Columnistas-NahirGonzalez

El término “mobbing” –también conocido como acoso moral en el trabajo- fue establecido por primera vez en 1990 durante un “Congreso sobre Higiene y Seguridad en el Trabajo”, gracias a la aportación del doctor en psicología laboral, Heinz Leymann; quien define al mobbing como una situación en la que una persona o personas ejercen una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente y durante un tiempo prolongado sobre otra persona o personas en el lugar de trabajo; con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima o víctimas, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente esa persona o personas acaben abandonando el empleo.

Como es notable, el mobbing hace referencia a situaciones de carácter psicológico laboral que afectan al trabajador a tal punto que dañan o perjudican su dignidad personal y que significan un deterioro a su salud física o psíquica, vulnerando derechos esenciales de los individuos y ocasionando un grave detrimento o perjuicio para la víctima.

Aunque muchas personas afirman que el acoso moral y las agresiones ejercidas en cualquier dirección y nivel jerárquico -especialmente las perpetradas de jefes a subordinados– son parte normal de la vida laboral, lo cierto es que no tienen razón de ser y de ninguna manera son hechos aceptables; puesto que el mobbing no se trata de una conducta aislada, sino de un conjunto de situaciones que afectan gravemente al trabajador en su equilibrio psíquico; de tal manera que puede acarrearle depresión, aislamiento y llevarlo a renunciar a su empleo o en los peores casos, a padecer una enfermedad mental grave, que incluso podría desembocar en suicidio.

El mobbing conlleva una comunicación hostil y desprovista de ética, lo que arroja a los individuos a situaciones de soledad e indefensión prolongada, a través de acciones de hostigamiento recurrentes y persistentes y a lo largo de un extenso periodo; como consecuencia de la alta frecuencia y duración de dichas conductas hostiles, tal maltrato se traduce en un enorme suplicio psicológico y social para los trabajadores que lo padecen.

Resulta complicado establecer comportamientos que determinen tajantemente el acoso laboral, debido a las diferentes peculiaridades de relaciones interpersonales establecidas para cada caso; ya que ello depende de cómo son los agresores, las víctimas y el entorno en el que se desarrolla el conflicto, así como el modelo de organización en el que se suscita el problema.

Como consecuencia, suele haber ciertas confusiones al percibir el modo de actuar de los diversos individuos y catalogarlo como mobbing. Para tener mayor orientación al respecto, han surgido diversas posturas teóricas; sin embargo, la más notable es la de Heinz Leymann, quien estableció la herramienta LIPT (Leymann Inventory of Psychological Terrorization), en la cual se indican 45 comportamientos susceptibles de ser considerados mobbing si se presentan de forma sistemática (al menos una vez por semana) y durante un tiempo prolongado (al menos durante seis meses).

Todos los casos de mobbing son diferentes, las condiciones de cada situación están determinadas por características particulares, por tanto; empleados, directivos y empresarios, deben poner especial atención en lo que ocurre con sus compañeros de trabajo o bien con ellos mismos, ya que el acoso moral podría estar haciéndose presente sin que la gente lo perciba o le preste atención, hecho que a la larga podría traer consecuencias graves.

Las situaciones de mobbing no provocan exactamente los mismos efectos y reacciones en todas las personas; ya que las diferencias entre las habilidades, capacidades y recursos para afrontar los problemas, pueden ser muy distintas; sin embargo, sus consecuencias no son sanas en ninguno de los casos, para ningún ser humano.

Las secuelas negativas del acoso moral, no solo afectan a los individuos; en el caso de las organizaciones, la existencia de mobbing trae consigo resultados muy desfavorables, puesto que esencialmente, el ambiente laboral se enrarece; lo que ocasiona desmotivación e insatisfacción en los trabajadores, y por tanto, aumento del índice de siniestralidad y disminución de la calidad del trabajo desempeñado; ocasionando así un fuerte detrimento en la productividad de la empresa o institución, hecho que podría llegar a ser grave para la subsistencia y crecimiento de una entidad organizacional.

Resulta indispensable prevenir y erradicar la existencia de mobbing en las organizaciones. Las acciones que se pongan en práctica al respecto deben estar encaminadas a evitar en la medida de lo posible, la aparición de conflictos; o en su caso, la resolución de los mismos a tiempo.

Lo anterior, se conseguirá a través de una adecuada organización del trabajo, de la realización de análisis periódicos sobre lo que ocurre en el entorno laboral y de la puesta en práctica de los instrumentos necesarios para prevenir, regular y cuando sea necesario, sancionar duramente la aparición de situaciones de acoso en el centro de trabajo.

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