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Columnistas-NahirGonzalez

En la actualidad, los mass-media ejercen una poderosa influencia en nuestras mentes a través de sus contenidos, debido a que son una fuerte maquinaria de producción de ideologías, patrones de conducta y estereotipos; en pocas palabras, son agentes socializadores que se infiltran en nuestras vidas para educarnos y en su mayoría manipularnos de acuerdo a los intereses de unos cuantos. Afortunadamente no todos actúan de esta manera, pues todavía existen algunos medios que se encuentran al servicio de la ciudadanía y no de la conveniencia de grupos o personas, sin embargo, son minoría.

Probablemente nosotros no somos conscientes de la mencionada situación, no obstante, esto es parte de nuestro estilo de vida cotidiano y por ello hemos aprendido a normalizarlo. Los medios masivos juegan un papel preponderante en la vida de las personas debido a su alto impacto social. Los consumidores de ellos somos productos a los que se nos crean “ideas” y “necesidades” a través de los mensajes que estos emiten, situación que nos convierte en esclavos del sistema mediático sin que siquiera nos demos cuenta.

Debido a lo anterior, existe una larga lista de cuestiones desfavorables que los mass-media nos han inculcado a mexicanos y estadounidenses gracias a la promoción de ciertos estereotipos físicos establecidos y a las evocaciones constantes de vidas glamorosas y perfectas, hechos que resultan evidentes en los mensajes emitidos por ellos. Como consecuencia de esta situación, se han fomentado diversas actitudes negativas en las sociedades, entre ellas el racismo.

En el caso específico de México y Estados Unidos, los medios masivos de comunicación han contribuido a la creación de una imagen comparativa entre ambos países, en la que desafortunadamente México resulta mayormente desfavorecido y Estados Unidos sumamente enaltecido. Esta situación es decepcionante, pues en varios casos, resulta vergonzosa la ideología que los ciudadanos de ambas naciones asumen hacia la cultura de la otra. A menudo, las posturas, opiniones o pensamientos; no se hallan bien fundamentados, sino simplemente son el reflejo de la manipulación mediática existente, la cual trae como consecuencia posturas racistas y “malinchistas“.

Para los estadounidenses, México suele significar pobreza, delincuencia, hambre y desolación; en cambio, para muchos mexicanos, Estados Unidos es el paraíso, pues al parecer, ahí habitan los reyes del mundo. Y aunque de alguna manera, esta última mención tiene razón de ser, puesto que los magnates más poderosos son originarios de dicha nación y tienen mucha capacidad de influencia en otras regiones del mundo; este solo es el caso de aquellos que pertenecen a las altas esferas del gigantesco imperio, situación en la que no se encuentran todos los ciudadanos de ese país, sino apenas unos cuantos.

Por otro lado, los constantes mensajes elitistas emitidos por varios medios masivos, han provocado que muchas personas desprecien la tez morena y deseen ser rubias o blancas, tan “perfectas” como los sujetos que se observan en esos mundos mediáticos surrealistas. Por tanto, dicha situación, entre otros factores, ha contribuido a que el asunto racial continúe siendo un problema social grave en todo el mundo; pero especialmente, favorece que dicho conflicto se recrudezca entre naciones con rasgos físicos opuestos, como es el caso de México y Estados Unidos.

Todo lo mencionado anteriormente, desgraciadamente se ha potencializado con la reciente llegada al poder del nuevo presidente del vecino país del norte, quien evidentemente ha puesto énfasis en marcar las diferencias raciales entre ambas naciones, creando así un ambiente polarizado, elitista y xenófobo entre sus gobernados y los ciudadanos de otros países, especialmente latinos.

Desafortunadamente, lo que predomina hoy en la vida del ser humano es el deseo materialista; antes que todo, tienen más valor la clase social, los bienes que se posean o “la belleza física”; todo ello se encuentra muy por encima de los sentimientos, del respeto a los demás y del humanismo. Las personas actualmente suelen ser clasificadas como objetos, como mercancías, y al mismo tiempo como consumidores pasivos y sumisos; son productos con los que los poderosos mercadean y a quienes pueden sobajar dando valor de acuerdo a su raza, color, dinero o aspecto físico.

Es increíble el deterioro social en el que el mundo se encuentra, los individuos son en su mayoría superficiales y banales; muchos son capaces de pisotear la vida y la dignidad humana a costa de ejercer el poder o la supremacía racial.

La realidad es triste y decepcionante, sin embargo, nos quejamos por los pensamientos xenófobos y raciales que imperan en algunas personas y sociedades -como es el caso de Estados Unidos- pero no nos damos cuenta que esa misma discriminación la ejercemos dentro de nuestro propio país: siendo malinchistas, atacándonos entre nosotros, humillándonos, sobajándonos, o etiquetándonos por rasgos, fisonomía o posición social; por tanto, también somos parte importante de este problema, ya que mientras no prediquemos con el ejemplo y seamos coherentes entre el pensar-decir- actuar y hagamos a un lado estas acciones que no favorecen en nada al bien común, la situación al respecto no cambiará; lejos de presentar mejorías, persistirá, pues como se vislumbra el panorama, estas actitudes se fomentarán cada día más.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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