El martes 6 de junio, el Doctor John M. Ackerman afirmó en su columna hebdomadaria del portal RT que el Movimiento Antorchista fue partícipe de “uno de los operativos de compra y coacción del voto más grande en la historia de México” durante la jornada electoral que tuvo lugar el día 4 de junio en el Estado de México.

El mismo martes, a través de un boletín de prensa nuestra organización protestó por la acusación y exigió derecho de réplica, mismo que RT concedió al lado de una nueva ofensiva de Ackerman en la que no sólo no responde a nuestros cuestionamientos, sino que lanza nuevas acusaciones que, igual que las anteriores, no puede probar en absoluto. Obligados por este nuevo ataque, y sólo para demostrar el cinismo con el que John Ackerman se conduce, va nuestra respuesta.

Dice Ackerman en su contrarréplica: “1. Los comentarios que un servidor realizó en la videocápsula del pasado 6 de junio de 2017 sobre la realización de “uno de los operativos de compra y coacción del voto más grandes de la historia” durante las últimas elecciones para gobernador en el Estado de México, en lo cual habrían participado maestros, doctores, enfermeras, transportistas y “antorchistas”, se basa tanto en información pública recogida por los medios de comunicación como en los recorridos, los informes y las denuncias ciudadanas recibidas por la iniciativa ciudadana #NiUnFraudeMás”.

Muy bien. ¿Cuáles “medios de comunicación”, señor Ackerman? En primer lugar, el único medio de comunicación que nos acusó de realizar acciones ilegales durante la jornada electoral fue la revista Proceso, y lo hizo truqueando descaradamente una nota que nosotros mismos publicamos sobre la detención de dos “mapaches” electorales que andaban comprando votos para Morena en Ixtapaluca, Estado de México, a los que por arte de magia Proceso convirtió en “antorchistas”. En segundo lugar, resulta que la supuesta “iniciativa ciudadana” llamada pomposamente “Ni un fraude más” ni es tan ciudadana, ni tan apartidista; se trata de una organización creada por el propio Ackerman, apadrinada por Delfina Gómez y Horacio Duarte y, sobra decirlo, creada exprofeso como arma punitiva de Morena para juzgar a placer a quienes no son adictos a su república amorosa, de donde se deduce que todas sus “investigaciones” y “conclusiones” cargan los dados a favor de Morena. Finalmente, Ackerman y demás acólitos de López Obrador pueden recoger la “información” que gusten y manden, pero en México hay un órgano encargado de juzgar y, en todo caso, sentenciar cuando las pruebas avalen el delito, y resulta que Ackerman no presenta, ni por error, otra prueba que no sea su propia saliva. ¡Vaya honestidad de nuestro Doctor! Por lo demás, ¿quién se cree Ackerman, que puede repartir sentencias a diestra y siniestra? Ahora lo recuerdo, la consigna es: ¡al diablo las instituciones!, porque aquí hay un solo juez y responde al nombre de John.

Sigue la contrarréplica de Ackerman: “2. Rechazo categóricamente que las afirmaciones busquen “llevar agua al molino de López Obrador”, figura pública a quien no menciono una sola vez en la videocápsula correspondiente. La lucha por la democracia y la justicia es una causa que corresponde a todos los ciudadanos sin distinción alguna de partido o de ideología”. John puede rechazar, categóricamente o no, el título de vocero de López Obrador, pero eso no invalida que sus columnas y acciones todas supuren lopezobradorismo fundamentalista. Hace apenas unas semanas predicaba que “López Obrador es mi gallo”. Quantum mutatus ab illo!, le dirán sorprendidos los demás acólitos. Más rápido que Pedro, negando la cruz de su parroquia. ¡Qué bonita puñalada! ¡Qué bárbaro, Doctor! Alguien le reclamará: ¿Tú también, Bruto?
En efecto, si la lucha por la democracia corresponde a todos los ciudadanos sin distinción de ideología y partido, ¿con qué derecho ustedes se reconocen a sí mismos como los únicos adalides de la democracia mexicana? ¿Es que la democracia sólo vale cuando ustedes ganan? El problema de ustedes y su sectarismo es que todo lo juzgan como el Mono sabio: “ultimadamente, porque yo lo mando”, y todo lo que no se adecue a su lecho de Procusto es mafia del poder para acá y mafia del poder para allá, y frasecitas huecas y absurdas.

