El día miércoles 29 de marzo, a las 9:45 de la noche, el líder del Movimiento Antorchista en Cuayuca de Andrade y secretario General del Ayuntamiento en el municipio, el ingeniero Nibardo Hernández Sánchez, volvió a recibir amenazas de muerte a través de un mensaje de celular que dice textualmente: “Ya va jale pinche ing. Con tus reuniones en los pueblos y de tus pinches obras no presumas estas son del pago de nuestros impuestos, sabemos todo donde andas , también tus hijos donde están ya va jale de huevos , te vamos a partir tu madre esto apenas en pieza hijo de tu puta madre , es un aviso……lo de mas espera , llegara el dia muy pronto y te vamos a ganar la presidencia correra sangre , no mas presidentes antorchistas. Estas avisado ingeniero” (¡sic!). Éste es el segundo mensaje de muerte que recibe Nibardo Hernández vía celular, luego de que el 1º de octubre de 2016 sufriera un atentado perpetrado por un comando armado.

Independientemente de su lenguaje soez, para toda mente sana es claro el carácter político del feroz y cobarde anónimo lanzado contra Nibardo Hernández. Y, por tanto, no queda más que preguntarse una cosa: ¿A qué grupo político le molesta el trabajo que está haciendo el Movimiento Antorchista en el municipio? ¿A quién le sulfura que Nibardo Hernández y sus activistas organicen a la gente que de buena gana se les acerca? ¿A quien le encoleriza que el Ayuntamiento construya obras para sus gobernados y que, por tanto, Antorcha tenga amplias posibilidades de repetir en la presidencia? No es necesario quebrarse mucho la cabeza para encontrar la respuesta: el trabajo de los antorchistas le saca ronchas verdes al cacicazgo paleolítico de Cuayuca, encabezado por el expresidente municipal Álvaro Cabrera Alonso. Porque este grupo criminal, que hace gala de sus armas de fuego por el pueblo y las detona a placer para aterrorizar, desea volver a imponer su voluntad sobre vidas y haciendas, anhela regresar al poder que se arrogó durante muchos años, en los que el municipio vivió sus peores épocas de oscurantismo: cero obras, cero progreso, cero desarrollo. Por eso la orden de parar ipso facto el trabajo antorchista en el municipio, so pena de que correrá sangre, termina diciendo: “[…] no mas presidentes antorchistas. Estas avisado, ingeniero [sic]”. Se necesita ser un tarado congénito para no advertir la gravedad de las consecuencias futuras de este mensaje.

Por eso nos preocupa que en el Gobierno del estado nadie mueva un dedo para ponerle un alto definitivo a los gatilleros y dirigentes de esta gavilla de bandidos de Cuayuca, a pesar de que hemos hablado con altos funcionarios que se deshacen en promesas que nunca se cumplen y de que hemos puesto nuestra denuncia penal en la Fiscalía General del Estado de Puebla. Pero esta actitud no es nueva.

En los últimos tres años, siete dirigentes y cuadros importantes del antorchismo poblano han sido víctimas de atentados, secuestros y amenazas de muerte, sin que en ningún caso las autoridades judiciales hayan detenido y encarcelado a los responsables, a pesar de que los autores intelectuales y materiales de los hechos violentos están plenamente identificados. En todos y cada uno se trata de caciques municipales embravecidos por el trabajo de organización y politización que realiza Antorcha. De forma que el silencio y la inacción judicial presumen los vínculos de los agresores con altos funcionarios estatales. Para que nadie piense que exagero, ofrezco la lista de la que hablo:

1) Tulcingo de Valle. El domingo 3 de agosto de 2014, en Tulcingo de Valle, municipio de la Baja Mixteca poblana, apareció una octavilla anónima dirigida contra el ciudadano Carlos Rayón García, cabeza visible de un grupo de vecinos que gestionó y logró la aprobación del pavimento para una calle en que vive una buena mayoría de los solicitantes de la obra y que el presidente se ha negado, hasta la fecha, a construir. El ukase fascista, repartido a plena luz del día en las calles de la ciudad, exigía a Carlos Rayón abandonar la población por ser “persona non grata” para “el pueblo”, so pena de agresiones físicas.

2) Ajalpan. La madrugada del jueves 16 de abril de 2015, un comando de pistoleros abrió fuego contra la vivienda de la doctora Yolanda Pacheco, compañera de fórmula de la ingeniera Edith Villa Trujillo, destacada integrante de la Dirección Nacional del Movimiento Antorchista y entonces candidata a diputada federal por el Distrito 16 de Puebla.

