creatividad, desarrollo emocional. Todas se sumarían a las materias tradicionales ahora denominadas lengua materna y literatura, matemáticas y conocimiento del medio (ciencias naturales y tecnología).

Todas las organizaciones, con excepción del Partido Acción Nacional, proseguirán a la caza de los favores, en las urnas, de más de un millón y medio de votantes, incluidos maestros y maestras de educación básica, media superior y superior al servicio del estado y de la federación. Aunque prometieran, incluidos los precandidatos del PRI, que se revisará la reforma educativa, la nueva composición política nacional, impediría que cualquier político o política ganadora, derogue las reformas estructurales, al no contar con la mayoría requerida. Jurarán ante quien tuviesen que hacerlo, como lo hiciera Del Mazo en el Estado de México, que ninguna reforma educativa estaría en su gobierno, por encima de los derechos laborales del personal docente y de los trabajadores de apoyo y asistencia la educación. Jurarán que se acabará con la evaluación punitiva. Prometerán destinar recursos financieros suficientes, crecientes y a tiempo, para lograr la capacitación y profesionalización del magisterio nacional. Señalarán que todas las escuelas serán reparadas, contarán con piso firme y techo de asbesto, luz, agua potable, bebederos higiénicos, oficinas, salas y salones que promuevan el trabajo en equipo, computadoras suficientes para las labores académicas y administrativas, talleres y laboratorios incluidos los de cómputo y los requeridos para lograr las competencias que niñas, niños y adolescentes requieren para la vida. Se comprometerán a asignar la planta docente que establece la normalidad mínima escolar para cualquier escuela y a enviar, en el caso de las escuelas correspondientes a las comunidades originarias, a docentes, libros y material didáctico adecuados a su idioma. Se fijarán como meta, acabar con las casi 100 mil escuelas de organización incompleta que heredaran de la administración de Peña Nieto y a no imponer las escuelas de concentración rural, anunciadas por Aurelio Nuño. Fijarán términos para que se modifiquen planes y programas de las escuelas normales y se comprometerán a respetar la vida y la organización de las rurales, con la intensión, anunciarán seguramente en campaña, modernizar su organización, incrementar y transparentar el uso de los recursos destinados a la alimentación de los y las alumnas.

Asegurarán corregir el rumbo y que en la próxima administración, reiniciarán el camino, consensuando un proyecto de nación acorde a las inquietudes de todos los mexicanos y mexicanas, incluidos trabajadores y empresarios de los sectores social, público y privado. Aseverarán que harán compatible el derecho superior de la niñez y la adolescencia a recibir una educación de calidad, con el respeto a los derechos laborales de los profesionales de la educación. Atestarán que con la participación real, no simulada, de todos y todas las interesadas, se generaría un plan de educación pertinente, regionalizado y contextualizado, dotado socialmente con los instrumentos requeridos, incluida una evaluación de los y las docentes. Coincidiendo con Nuño, primero el proyecto de nación, luego el plan y al final la evaluación.

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