Sigamos con la contrarréplica: “3. No existe ninguna “calumnia” en contra del “Movimiento Antorchista Nacional” ya que jamás se le menciona a la organización por nombre, ni se utiliza ningún símbolo referente a esta organización, ni se le atribuye delito alguno”. ¿En serio, Doctor? Uf. Lo creía un poco más honesto y también un poco más valiente para sostener sus afirmaciones. En la versión escrita de su columna “5 razones para dudar de la ‘verdad histórica’ que nos quieren imponer”, publicada el 6 de junio y que cualquiera puede consultar en Internet, usted acusa a “organizaciones sociales como Antorcha Campesina”. Y así, de un plumazo, acusa usted de delincuentes electorales a 2 millones 300 mil mexicanos, quienes militamos por conciencia y por derecho en la organización de nuestra preferencia. Pero usted y sus mentiras… ¡otra vez! Todavía sostiene que “no se le atribuye delito alguno”. ¿No toda su columna tenía como objetivo demostrar el delito de fraude electoral en el Estado de México del que, según usted, los antorchistas fuimos parte activa? Pero todo su embuste, naturalmente, no le sirvió de nada, porque no lo puede probar. De cualquier manera, en prevención de futuras agresiones, quede como prueba el deslinde que usted hace de nuestra organización.

Terminemos con el último punto de la contrarréplica: “4. Finalmente, solamente la persona más ingenua pudiera creer que el “Movimiento Antorchista Nacional” sea una organización que siempre se comporta “con apego a la democracia y en completa paz” y “con estricto apego a la legalidad”, como señala su carta de réplica. La íntima relación entre esta organización y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus gobiernos es conocida por todos y existen numerosas denuncias públicas con respecto a su comportamiento. Por ejemplo, durante el proceso electoral en el Estado de México numerosos militantes del partido Morena han señalado a miembros del Movimiento Antorchista por fomentar actos de violencia en su contra”. Saliva, y nada más. Nuevamente, el muy estudiado John Ackerman (le gusta presumir sus “dos doctorados” y su “media docena de libros” a la primer provocación) acusando de ingenuos a millones de mexicanos que confían en su organización. Nuevamente el sectarismo puro, ahora en su versión intelectualoide: la razón siempre está del lado de los sabios y estudiados como el Doctor Ackerman; jamás del lado de los modestos trabajadores, amas de casa, campesinos o humildes estudiantes que militan en las filas antorchistas y a los que agravia con sus columnas. ¿Por qué? Porque yo lo mando, dijo el Mono sabio.

Del hecho de que Antorcha sea una organización que hasta el momento ha militado en el PRI no se desprende en automático, como quiere el Doctor, denuncias públicas con respecto a nuestro comportamiento. Y, además, ¿cuáles denuncias? ¿Cuántas? ¿Quiénes son esos militantes de Morena que nos acusan y, sobre todo, qué pruebas presentan? ¿No habíamos quedado, Doctor, en que a nuestra organización usted no le atribuye ningún delito? ¡Lo dijo usted un párrafo atrás! ¿Ya tan rápido se vuelve a desmentir?

El problema es que en su afán por llevar agua al molino de López Obrador, usted quiere imponer, contra toda lógica básica, argumentos de autoridad asumiéndose usted mismo como la autoridad. Y por eso todas sus acusaciones las hace sin pruebas, a puro salivazo. Nada más que a usted, aunque se sienta el “think tank” del lopezobradorismo, muy grande le queda el “magister dixit”. Que John Ackerman diga algo no prueba, en absoluto, que ese algo sea verdadero; así que mejor haga como todos los investigadores terrenales, señor Doctor: acuse y pruebe con hechos su acusación. De lo contrario no pasará de ser un embustero de academia. Vale.

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