Columnistas-NahirGonzalez

El Día del Maestro se celebra en México cada 15 de mayo, esta fecha fue instituida desde 1918 por Venustiano Carranza, con la finalidad de rendir homenaje a aquellas personas que dedican su vida a la enseñanza. Mundialmente, el día establecido por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) para llevar a cabo esta celebración es el 5 de octubre, sin embargo, cada nación ha elegido distintas fechas para realizar esta festividad.

A algunas personas les puede parecer irrelevante el hecho de reconocer la labor docente a través de la designación de un día oficial de celebración, y más intrascendente aun, rendir homenaje a quienes se dedican a desempeñar este tipo de trabajo. En otros casos, a ciertos individuos les llega a parecer inmerecido realizar un festejo de este tipo, pues consideran que los que se desempeñan en el ámbito educativo, no aportan mucho con su labor, o peor todavía; suponen que no aportan nada. No obstante, todos aquellos que no valoran el trabajo docente, se hallan totalmente equivocados, ya que, a diferencia de lo que ellos puedan pensar, desempeñarlo implica un gran esfuerzo; además de ser la labor que en mayor medida, establece el punto de partida del desarrollo social, puesto que si no existieran personas que se dedicaran a impartir enseñanza formal, la gente no contaría con muchos de los conocimientos que hoy posee y por tanto, sería casi imposible la evolución de las naciones en sus diversos ámbitos.

Es cierto que la educación en México ha fracasado en algunos aspectos y que en otros casos, se ha utilizado como un negocio que solo beneficia económicamente a unos cuantos –especialmente en el ámbito público-, sin tener mayor trascendencia social; sin embargo, eso no significa que toda la educación sea deficiente o que todos los profesores sean personas oportunistas, corruptas, irresponsables, poco preparadas o ineficientes; si así fuera, entonces no existiría ningún estudiante destacado o ningún profesionista brillante, puesto que aunque gran parte de la superación académica, laboral y cognitiva depende del esfuerzo que cada individuo haga por sí mismo y para sí mismo; resulta innegable que conjuntamente con la educación informal, la educación formal recibida en las escuelas e impartida por diversos docentes, tiene una gran contribución en la formación de cada uno de los miembros de la sociedad mexicana.

Seguramente todas las personas han tenido a lo largo de su vida estudiantil, algún maestro que ha dejado una huella profunda en ellos y que como consecuencia, ha marcado fuertemente la esencia de las personas que hoy son; por tanto, resulta indudable que los docentes juegan un papel importantísimo en la vida de cualquier sociedad y de cualquier individuo. No obstante, en México, la labor educativa en su mayoría ha sido denigrada, pues es vista como una profesión de poca categoría; como consecuencia, es generalmente mal pagada a pesar de que implica demasiado desgaste, ya que conlleva: mucho estudio, ferviente dedicación, actualización constante, paciencia, autocontrol, empatía, creatividad y por si esto no fuera suficiente, también requiere demasiado trabajo administrativo y burocrático -en varias ocasiones innecesario- más allá de la labor de enseñanza que se deba desempeñar en el aula.

Es notable que ser profesor en México no es una labor sencilla, pues son muchas las responsabilidades y los obstáculos con los que hay que lidiar día con día. Es cierto que en muchas otras culturas desarrolladas en el ámbito educativo -como por ejemplo la japonesa- el rigor en el desempeño de la docencia es igual o incluso mayor que en este país, no obstante, existe una enorme diferencia respecto a México; en ese tipo de naciones, los maestros son extremadamente respetados y valorados, son adecuadamente capacitados, son favorablemente encauzados a desempeñar sus labores de enseñanza correspondientes y no son distraídos con obligaciones innecesarias para su función, sus sueldos son sumamente elevados –al nivel de ejecutivos empresariales- y la manera en que son tratados es muy satisfactoria, pues las personas en general les demuestran respeto y admiración por su labor.

Los maestros son pilares fundamentales de las naciones, pues la educación es la base primordial para el desarrollo de todas las personas; por tanto, resulta inentendible que siendo la labor Docente una actividad tan importante, no se le dé a los que la desempeñan, el valor y el reconocimiento que merecen. El trato y las herramientas que se les otorgan a los profesores, son los factores que vuelven exitoso al sistema educativo de una nación; este hecho no tiene relación alguna con cuántas horas trabajan los maestros, ni con cuántos documentos entregan a sus superiores o con cuántos títulos profesionales poseen; esto va mucho más allá, para definir si el desempeño de un Docente es destacado o no, se debe explotar al máximo su potencial a través de la generación de estrategias y métodos adecuados que permitan impulsar el verdadero desarrollo personal, intelectual y profesional de los profesores, esto es lo que convertirá al régimen educativo de un país en un sistema realmente evolucionado y exitoso.

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