¿Fusil legislativo o sospechosas coincidencias?

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, señala que no deja de resultar curioso que la propuesta del exdirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera, sobre la necesidad de constituir gobiernos de coalición si en las elecciones ordinarias un partido o un candidato no rebasa el 42% de la votación haya sido retomada por quien se supone es su adversario político y partidista, el gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle.

Sobre todo porque la propuesta de los panistas no había girado en torno a los gobiernos de coalición, sino a la segunda vuelta directa.

Las similitudes entre lo planteado por Manlio Fabio Beltrones el 19 de octubre, y la iniciativa que este martes enviará el gobernador Rafael Moreno Valle al Congreso de Puebla son sorprendentes, al grado que podría decirse que el mandatario prácticamente se fusiló la propuesta de aquél.

De entrada, el gobernador fijó el umbral de votación que definiría si hay o no necesidad de integrar un gobierno de coalición en 42%, exactamente el mismo porcentaje que mencionó Beltrones en el foro convocado por la corriente de Los Galileos hace 40 días.

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El cochinero morenovallista y su “operación limpieza”

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, indica que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se apresta a limpiar el lodazal de Rafael Moreno Valle. Y con ello apuntalar las ambiciones presidenciales del responsable de la muerte de un menor de edad, tras ordenar una brutal represión a los habitantes de Chalchihuapan.

A escasos dos meses de que el Señor de Los Cerros deje el poder, la CNDH exonerará a Moreno Valle del caso más sonado por la violación grave de derechos humanos sucedido el 9 de julio de 2014.

Se espera que este miércoles 30 de noviembre el organismo emita un comunicado para informar que el gobierno de Puebla ya cumplió con la recomendación 2VG/2014.

Y es que solo esperaban que Elia Tamayo, madre del niño José Luis Tlehuatle, aceptara el cheque de la indemnización, que dicen, superó el millón de pesos.

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Elia Tamayo, victima de múltiples chantajes y presiones

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, señala que ante la versión –no oficial– de que Elia Tamayo habría recibido 1.7 millones de pesos del gobierno del estado en resarcimiento por la muerte de su hijo José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo, un niño de 13 años que murió a manos de la Policía Estatal en la represión de 9 de julio de 2014 contra el pueblo de San Bernardino Chalchihuapan, resulta necesario entender el papel que ha jugado esta mujer, quien se ha destacado por su valentía, por tener el coraje de enfrentar el autoritarismo del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas y al mismo tiempo sufrir una larga serie de agravios y presiones extremas a los largo de los últimos dos años y medio.

Elia Tamayo es ante todo una victima del actual gobierno estatal y pese a que es una mujer con escasa formación escolar, que proviene de un estrato social de abandono y pobreza, es de las pocas ciudadanas que en este sexenio resistió con dignidad y coraje el autoritarismo violento que dominó al sexenio que está por concluir.

Su vida se convirtió de un día para otro en un tormentoso escenario que inicia con la muerte de su hijo, que luego siguió con los chantajes del gobierno del estado, la impunidad que existe sobre el asesinato del menor de 13 años, las presiones que sufrió de diferentes actores políticos y el volverse blanco de un conjunto de abogados, supuestos defensores de derechos humanos y otros personajes siniestros que aparecieron a su alrededor para intentar lucrar con la tragedia.

Queda claro que esta supuesta entrega del dinero responde a una urgente necesidad del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas de intentar lavarse la cara frente al proceso de selección del candidato presidencial del PAN, pues sabe que el incumplimiento a la recomendación 2VG/2014 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en la que se asentó la brutalidad policiaca contra el pueblo de Chalchihuapan, puede ser un arma para derribarlo en la carrera por la postulación panista.

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El PRI y Peña, por caminos separados

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que lejos del optimista discurso, de la falsa unidad, de la convenienciera visión de futuro que augura tiempos mejores, de las hipócritas imágenes que se reprodujeron obsesivamente en tiempo real vía redes sociales, por el Consejo Político Nacional priista del fin de semana se paseó el fantasma de una militancia crítica, que siente que su supervivencia y crecimiento no van necesariamente de la mano de los intereses electorales de Los Pinos.

Sienten que el actual grupo en el poder llegó y se mantuvo en lo más alto bajo criterios netamente monetarios, que usaron la primera magistratura para realizar millonarios negocios personales a su amparo y que lo que menos les importó fue cuidar el costo político de sus acciones en aras de mantenerse en la presidencia de la República por lo menos un sexenio más.

Miles de ellos han sido ya afectados por la indiferencia -y en algunos casos la traición- del gobierno federal a “su partido” en los procesos electorales celebrados este año en 13 entidades.

Ven con preocupación el declive imparable de Peña y su círculo cercano.

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El nuevo manotazo de Moreno Valle al tablero político de Puebla

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada en Diario Cambio, señala que a sesenta días de abandonar el poder, Rafael Moreno Valle le ha dado un nuevo manotazo al tablero de la política poblano con una iniciativa que pretende reformular las reglas del juego para 2018. El anuncio tomó a todos por sorpresa, ya que busca introducir dos nuevos elementos a tomar en cuenta para 2018. Uno modifica la forma de gobierno, otro el sistema electoral. En su conjunto, definen una nueva concepción del sistema político mediante gobiernos de coalición o semiparlamentarios—algo que ya está contemplado en la Constitución Política— y la posibilidad de organizar una segunda vuelta, una propuesta que el PRI rechaza furibundamente.

Ambas instituciones, gobiernos de coalición o semiparlamentario y segunda vuelta, estarían supeditadas a un hecho electoral: que el ganador de la gubernatura no alcanzara el 42 % de la votación. Aunque hasta hoy ingresará la iniciativa y se conocerán todos los detalles, todo indica que el ganador de la contienda por Casa Puebla que no obtuvo por ese porcentaje, tendría un mes para negociar en el Congreso local el apoyo de una o varias fuerzas parlamentarias para alcanzar una mayoría estable que dé gobernabilidad, además de aprobar a los integrantes del gabinete.

Transcurrido ese mes, en caso de no haber consolidado una alianza parlamentaria, el Congreso emitiría la convocatoria para una Segunda Vuelta que se disputaría entre los candidatos que obtuvieron la votación más alta.

Por supuesto, se trata de una modificación sustancial a la forma de gobierno y al sistema electoral. Por tratarse de una reforma constitucional, el morenovallismo requeriría una mayoría de dos terceras partes del Congreso y la mitad de los ayuntamientos, algo que pueden conseguir sin problemas, dado que en el peor de los casos sólo votarían en contra los ocho del PRI, Socorro Quesada y Julián Peña. Con 31 votos, la mayoría morenovallista puede aprobarlo en fast track.

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De cómo Joan Sebastian y Margarita la Diosa de la Cumbia gobernaron Puebla

Mario Alberto Mejía en su columna La Quinta Columna, publicada en 24 Horas Puebla, indica que el sexenio de Mario Marín acabó el día en que el efecto Lydia Cacho cayó como una bola de fuego en los jardines de Casa Puebla.

Ese día descubrimos azorados que el poder de un gobernador es tan frágil como las cerezas guardadas en el refrigerador en un verso de William Carlos Williams.

De un solo golpe se vino abajo todo lo que se había construido en doce meses y medio:

Una red de corrupción que abarcaba empresarios y periodistas adictos, un edificio de simulaciones, una mafia que todo decidía, un burlesque perenne del alma marinista y un proyecto presidencial en el que cabía un Benito Juárez de la mixteca poblana tocando la flauta para deleite de los borreguitos laicos y liberales.

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