Cuando tomó posesión el actual gobierno de Morelos, encabezado por Graco Ramírez Abreu, la dirigencia del Movimiento Antorchista en el estado se acercó a solicitar el cumplimiento de un pliego de peticiones que, aunque mínimas y sencillas, vendrían a hacer más llevadera la vida de miles de trabajadores y estudiantes morelenses. Creímos, como muchos ciudadanos, que el nuevo gobierno y el nuevo partido en el poder tendrían cierta sensibilidad para dar solución pronta y expedita a peticiones muy viejas que nadie había querido resolver.

El pliego de peticiones era, en resumen, el siguiente: Reconocimiento oficial de un bachillerato, terrenos a precios accesibles para 400 familias, construcción de un albergue estudiantil para jóvenes humildes en Cuernavaca, perforación de dos pozos para dotar de agua potable a dos comunidades, construcción de tres puentes vehiculares para comunicar a comunidades aisladas y 15 obras de electrificación para colonias y pueblos que no tienen este servicio. Nada que un gobierno estatal no pueda resolver en un abrir y cerrar de ojos, siempre y cuando haya inteligencia y ganas de sacar adelante los compromisos con sus gobernados. Sin embargo, desde los primeros tratos, el gobierno del perredista manoteó sobre las demandas y se encolerizó con quienes considera como molestos pedigüeños, con los mismos viejos argumentos de siempre: no hay dinero, no hay dinero y no hay dinero. Argumento que, no está de más recordarlo, ya nadie cree. Así que todas, absolutamente todas, las demandas de los antorchistas duermen el sueño de los justos en espera de una cabeza inteligente y un corazón sensible para su solución.

Pero las familias y estudiantes no se arredraron a los primeros malos tiempos; por el contrario, volvieron a comenzar el periplo odiseico de gestiones, salas de espera, ires y venires de dependencia en dependencia, trato despótico de funcionarios, humillaciones, engaños e infructuosas reuniones con funcionarios con cero capacidad resolutiva. Como nada dio resultado, tras todo esto, realizamos las primeras movilizaciones masivas en Cuernavaca que lograron, muy a regañadientes, una cita de la dirigencia antorchista con el gobernador y varios de sus secretarios para, supuestamente, resolver todos los problemas. La reunión se llevó a cabo el día 4 de julio de 2016; en ella se trataron una por una las demandas y el gobernador ofreció solución para regularizar la preparatoria, encontrar disponibilidad de terrenos para la vivienda de las 400 familias y dar solución efectiva a las otras demandas, pero llegados al punto de la construcción de la casa del estudiante en Cuernavaca, Graco Ramírez se mostró hosco, terco y, argumentando “otras ocupaciones” abandonó groseramente la reunión y, tras él, salió la inútil cola de secretarios que lo siguieron como los enanos a Blanca Nieves, dejando plantada, de la forma más despótica de que es capaz, a la comitiva antorchista. Todo el show levantado a propósito de la famosa reunión no fue otra cosa que la burla del gobernador con quienes le pidieron cumplimiento a su tarea de gobernar.

Una vez más, pues, no hubo soluciones. La respuesta gubernamental a esta reunión vendría un mes después: a mediados de agosto de 2016, a los teléfonos celulares de algunos integrantes del comité estatal, incluida la dirigente en Morelos, el ingeniero Soledad Solís, comenzaron a llegar amenazas de muerte y los intentos de levantones no se hicieron esperar. No nos quedó más que denunciar a nivel nacional, en cada estado, en cada plaza pública, en cada pueblo, la posibilidad de que se estuviera gestando un crimen desde el poder.

Y así nos encontró marzo de 2017: sin soluciones, amenazados, con una nueva guerra escatológica en la prensa del estado y con una lucha que dura ya cerca de cinco años, en la que hemos recibido todo tipo de ataques y diatribas en la prensa que controla el dictador en turno de Morelos, hoy autoproclamado aspirante a la candidatura presidencial del PRD de cara a las elecciones de 2018, y uno de los peores gobernadores del estado con quienes hemos tenido necesidad de tratar.

Las demandas de los antorchistas son obras muy sencillas, justificadas por la situación de pobreza en que vive la mayoría de la población morelense. Según los datos oficiales, más de la mitad de la población en aquel estado vive en condiciones de pobreza; o sea, 994 mil habitantes, y la falta de atención a este problema ha colocado al estado entre los 10 más pobres del país por culpa del napoleoncito y sus enanos.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en su informe de los años 2012 – 2014, que son los dos primeros de Graco Ramírez al frente del gobierno, reportó que el número de pobres aumentó un 17.8 por ciento con respecto a la población total, por lo que ahora 52.3 por ciento de la población vive en esta situación. Además, el mismo Coneval afirma que en Morelos también se incrementó el número de personas en pobreza extrema, que pasó de 117 mil a 150 mil, que son gente que vive, literalmente, muriéndose de hambre, con 41.5 pesos al día. ¿Y qué hace Graco Ramírez? ¡Se promociona para la presidencia de México! Dejando a un lado sus deberes, por los que el pueblo le paga un salario, el señor hace campaña porque dice que él también “tiene derecho” a competir. ¡Qué descaro! ¿Y así quiere gobernar todo el país? Nomás eso nos faltaba. ¿Y de verdad piensa que los mexicanos le harán el favor de hacerlo presidente? Es tan ciego que no se da cuenta de que su partido se pudre gracias a que gente como él lo ha desprestigiado. Se ha acostumbrado tanto al fétido olor de la podre política que ya no huelen a los gusanos que los esperan en su ataúd político.

Pero hay más datos que reflejan la ineptitud del “gallo” del PRD a la presidencia de México: En Morelos ocurrieron más de 3 mil 600 homicidios dolosos y quinto lugar en robo de automóviles a nivel nacional. Morelos es el tercer estado más violento de todo el país. Más de la mitad de la población vive en pobreza, casi un millón. Más de 670 mil morelenses no tienen vivienda. Existen más de mil planteles de educación básica que no tienen agua potable, drenaje o electrificación. Graco Ramírez es de los gobernadores más repudiados de todo el país, según la encuesta 2016 del Gabinete de Comunicación Estratégica. El 89 por ciento de la población no le tiene confianza y el 74 por ciento, ¡casi tres cuartos de la población!, desaprueban su gestión, dice también la misma encuesta. ¿Y así quiere ser presidente? Que cada quien saque sus conclusiones.

Por nuestra parte, nos sumaremos con toda nuestra fuerza política a la campaña de denuncia nacional que ha emprendido la organización: vamos a repartir millones de volantes en los zócalos, en cada pueblo y en cada casa, harémos actos de protesta en las ciudades más importantes del país, participaremos en marchas y movilizaciones, y cada mexicano se enterará de que Graco Ramírez concentra todos los vicios de la clase política mexicana y, se lo aseguramos desde ahora, no será presidente de México: los mexicanos nos merecemos mejores gobiernos, más sensibles, humanos y con la inteligencia y las agallas necesarias para enfrentar los desafíos políticos que nos presenta el mundo, inteligencia y agallas que, como vemos, don napoleoncito morelense no tiene.

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