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Después de la revolución liberal 1960-2016, la contrarrevolución tradicionalista de Donald Trump y sus supremacistas se basa no sólo en el acto de deportación de hispanos por ilegales, sino que oculta una estrategia histórica de mucho más largo plazo: utilizar la limpieza étnica para evitar el regreso al mapa demográfico de 1776 en el que las trece colonias fundadoras del imperio representaban apenas una quinta parte del actual territorio estadounidense.

La tesis central de la supremacía blanca –desarrollada por Samuel Huntington en su ensayo ¿Quiénes somos?– se basa en la fundamentación de que los ingleses como raza blanca fundadora fueron colonos y no migrantes, es decir, que fundaron una nueva civilización. A lo largo de casi dos y medio siglos, la población blanca –wasp: blanca, anglosajona, protestante– podría andar en 70 por ciento, pero con el avance de minorías raciales.

Y ahí es donde se localiza el peligro de que los hispanos –sobre todo mexicanos– avancen en la demografía por raza: en la actualidad el 17 por ciento de la población estadounidense es de origen hispano, en tanto que la población afroamericana se quedó en 16 por ciento. Así, la población hispana es la primera minoría… y avanzando. Para el 2050 se tienen estimaciones de que los hispanos sean el 30 por ciento de la población, en tanto que la población blanca bajará a 45 por ciento.

Pero el problema no sólo es de cifras. El avance migratorio podría regresar la configuración étnica de los Estados Unidos a 1776 cuando las Trece Colonias –las fundadoras del imperio a partir de su configuración blanca, anglosajona y protestante porque trajeron a América de Inglaterra la primera colonia puritana— eran apenas el 20 por ciento del territorio estadounidense. A lo largo de cincuenta años, los líderes estadounidenses expandieron el imperio liquidando a los indios en el centro-norte, derrotando a los ingleses en el territorio de Oregón hacia el Pacífico y arrebatándole a México seis estados –Texas, Nuevo México, Arizona, California, Nevara y Utah–.

En este sentido, el mapa estadounidense se ha modificado en función de la dominación racial hispana –sobre todo mexicana; el 65 por ciento del total hispano–. De acuerdo con mapas demográficos, los hispanos tienen una presencia de 20 a 50 por ciento en los estados del sur estadounidense y hasta 10 por ciento en el resto del territorio. El problema que perciben los supremacistas radica en el hecho de que buena parte de esa población es ilegal, no quiere asumirse como wasp y busca restaurar la civilización hispana anterior a 1776. Los amerindios –americanos de origen indio– son apenas el 0.8% de la población total.

Los temores a liderazgos políticos hispanos no tienen que ver con la raza sino con los sentimientos: las élites hispanas se asumen wasp. Por eso el afroamericano Barack Obama no tuvo problemas en llegar a la Casa Blanca: representaba a una minoría wasp; inclusive, el principal problema de Obama no fue el color de su piel sino la sospecha de que era musulmán. Al final, Obama fue clave en la reconstrucción del imperio estadounidense tradicional.

El miedo supremacista radica, por tanto, en el avance hispano en la configuración demográfica de los EU. Para el 2050 el 39 por ciento de los niños en escuelas será hispano, contra un 38 por ciento de niños blancos. Ahí fue donde lanzó sus dardos Huntington con su ensayo sobre la identidad estadounidense basada en el origen de raza. Trump tendrá ocho años para revertir el avance hispano en los EUcomo tarea histórica supremacista.

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Política para dummies: La política es la expresión de definiciones de clase y de raza, no sentimientos demagógicos.

Sólo para sus ojos:

• La decisión del coordinador de la bancada del PRD en el Senado, Miguel Barbosa, de apoyar a López Obrador para el 2018 sin salirse del PRD será la puntilla para el partido del sol azteca. Si bien merece la expulsión de la bancada, seguro no harán nada para no potenciar la estridencia. Pero el PRD hace algo –es decir: Miguel Ángel Mancera– o en el 2018 podría perder el registro por la baja votación.

• La Suprema Corte de México volverá a debatir sobre el uso lúdico de la marihuana cuando el presidente Donald Trump ya dijo que tratará de dar marcha atrás a su legalización porque ha aumentado el consumo de la droga.

• Los actores mexicanos que atacaron con discursos a Trump debieran de tomar decisiones más radicales para defender a los paisanos porque critican, pero forman parte de las instituciones de dominación racial de los EU.

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@carlosramirezh

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Periodista desde 1972, Mtro. en Ciencias Políticas (BUAP), autor de la columna “Indicador Político” desde 1990. Director de la Revista Indicador Político. Ha sido profesor universitario y coordinador...