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Columnistas-NahirGonzalez

El término educación para la recepción se puede definir como el conjunto de técnicas encaminadas a que los sujetos sociales receptores, tanto individuales como colectivos, tomen distancia de los medios de comunicación y sus mensajes; lo cual les permitirá ser más reflexivos, críticos y, por tanto, independientes y creativos; situación que les hará recobrar y asumir su papel activo en el proceso de la comunicación.

Dicha tendencia surgió durante la década de 1970 en algunos países europeos y en Australia, posteriormente se extendió a Canadá y Estados Unidos debido a la necesidad de educar a los individuos ante el acelerado desarrollo tecnológico de los diversos medios de comunicación.

Actualmente algunos teóricos críticos latinoamericanos –como es el caso del mexicano Guillermo Orozco– también han tomado en cuenta el término, pues piensan que las personas tienen una fuerte necesidad de afirmación frente a los aparatos de comunicación masiva.

La recepción siempre ha sido objeto de estudio en los procesos culturales de comunicación, puesto que es de suma importancia saber de qué forma los individuos pueden reaccionar ante un mensaje emitido, así como tener en cuenta las repercusiones que éste pueda tener en ellos.

Es considerado por varios investigadores que el receptor frente al medio de comunicación es un sujeto capaz de aceptar, negociar o rechazar las propuestas que se hacen a través de los mensajes; por tanto, es notable que trabajando al respecto, se pueden desarrollar las capacidades analíticas de las personas, para así crear mejores sociedades que cuenten con gente preparada, capaz de afrontar este mundo globalizado y mediático en el que nos encontramos, sin dejarse engañar o manipular por los mensajes emitidos a través de los poderosos medios de comunicación.

La intención de poner en práctica procesos de educación para la recepción, es crear en la sociedad una visión diferente respecto a los mass-media, es decir, hacerlos ver como fuentes de aprendizaje y no sólo como vehículos portadores de información o de entretenimiento.

Desafortunadamente los países latinoamericanos no han tomado esta propuesta como aportación a sus sistemas educativos, los estudios que se puedan hacer en torno a ella se mantienen al margen de estos últimos; como consecuencia, resulta evidente que los mexicanos también hemos sido fuertemente afectados por la negativa relación establecida con los medios de comunicación, especialmente con la televisión –que es el medio predominante en la mayor parte de la población- y con internet, el cual actualmente se ha popularizado en los sectores más urbanizados.

Los mensajes emitidos por internet y televisión, tienen un alto impacto social y un fuerte poder de manipulación, ya que alcanzan a muchas mentes que constantemente son bombardeadas con contenidos diversos, los cuales se infiltran fácilmente en la psicología de los individuos y resultan sumamente nocivos cuando el receptor no asume un papel reflexivo y crítico ante ellos.

Es necesario asumir conceptualmente que la relación entre televisión y receptores o internet y receptores, es compleja y muchas veces conflictiva, pues no es unívoca y directa, sino que está mediatizada por distintos elementos: situacionales, institucionales, culturales, económicos y políticos.

El entorno en el que se desenvuelve el receptor determina la forma en que los mensajes son recibidos. El receptor y su proceso de recepción son dependientes de las “mediaciones” (significados derivados de las interacciones sociales establecidas) que su condición como individuo dentro de la sociedad le brinda y de sus “hábitos” (comportamiento repetido regularmente en su vida) de recepción.

La recepción de mensajes no se limita al momento de ver, escuchar o leer la información que brindan los mass-media, ya que el receptor no llega en blanco a dicha acción; por el contrario, trae consigo todo un marco referencial del que no se separa para exponerse al medio y el cual influye en su interpretación de los contenidos.

Observando dicho panorama, es necesario poner en práctica métodos y acciones que coadyuven a educar a la sociedad en general dentro del ámbito de la recepción. Los medios de comunicación no tienen por qué ser enemigos del conocimiento, sino promotores de él; sin embargo, debido a que la mayoría de la ciudadanía no tiene la capacidad ni la posibilidad de influir directa y ampliamente en los contenidos emitidos por los medios, lo único que queda es aprender a tomar de ellos sólo lo que sea de utilidad y desechar lo que es nocivo, siempre siendo críticos y reflexivos al realizar estas acciones.

Nunca es tarde para que alguien aprenda a convivir adecuadamente con los mass-media, no obstante, es posible que si se pusiera empeño en educar a los niños desde pequeños, se tendrían menos problemas de los que ahora existen respecto a la manipulación ejercida en la mente de los individuos; como es el caso de los recientes rumores suscitados los primeros días de enero del presente año, a causa de la inconformidad social, protestas, bloqueos y saqueos (posiblemente orquestados en su mayoría, con fines políticos) que surgieron como consecuencia del denominado “gasolinazo”.

Especialmente en internet y específicamente en redes sociales, corrieron diversas falsedades al respecto; las cuales muchas personas tomaron como ciertas. Este hecho causó pánico entre varios individuos y por tanto -entre otras cuestiones- generó fuertes pérdidas económicas debido al miedo infundido en la mente de las personas para salir a la calle o mantener abiertos los comercios; cuando en realidad, gran parte de los mensajes esparcidos eran mentiras, distorsiones o en muchos casos, carecían de lógica y de sustento real.

El hecho de enseñar a la sociedad a analizar los contenidos de los medios, puede traer varios beneficios tales como: apreciación y tolerancia para la complejidad; hacer elecciones efectivas en un ambiente saturado de medios; sensibilidad y respeto hacia múltiples puntos de vista; construir y diseminar mensajes eficazmente; ser parte de un equipo y una comunidad valorada, respetada y en funcionamiento; hacer uso efectivo de redes de familia, comunidad y culturales; fijar metas personales significativas para el futuro y muchas mejoras más, similares a las mencionadas.

Todo ello llevará a la creación de ciudadanos más reflexivos, críticos y constructivos, que serán capaces de emitir juicios adecuados para la correcta toma de decisiones a lo largo de su vida, así como de aportar acciones efectivas en pro del bien común.

Por supuesto que poner en práctica estas tendencias es una tarea ardua pero no imposible, sólo es cuestión de concientizarse, valorar los beneficios que esto traería a la sociedad y estar dispuestos a trabajar fuertemente en ello para finalmente lograr ser personas educadas y preparadas, capaces de afrontar la dinámica mediática del actual entorno.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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