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Estamos empezando el año y las noticias económicas pesimistas no dejan de emerger, no es suficiente con el incremento en el precio de la gasolina, o el cambio en Estados Unidos de presidente con promesas de formar un muro entre México y Norte América, también debemos sumar la depreciación del pesos con respecto al dólar y con las demás monedas del mundo, sin olvidar la corrupción y el despilfarro del gobierno federal, estatal y municipal que desvían los recursos sociales para sus propios bolsillos.

Se convirtió en un lugar común la inestabilidad y la incertidumbre económica personal, familiar y nacional durante los últimos años. Pero en particular durante el segundo semestre del año pasado hasta estos días primeros del 2017 tenemos un rally de noticias negativas que no terminamos de digerir una, cunado y ya tenemos la siguiente en puerta.

El recién fallecido sociólogo, Zygmunt Bauman llama a este proceso de deterioro social como “modernidad liquida” donde los fenómenos sociales y económicos son cortos y siempre seguido de otro que hace olvidar el fenómeno anterior. De manera que el eje central del sistema es la inmediatez y la corta duración de los fenómenos socioeconómicos.

Es está velocidad, lo que en ocasiones dificulta observar los fenómenos económicos que están a nuestro alrededor. Actualmente la economía mexicana vive un sistema de libre mercado, que busca la eficiencia en la distribución de recursos a través de la libre competencia y el beneficio individual.

Se libero el tipo de cambio, se flexibilizo los contratos laborales, se abrieron las fronteras para intercambiar mercancías, ahora estamos por liberar los precios del petróleo y los energéticos. Lo único que sigue anclado y fijo es la canasta básica y el salario mínimo.

Mientras los precios de mercancías, energéticos y monedas están vinculados a los movimientos de mercado del exterior, los productos de primera necesidad y el ingreso, es tan sujetos a lo que dicta la política económica mexicana.

Si los precios de las mercancías que son importadas a México suben de precio en 20 por ciento, por que los salarios de los trabajadores que los producen han aumentado en 20 por ciento, el comprador mexicano tendrá que adquirir estos productos sin ningún aumento en su ingreso.

La economía familiar camina a la velocidad del salario mínimo, y consume al ritmo de la canasta básica. Mientras la economía nacional corre a la velocidad del dólar, del precio internacional de la gasolina y de los productos importados.

Es de vital importancia para emparejar la carrera que las reglas sean igual para todos los factores productivos, y no que algunos tengan que intentar correr con grilletes.

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