Sylvia Irene Schmelkes del Valle se va de la presidencia de la Junta Directiva del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), con un historial maltrecho. Gastó su capital político y deterioró la imagen que se había forjado como promotora de la educación de calidad, la interculturalidad y la lectoescritura. Cambió la academia, aunque fuese al servicio del mejor postor, por espejitos y cuentas de vidrio, al aceptar un cargo con un rango similar al de un encargado de despacho de la Administración Pública Federal. Los resultados hasta ahora, empero, le habían sido siempre favorables. Laureada y galardonada por organismos nacionales e internacionales y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel II. Tras egresar de la Universidad Iberoamericana se vinculó laboralmente, entre otros, con el Centro de Estudios Educativos (CEE), organización jesuita pionera en la investigación educativa, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y otros organismos internacionales, con la administración de Vicente Fox Quesada y así como con la organización empresarial Mexicanos Primero Asociación Civil. Casualmente, salvo el primero, todos organismos de derecha (goo.gl/2r2mNj).

Cuestionada por la forma en la que condujo el ejercicio de una tarea, que afecta y modifica las condiciones laborales del personal docente que se desempeña en las instituciones públicas de educación básica y media superior, producto éste último de las reformas a los artículos 3 y 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, de la promulgación de la Ley General del Servicio Profesional Docente y la  de manera personal y/o colegiadas, adoptadas por ella misma y por el pleno de la junta directiva del INEE, integrada a su vez por los 5 consejeros designados por el Senado a propuesta del titular del ejecutivo federal, lo mismo que por otras instruidas en su momento, por los despachos de educación y de gobernación de la administración en turno.

Caracterizada en una fotografía que ilustra una publicación del colectivo “Ricardo Flores Magón” -con sede en Jalisco- portando casco de militar nazi, Schmelkes ha sido tachada de actuar de mala fe y de ser, intelectualmente hablando deshonesta. Señalada como una funcionaria “ignorante, servil y complaciente” y de ser el brazo armado de la privatización de la educación (goo.gl/bDJF2k), Sylvia sostuvo posturas fundamentalistas cuando afirma “Los resultados de los exámenes de evaluación de los maestros serán definitivos e inapelables“. Aseveraciones que oscurecieron la evaluación de permanencia, generando así sospechas sobre un proceso que en la práctica contradice “los criterios técnicos de objetividad, validez y confiabilidad” establecidos en la Ley del INEE (párrafo 1, artículo 26 LINEE). Criterios que eran por definición atribuciones propias, a más de los “principios de independencia, transparencia, objetividad, pertinencia, diversidad e inclusión” (párrafo 1, artículo 2 LINEE) que obligan “la observancia y la aplicación” de ésta ley.

Sometida a los caprichos y a los intereses de los encargados del despacho educativo (Emilio Chuayffet y Aurelio Nuño respectivamente), coincidentes con los que privan para sus patrones (OCDE y Mexicanos Primero) y más temprano que tarde, Schmelkes, abandonó el carácter de asumir la presidencia de la junta de gobierno de “un organismo público autónomo, con personalidad y patrimonio propios, conforme a lo que dispone la fracción IX del artículo 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”. Autonomía técnica, de gestión, presupuestaria y de organización que para Sylvia Irene parecería letra muerta.

Tras un breve pataleo originado por la suspensión “indefinida” del “proceso de evaluación para el ingreso, promoción y permanencia de docentes en la educación básica y media superior”, que afectaría a “más de 350 mil profesores y directivos del país que serían examinados en el ciclo 2015-2016″, pero garantizando la realización de la jornada electoral del 6 de junio del 2016 en 11 entidades de la república, Schmelkes y el INEE aceptarían con posterioridad y sin chistar, la suspensión de la evaluación del desempeño docente en 2016 previsto a reanudarse en noviembre de 2017, resultado de las demandas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y de las negociaciones Gobernación-CNTE, que permitirían a los y las docentes de Oaxaca regresar a clase después de iniciado el ciclo escolar 2017-2018. Para salvar el rostro, el INEE y la Coordinación del Servicio Profesional Docente, señalarían que la aplicación de la evaluación al desempeño docente se haría sólo al personal docente de nuevo ingreso en el ciclo escolar 2014-2015 que debiese refrendar su aptitud y, a quienes habiendo obtenido una calificación no idóneos en la evaluaciones de 2015, debiesen sustentar la evaluación reprobada en una segunda oportunidad.

La falta de independencia, atribución asignada al INEE por la ley que le diera creación, y la subordinación de un organismo autónomo, provocó que Sylvia Irene y el INEE, hiciesen las cosas sobre las rodillas, improvisadas y a la carrera. Apremió a que se sometiesen a los caprichos del encargado del despacho educativo y de los interesados en capitalizar las ganancias de un proceso parcial, que no ha evaluado al sistema educativo de manera integral, y que ha centrado sus esfuerzos únicamente en los y las docentes, a los que de manera opaca examina, aplicando reactivos y pruebas que no fueron validadas, probadas y que son poco confiables. Exámenes ocultos cuyos resultados, cual dogma de fe, no pueden ser cuestionados por ninguno y ninguna de los sustentantes que estuviesen en desacuerdo con los éstos. No cabe duda, más sabe Sylvia preguntado que un maestro o una maestra contestando. Schmelkes se va con un historial maltrecho por sus propias decisiones pero jamás cometerá el pecado de vivir fuera del presupuesto.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.