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El presente es el regalo de la vida, es ese pequeño instante que pasa entre lo que ya se fue y no va regresar llamado pasado, y la incertidumbre del futuro. Es tan rápido ese momento que pasa desapercibido, como cuando estas sentado en la parada del bus y ves venir el camión en primer momento, luego se detiene y la gente se sube, para que finalmente el camión se vaya y siga su camino.

Esto fenómeno se repite constantemente en nuestra vida, tenemos un ciclo natural que nos lleva del nacimiento, a la vida y después a la muerte. Éste proceso es inevitable y no lo podemos cambiar, lo único que está en nuestras manos para poder ser moldeado es la forma en que confeccionamos la vida, está puede durar mucho o poco, y eso no depende de nosotros. Pero si no estamos al pendiente de ella nos puede pasar como la escena del camión, lo vemos venir y luego irse pero no nos subimos.

Cuando decidimos subirnos al camión elegimos que tipo de vida queremos vivir, de esta forma, decidimos que tipo de camión deseamos tomar. Es muy importante esta decisión, porque no podemos elegir querer todo y al mismo tiempo. Siempre tenemos que elegir y lo hacemos con base en nuestro criterio y emociones con la finalidad de sacar el mejor provecho. Aunque no siempre acertemos.

La gama de posibilidades a elegir es tan amplia como lo es el número de personas que viven en el planeta. Que estudiar, donde trabajar, con quien casarse, hacer un negocio o no, elegir socios para emprender, viajar por el mundo o por mi país, practicar deportes extremos, ser músico, ser presidente… etcétera estas y mil opciones más son parte de la amplia gama de opciones que están en este mundo, y de nosotros depende lo que queramos elegir.

Si bien tenemos todas estas opciones, el ciclo de la vida tiene ciertos límites naturales que nos impide tener tiempo para realizar todas las actividades que nos gustarían, ya que la cantidad de energía que tiene el cuerpo humano no es el mismo en todas las etapas. Cuando usamos nuestra energía con una intensión racional la podemos llamar energía productiva, está la desarrollamos poco a poco durante nuestra vida joven y adulta. Con ella logramos realizar nuestras tareas y trabajos para generar nuestra propia economía con la que podemos comprar los satisfactores que necesitamos.

Siempre y cuando nos encontremos en la juventud o la adultez encontraremos energía suficiente para salir a buscar una actividad que nos remunere una cantidad de dinero para solventar los gastos de vivir. Pero existe una tercera etapa que se encuentra en la antesala de la muerte, en la cual la cantidad de energía productiva que puede guardar o ejecutar el cuerpo es mucho menor. La vejez es una etapa en la que la energía productiva es menor, por lo cual la capacidad de incrementar nuestra economía personal también va a la baja.

“Lo único que está en nuestras manos para poder ser moldeado es la forma en que confeccionamos la vida” por eso en esta última etapa de vida es importante planear como vamos a suplir la disminución de energía productiva, y que esta no afecte nuestra de calidad de vida y podamos disfrutar en todas las etapas el regalo que nos dio el presente.

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