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Por Erick García Álvarez

El martes 28 de marzo pasado, 10 mil antorchistas marchamos en la Sierra Norte de Puebla, para exigir a los gobiernos federal, estatal y municipales, que apliquen los recursos del Fonden en las comunidades de Tlaola, Chiconcuautla y Huauchinango, que resultaron afectadas hace siete meses por la tormenta tropical “Earl”.

En agosto del año pasado, cientos de familias de la Sierra Norte sufrieron pérdidas humanas y en sus bienes como consecuencia del meteoro que azotó esta parte del estado; tras la tormenta, todos los niveles de gobierno montaron un “operativo” en el que aseguraban se atendería a la población damnificada. En Huauchinango se estableció el centro de operaciones para atacar los problemas de alimentación, salud, vivienda, comunicaciones, etcétera.

Paralelo a este operativo gubernamental, se montó otro mediático para dar cobertura a la visita de varios funcionarios, quienes hicieron acto de presencia y no escatimaron promesas y compromisos con los damnificados.

De manera que visitaron los albergues instalados en Huauchinango, y la escena se repitió en las comunidades de Papatlazolco, municipio de Huauchinango, y en Chicahuaxtla municipio de Tlaola, en donde incluso aterrizaron helicópteros y los funcionarios dirigieron emotivos mensajes a la población sufriente. El discurso cargado de sentimiento y dolor fingido hizo albergar en los habitantes de estas comunidades la esperanza de que se iban a implementar medidas efectivas para la solución del problema; sin embargo, bien pronto la realidad azotó en la cara de los campesinos como una segunda tormenta: el montaje se desvaneció y el “campamento” de los funcionarios fue desmontado una vez que los titulares cumplieron con el protocolo de visitar los lugares del siniestro.

Las soluciones chocaron con la maraña burocrática de las “reglas de operación” de los recursos, los encargados de las distintas áreas no se ponían de acuerdo en los municipios prioritarios a atender, la filiación partidista de ambos niveles de gobierno, que politizaron los apoyos y programas para posicionar a sus respectivos partidos, y la negligencia de las autoridades locales hizo que la ayuda llegara poco y tarde a la población necesitada. El tiempo pasó y, como siempre sucede en estos casos, las cosas quedaron igual: en el olvido, en promesas y en compromisos incumplidos.

Quien más ayudó a las familias en desgracia fue el mismo pueblo de la Sierra Norte, que se organizó para llevar agua, ropa y comida a los lugares siniestrados. Fueron sus hermanos, los más pobres, quienes alimentaron a las familias en las primeras horas de sufrimiento. Quienes acudimos a los puntos críticos constatamos que la solidaridad del pueblo es inmensa y cómo se moviliza para ayudar a sus hermanos. Eso evitó más pérdidas humanas.

También Antorcha se movilizó y gestionó apoyos y ayuda humanitaria para distintas comunidades. Estuvimos pidiendo a las dependencias que dieran seguimiento a la atención de la población dañada; sin embargo, no hubo respuesta ni voluntad para hacer las cosas. Por ello, en diciembre de 2016, una comisión de las comunidades afectadas acudió a las instalaciones de la SCT en la ciudad de Huauchinango para saber del estado que guardaban las cosas. La respuesta fue que aún no se había reunido la comisión encargada para definir el asunto del recurso para el siniestro. Después solicitamos una entrevista con el titular de esa dependencia en Puebla y la respuesta fue casi la misma: no hay dinero para reparar caminos en la Sierra Norte y “el asunto se va a revisar”.

Cansados de tanta burla, el 14 de marzo 5 mil antorchistas marchamos sobre la carretera federal, para protestar y exigir la reparación de caminos en las comunidades afectadas, que son bastantes. Nadie se dignó a atender nuestra protesta. Por eso, nos vimos obligados a redoblar el número de manifestantes el día 28 de martes. Pero, igual que antes, nadie nos escuchó.

Estamos claros de las necesidades de los pobres de esta marginada zona del estado; por ello, no cejaremos en nuestra lucha e invitamos al pueblo trabajador a que se sume a estas jornadas para exigir solución a nuestras demandas, que son justas.

Es imperante que el gobierno estatal intervenga para que se liberen los recursos del Fonden necesarios para reparar los caminos y carreteras de la Sierra Norte que fueron dañados por “Earl”, porque su estado actual pone en riesgo la vida de los habitantes de la zona. Es necesario que se atienda este problema antes de que haya consecuencias mortales.

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