3) Ajalpan. La misma madrugada del 16 de abril de 2015, el mismo comando armado se introdujo en la vivienda del líder antorchista en aquel municipio, Alfonso Flores Zúñiga, e incendió su camioneta. Se trató, dijimos entonces, de una serie de crímenes políticos contra la candidata y su equipo de campaña.

4) Coyomeapan. El día de las votaciones de la misma temporada electoral, los jóvenes César Montes y Erick García fueron secuestrados por elementos de la policía municipal de Coyomeapan, quienes los detuvieron y esposaron en un retén ilegal para luego llevárselos a una casa de seguridad, en donde los torturaron de manera sistemática con el objetivo de amedrentar a los antorchistas.

5) Coxcatlán. Un año más tarde, la madrugada del lunes 15 de agosto, un grupo armado que se transportaba en dos vehículos intentó el homicidio del líder antorchista en Coxcatlán, Oswaldo Carrera Alonso. El primer comando llegó a su domicilio y disparó en seis ocasiones sus armas de grueso calibre contra la puerta, causando daños también al interior de la vivienda. El estruendo de las detonaciones despertó a Oswaldo y a los vecinos. Así que según versión de estos últimos, el segundo comando esperó, con el motor encendido, a que alguien se asomara a la puerta de la casa con la clara intención de terminar la siniestra tarea para la que habían sido contratados.

6) Cuayuca de Andrade. El día 1º de octubre de 2016, cuando regresaba de una reunión en El Organal, comunidad de Cuayuca de Andrade, el líder antorchista y Secretario General del Ayuntamiento del municipio, fue emboscado por pistoleros que se apostaron al lado de la carretera. La camioneta en que viajaba Hernández Sánchez fue impactada en tres ocasiones y el líder y sus acompañantes salvaron la vida de milagro. Seis días después, al celular de Nibardo Hernández llegó un mensaje amenazador: “Hijo de la chingada ing. Pendejo, sigue lo demás, sabemos dónde andas y con quien, fuera de Cuayuca, lo demás muy pronto”.

Éstos son, en resumen, los hechos. Todos y cada uno fueron denunciados mediáticamente y tratados con altos funcionarios del Gobierno estatal, como una forma de salvaguardar la vida de nuestros compañeros. Además, interpusimos sendas denuncias en la Fiscalía General del Estado de Puebla (antes Procuraduría), porque es la instancia de justicia que creímos que podría resolver conforme a derecho los crímenes políticos que ha sufrido el antorchismo poblano de un tiempo a la fecha. Ceteris paribus, sólo cambia el nombre del antorchista amenazado, torturado o baleado. En ningún caso las denuncias penales han avanzado un ápice, en ningún caso nuestro justo reclamo ha encontrado eco.

Y la historia se repite con Nibardo Hernández. El viernes 31 de marzo, tras una conferencia de prensa en la que pedimos respetuosamente la intervención del Gobierno estatal para salvaguardar la vida del secretario del Ayuntamiento de Cuayuca de Andrade, una marcha de antorchistas se presentó en la Secretaría General de Gobierno de Puebla, en donde despacha el licenciado Diódoro Carrasco Altamirano, con el propósito de plantearle el problema dado su carácter de responsable de la política interna del estado. Nadie nos recibió y nadie salió a atendernos. Ante un crimen político, la respuesta de Casa Aguayo es cerrar la puerta y que los antorchos vean cómo esquivan las balas. De todas formas, no sobra advertir que un crimen contra cualquier antorchista será responsabilidad de quienes hoy ignoran nuestras súplicas.

Sabemos quiénes están detrás de los autores intelectuales de los crímenes contra nosotros, sabemos quién está detrás del cacicazgo de Cuayuca y cómo y por qué le dan cuerda, por eso estamos seguros de que nuestros enemigos no son sólo los dictadorcitos de huarache que ahora asoman la cabeza, sino fuerzas más poderosas para las que somos una inoportuna organización política que llegó a perturbar el reparto del poder previamente acordado. Así se explica su odio al intruso sine nobilitate y así se explican los crímenes que hemos denunciado.

Ante estos ataques, los antorchistas debemos estar alertas y prestos a difundirlos con todas nuestras fuerzas, porque nuestra inquebrantable fraternidad, como vemos, es la única tabla segura a la que podemos agarrarnos cuando la tormenta se desata. Y se desatará con más fuerza; que nadie lo dude.

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