“Distractores y más distractores para evitar que despertemos”.
Abel Pérez Rojas

Es cierto que la presidencia de Donald Trump representa una amenaza para nuestro país, pero no es el culpable de los grandes males que venimos arrastrando, como los mecanismos de la corrupción enquistada en nuestro país; la cual, por cierto, es la principal causa de nuestra pobreza. La figura de Donald Trump está siendo usada políticamente como distractor.

Los mecanismos que hacen posible la corrupción en México están vinculados indudablemente con el ejercicio del poder y con estructuras de impunidad que se cimientan en la protección de unos y otros.

Me refiero a esas redes de protección que hacen posible que los millones de recursos públicos destinados para la construcción de escuelas, hospitales, carreteras y servicios vitales, vayan a parar a las fastuosas residencias, a los lujosos yates o a las cuentas bancarias de terceros.

Estos millones y millones de pesos en desvíos, sustracciones y apropiaciones no tienen fin si tomamos en cuenta que son la constante del actuar gubernamental durante décadas.

Para contrastar esta situación con lo que venimos analizando, Trump ni siquiera era candidato presidencial cuando en México estaban a todo lo que dieron los actos de presuntos delitos financieros por los cuales se les investiga actualmente a los exgobernadores de Veracruz, Nuevo León, Sonora, Quintana Roo, Chihuahua, más los que se acumulen antes de finalizar el actual sexenio.

Y, ¿qué me dice del multicitado asunto de la “casa blanca” de Lomas de Chapultepec?

¡A poco de todo esto es culpable Donald Trump!

Por supuesto que no. Donald Trump no es un buen ser humano, pero nada tiene que ver con problemas que nos han empobrecido hasta el tuétano.

Donald Trump no es el culpable de la corrupción de nuestros gobernantes, pero sí es el chivo expiatorio para distraernos.

Después de ver ciertas campañas publicitarias y los mensajes de unidad del presidente Peña y su gabinete, queda claro que lo que representa Donald Trump está siendo usado para desviar la atención sobre temas que están más al alcance de los mexicanos y que nos hacen tanto daño o más que los que ocasionarían las deportaciones masivas, los altos aranceles o la construcción de un muro.

No podemos dejarnos obnubilar por el oleaje de patriotismo, que al estar descontextualizado, se convierte en patrioterismo, algo tan común de quienes se sienten “muy” mexicanos, pero que en los hechos esa actitud, al no ir a la raíz de los problemas, nos coloca únicamente en una posición de espectadores, pero no de factores reales del cambio tan necesario.

Otra vez el miedo, transformado en pánico -hacia Donald Trump- y aderezado de patriotismo, es el mecanismo por el cual están tratando de persuadirnos de que el mal que representan los políticos mexicanos no es nada comparado con el diabólico tirano del norte.

¿Lo permitiremos los mexicanos?

¿Nos dejaremos otra vez embaucar?

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

Nació en Tehuacán, Puebla, el 6 de enero de 1970. Es poeta,conductor de programas de radio, académico y gestor de espacios educativos. Funda y coordina Sabersinfin.com