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Ante la divulgación oficial de los malos resultados obtenidos por estudiantes mexicanos en la prueba Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) 2015, Aurelio Nuño Mayer pasa del azoro al reconocimiento, a las acusaciones y a la formulación de esperanzas.

Transita del azoro que le habrían causado los resultados “no idóneos” obtenidos por estudiantes mexicanos y mexicanas en la reciente evaluación realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), al reconocimiento por el nulo avance registrado en calificaciones por quienes participaron en la muestra 2015.

Acusa a las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón, lo mismo que a Elba Esther Gordillo Morales, ex presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), por las malas calificaciones obtenidas, mismas que se extenderán a las que alcanzarán quienes participarán en evaluación que se aplicará el año próximo, cuyos resultados se publicitarán en diciembre de 2018.

Tras salir reprobados, Nuño Mayer curándose en salud, anuncia que los buenos resultados se alcanzarían en 2025 cuando él forme parte de la historia.

Sin embargo, quienes han sido señalados como responsables por las calificaciones deficientes subrayan que la tarea le corresponde al Estado, a la sociedad, a madres y padres de familia, a los propios estudiantes y no solo al magisterio.

Rubrican que los resultados obtenidos ubicaban a los y las estudiantes de Oaxaca en 2008, por encima de los que habrían obtenido sus similares de Brasil; culpan a la campaña de desprestigio iniciada por Mexicanos Primero asociación civil y por el propio Nuño Mayer en contra del magisterio, a la falta de inversión en infraestructura física y educativa, a la carencia de un proyecto nacional en materia educativa que incluyera un nuevo modelo y la readecuación de planes así como programas.

Establecen que la administración perdió una oportunidad “de oro” para iniciar una reforma educativa de envergadura que respondiese a las necesidades y a los requerimientos de la sociedad en su conjunto; señalan que el gobierno quemó la pólvora en infiernitos al centrar el cambio educativo en una evaluación de permanencia -la de ingreso que ya se aplicaba y que nunca fue cuestionada-, sin enfocarse en consensuar un proyecto y modelo educativo coherente, a la formación y actualización del personal docente y de los insumos requeridos por las escuelas.

Empero, las razones que podrían explicar el fracaso educativo, traducido en calificaciones reprobatorias, parecerían ser más simples de lo que en realidad son. Tendrían que ver con lo que se enseña y cómo se enseña, cómo se estudia y con qué herramientas (libros), entre lo que se evalúa, con qué y cómo se evalúa.

Mantendría relación con quien decide sobre las políticas públicas que se adoptan para el sector educativo y quienes tienen la responsabilidad de instrumentarlas, entre la toma de decisiones que prioricen lo público sobre lo privado, la enseñanza sobre los intereses particulares y los negocios.

Guardaría relación con la “formación, actualización y desarrollo de docentes”, con la práctica profesión y la especialización de quienes forman a niños, niñas y adolescentes.

Silvia Schmelkes del Valle, consejera presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), reconoce que “cuando los profesores que están en nuestras aulas no fueron formados ellos mismos para desarrollar competencias de alto nivel de complejidad cognitiva, como los que miden los niveles 5 y 6 de PISA, es difícil que nuestros alumnos las tengan, por eso es tan importante la reforma (educativa) integral” (goo.gl/Fq5qLJ).

Pone el dedo en la llaga, el quid del asunto radicaría, entre otros factores en la falta de transformación de los planes y programas de las instituciones formadoras de docentes para instituir a sus egresados y egresadas de manera acorde a los compromisos adquiridos por el Ejecutivo federal ante OCDE. Lo mismo aplicaría para quienes docentes en servicio, carecen de los elementos requeridos para formar en competencias a los estudiantes bajo su encomienda.

Si maestros y maestras carecen de las competencias docentes requeridas para el ejercicio de su encargo, lo mismo se puede estimar de planes y programas de estudio. El nuevo modelo educativo y la propuesta curricular para la educación obligatoria entrarían en vigor, de cumplirse los propósitos de Nuño Mayer, al inicio del ciclo escolar 2017-2018.

En tanto contenidos programáticos de las asignaturas evaluadas, los libros de texto utilizados y las evaluaciones de PISA, nada tienen que ver. Esto se debe a algunos mandos medios, intermedios y/o superiores de la alta burocracia educativa (Elisa Bonilla Rius, Directora General de Desarrollo Curricular y Directora de la Fundación SM México), favorecen la inclusión en la listas de textos sugeridos para la educación secundaria, de los libros de las empresas editoras con las que estuvieron vinculadas, aunque no se “apeguen” a la enseñanza por competencias, ni concuerden con lo que establecen los programas vigentes y que, por si fuera poco, presentan una visión fragmentada del conocimiento en asignaturas como física, química, biología y no la integrada que requirió la evaluación de “ciencias” en la prueba pasada.

Parecería poco para explicar los “malos resultados” pero no bastaría. Al personal docente poco capacitado, a los libros de texto sugeridos por compromiso y a la enseñanza parcial, debe sumarse la carencia absoluta de computadoras e internet en las instituciones a las que asisten los 7 mil 500 estudiantes seleccionados para presentar la evaluación de marras y que se contrataron con un costo adicional a los 44 millones de pesos que se habrían pagado a la OCDE.

“La falta de equipamiento y acceso a Internet en todos los planteles educativos, impidió obtener el diagnóstico por estado”, reconocería Schmelkes asunto que impide establecer, a la luz de esta prueba, un comparativo entre entidades. ¿Y aun así esperan buenos resultados y tienen la cara para culpar a Elba Esther y a los funcionarios del pasado? Nuño Mayer es responsable de sus propios errores.

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