Columnistas-VeronicaMastretta

¿Que es un ciudadano? De acuerdo al diccionario de la lengua española, es una persona considerada como miembro activo de un estado, habitante de ciudades o estados modernos, sujetos y titulares de derechos políticos y cívicos y sometido a sus leyes. No menciona que también estarían sujetos a obligaciones. No concibo los derechos sin ellos, excepto si se es menor de edad. Oigo a las personas exigir sus derechos, pero rara vez oigo a alguien dispuesto a asumir y pedir más obligaciones.

Entre nuestros innumerables derechos tenemos el derecho a votar, pero no la obligación de hacerlo; no hay sanciones por desatender ese derecho. Como país nos cuesta un montón generar la credencial de elector de los ciudadanos, pero esa credencial es más un documento de identificación que una herramienta para ejercer nuestros derechos y obligaciones civiles. La elaboración y distribución de las credenciales del INE y la manutención de la institución a nivel federal y estatal es muy cara, incluido el dineral que se da a los partidos, caso único en el mundo que ya no se justifica y es, además, un abuso descomunal. Aunque usted no simpatice con ningún partido, coopera para mantenerlos a todos. Y ese complicado entramado se reduce a una credencial que sirve mayoritariamente para identificarnos en cosas que nada tienen que ver con nuestros derechos políticos. Para la vida cotidiana es un carnet de identidad, pero no era ese su papel. Una credencial eminentemente política se usa poquísimo para reafirmar nuestros derechos y obligaciones políticas . Y es que así lo han querido los partidos . No han querido darle más juego y valor a la credencial de elector. En México no hay referéndum, ni plebiscitos, ni segundas y necesarias vueltas electorales para procesos electorales con resultados apretados. En otros países con menos parafernalia y gasto electoral,los ciudadanos ejercen muchos más derechos políticos. Otro gallo nos cantara como país si en 2006 hubiera existido la segunda vuelta que díscolamente los partidos calculadores, mayoritariamente el PRI de Beatriz Paredes, se negaron a dejar pasar desde la época del grupo San Ángel , un grupo plural que desde 1994 proponía la segunda vuelta en elecciones presidenciales si no se obtenía un porcentaje mínimo que garantizara la gobernabilidad. Su tonto y egoísta argumento fue que con eso les alcanzaba. Y lo peor es que así siguen pensando. De haber hecho la reforma, la diferencia del 0.5 por ciento en la elección del 2006 entre Andrés Manuel y Calderón hubiera obligado a una segunda vuelta que hubiera dirimido la pesada loza de la discordia descalificadora hacia el entonces IFE , hoy INE, que hasta la fecha arrastramos y tiene a nuestra democracia contra las cuerdas. Y para allá vamos de nuevo. Todo indica que las segundas vueltas son necesarias para no enconar al país. Es muy difícil gobernar con un tercio de los votos, que es lo que han arañado los ganadores en las dos últimas elecciones.Y qué caro lo hemos pagado.

¿A quién favorece la fragmentación? Porque fragmentación es el juego de los partidos y el de las estatuas de marfil es el que les dejan a los ciudadanos, reducidos a mirar como se desprestigian, se matan, se insultan y al final negocian entre sí los políticos cuando los resultados son apretados y las votaciones escasas. La fragmentación da dividendos a los partidos , si no, ya la hubieran acotado. Nuestra credencial de elector se queda para ser usada como elemento de identificación mientras los chicos rudos juegan sin límites a la lucha libre para quedarse con sus parcelitas y parcelotas. Como ciudadanos tenemos muy poco poder para acotarlos entre una y otra elección. No tenemos otras opciones ni oportunidades de incidir de una manera más eficaz y contundente en la vida política del país, aunque queramos hacerlo. Nuestra credencial nos da derecho a ser solo unos pobres ciudadanos, bombardeados por partidos que mantenemos durante todos los días de nuestras vidas a cambio de salir a votar cada tres o seis años . Los partidos no quieren ponerse de acuerdo para darle más poder a nuestra credencial de elector. Todos los partidos fuertes, PRI, PAN y ahora Morena, y por otro ratito el PRD , le apuestan hoy a conservar o ganar el poder con un mugre tercio, sin querer tomar el riesgo de ir cara cara a una segunda vuelta entre los dos primeros lugares para definir una votación que le daría la fortaleza necesaria y mínima para gobernar al ganador.

La verdad es que se niegan a darle ese poder a los ciudadanos. Aún quieren controlarlo todo con sus estúpidos cálculos y su tenebra. Tienen miedo de darle más valor a nuestra credencial de elector, tienen pánico de darnos más derechos y obligaciones porque saben que sí los vamos a ejercer. Los ciudadanos seguimos teniendo solo un boleto para lo que parece rifa. Solo tenemos un voto cada seis años para formar el gobierno de la república. Uno solo. Y después seis años de silencio, solo mirando como se desbaratan entre sí y desgobiernan al país. Sin referendum. Sin plebiscito.Sin segunda vuelta para que nuestro voto pese más.

La actual ley electoral, a pesar de las amargas experiencias de 2006 y 2012 sigue sacando al ciudadano común de las decisiones que importan. Cero poder. Todo es pasillo palaciego entre los saltimbanquis que mutan de partido por conveniencias disfrazadas de causas y razones que suenan increibles.

A mi estado me remito para argumentar la necesidad de otras reformas, como por ejemplo reducir el número de diputados y senadores. Puebla tiene hoy cinco senadores titulares. Sí , 5 , cinco. Las dos de la formula priísta ganadora en 2012 , Blanca Alcalá y Lucero Saldaña ; el de la curiosa figura de la primera minoría, panista, Javier Lozano Alarcón, hoy de licencia porque se vino a Puebla a ver y ser visto porque quiere ser candidato a gobernador el año próximo. Y luego los obsoletos plurinominales. Aquí tenemos a dos, Miguel Barbosa que llegó de plurinominal por el PRD, al que ya abandonó formalmente para ir a apoyar a Delfina Gomez de Morena, según él mismo lo dijo, en la campaña del Estado de Mexico. Quinto senador, Manuel Bartlett, plurinominal en primer lugar por el PT, hoy en la bancada fáctica de Morena en el Senado. Llegaron como senadores plurinominales de otros partidos y hoy hablan por un partido que cuando llegaron al senado aún no existía.

Que nos pregunten a los mexicanos si queremos y necesitamos tantos diputados y senadores si ellos mismos se consideran a sí mismos prescindibles. Que nos pregunten si deben abolirse los plurinominales. Que nos pregunten si queremos que existan diez o más partidos que tenemos que mantener. Que nos pregunten para poder usar nuestra credencial de una manera más apegada al espíritu de participación que la hizo posible. Que nos dejen usarla para otorgar un mandato contundente, para revocarlo, o para derogar o impedir una mala ley.

Nunca he visto un movimiento a favor de exigir más obligaciones y sí muchos a favor de más derechos. Son a todo dar los derechos. Las obligaciones si son otro cantar. Quiero el derecho y la obligación de usar más seguido mi credencial de elector.

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