Columnistas-AlbertoHidalgoMontes

El pasado sábado 4 de febrero se vivió una ola de violencia en el estado mexicano de Sinaloa, fuimos testigos gracias a grabaciones de las cruentas balaceras que ocurrieron que dejaron más de 4 decenas de cadáveres en diferentes eventos y tomó relevancia un supuesto comunicado hecho llegar al periodista Ciro Gómez Leyva. Dicho escrito, realizado a mano, es atribuible a los hijos del “Chapo Guzmán” donde denuncian que, tanto ellos como Ismael “El Mayo Zambada”, fueron víctimas de un atentado orquestado por quien había sido, hasta hace un par de meses, un socio comercial, Dámaso López, alias el “Mini Lic.”

Usaré este hecho para poder explicar porqué este tipo de sucesos comenzaron a suceder con más frecuencia dentro de manchas urbanas, teniendo como consecuencia –en múltiples ocasiones– la pérdida de vidas humanas ajenas a estos conflictos, uniéndose así a la trágica lista de víctimas colaterales. ¿Cuál es la diferencia del modus operandi de un “Narco de la Vieja Escuela” a la de un “Narcojunior”, bueno, comencemos:

No es la primera vez que hijos de capos mexicanos son objeto de amenazas, detenciones y/o atentados; basta recordar que el año pasado los mismos hermanos agredidos este fin de semana fueron “levantados” y después liberados en Puerto Vallarta, México, otros ejemplos son:

• El 20 de noviembre de 2013, Serafín Zambada, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, fue aprendido por autoridades estadounidenses mientras intentaba cruzar la frontera en Nogales, Arizona.

• Su hermano, Vicente Zambada Niebla, alias el “Vicentillo”, en el 2009,

• Vicente Carrillo Leyva hijo del extinto Amado Carrillo Fuentes, en el 2009,

• Su primo, Francisco Ramón Escobar Carrillo en el 2011,

• Edgar Guzmán López, hijo del famoso narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán quien fue abatido en el 2008.

• Archivaldo Iván Guzmán Salazar, alias “El Chapito“, fue detenido en 2008, no obstante, en abril de ese año fue absuelto por un tribunal federal del cargo de lavado de dinero, luego de que la PGR no acreditara las acusaciones en contra del hijo del capo.

Jesús Alfredo Guzmán Salazar, también hijo de “El Chapo”. La detención se había dado la mañana del día 21 en la ciudad de Guadalajara; sin embargo, en los días posteriores a su arresto ninguna dependencia nacional o estadounidense tenía constancia de que fuera en efecto la persona que buscaban.

Estos son sólo algunos de los nombres del vasto repertorio de descendientes de la compleja genealogía criminal en el país; hermanos, sobrinos, hijas, primos y esposas esperan en la sombra el cambio de mando en una organización que no deja de crecer ni de procrear semillas que enriquecen las filas de los grandes cárteles, el problema es la opulencia con que se manejan éstos “narcojuniors”, trayendo más problemas a los jefes de las organizaciones delincuenciales. Verá estimado lector, los narcotraficantes de “la vieja escuela” son personas que tratan lo más posible de pasar desapercibidas. Se hacen pasar como empresarios respetables y tratan de mantener, en la mayoría de los casos, un bajo perfil, ayudan a la gente y generan desarrollo… pero no, no mal interprete, no porque sean almas caritativas, sino porque es la manera más fácil de ganarse al pueblo, como ejemplo tenemos al hiperviolento y brutal narcotraficante colombiano Héctor Escobar Gaviria, quien construyó colonias enteras, unidades deportivas y generó programas de ayuda, entre otras muchas cosas en Colombia (así como ocurre también en muchos lugares de México). Esta estrategia está más apegada a lo que Robert Greene escribe en su obra “Las 48 Reglas del Poder”, donde su regla número 18 es “No construyas fortalezas para protegerte”, es decir mezclarse con el pueblo para no poder ser ubicado por los enemigos, generando así lazos fuertes de confianza y agradecimiento con la gente que “ayudan” y  que en cierta manera, los protegen.

Lo contrario sucede con los “narcojuniors”, los antiguos narcos o de la vieja escuela (por nombrarlos de alguna forma) fueron la generación que tomaba riesgos y les costó sudor y sangre llegar a la cima de sus respectivas organizaciones delincuenciales. Por su parte, los “narcojuniors” no, ellos fueron mimados en muchos casos por sus progenitores con cuanto lujo pedían, carros, animales exóticos, viajes, mujeres, lo cual los volvió arrogantes y a la vez vulnerables y es que muchas de las formas en que la autoridad los ha logrado ubicar ha sido a través de las redes sociales, donde sin empacho, publican sus excentricidades y excesos, esto exhibe y vulnera en gran medida las organizaciones criminales y no debido al peso específico que pueda tener el detenido, sino que muestran lugares, cosas y al final la gente a quien ayudaban los comienzan a rechazar, los ven distantes…engreídos…fantoches…

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Experto en el tema de seguridad y pandillas.