Ayuntamiento de Puebla analiza crear otro panteón municipal. Foto: Especial
Platicar entre tumbas, poblanos no olvidan a sus muertos en el panteón municipal. Foto: Especial

Desde temprana hora, el Panteón Municipal se convirtió en un punto reunión de las familias poblanas que entre flores, frutas, música e incienso acudieron a dejarles vivas muestras de cariño a sus muertos, a pesar del paso del tiempo.

Las tumbas lucieron imponentes con  sus arcos góticos europeos y rostros de ángeles, con sus columnas griegas similares a las de El Partenón, y sus imponentes cruces, el mayor símbolo del cristianismo.

Sin embargo, ese no fue el caso de todos los “muertitos”, pues aunque había tumbas muy conservadas, otras mostraban los evidentes signos del reclamo del tiempo y el olvido, pues sus puertas se cubrían de óxido, y el cemento en el suelo dejaba ver unas paredes huecas y sin color, asimismo hubo casos en los que la hierba creció hasta el techo inclinado.

Platicar entre tumbas

El dolor que deja una muerte se convierte en recuerdo y respeto por la última morada de las personas cuyas almas están en el otro mundo, siendo una muestra de ello las coloridas tumbas que están recién pintadas, limpias, resanadas, y adornadas con flores, tal es el caso de la tumba que alberga a don José Luis Rojas Flores, quien falleció a los 79 años de edad en noviembre del 2015.

El difunto es visitado cada ocho días pues tiene un año que falleció, y procuramos que tenga flores y este limpia pues mi papá creía que era importante recibir a las almas que nos visitan en esta fecha y cuidar su última morada, (…) ahorita platicaremos un rato con él, rezaremos y regresaremos a la casa donde está su ofrenda”, comentó una de sus hijas.

Mientras, la familia Ruiz de Díaz además de adornar la ofrenda con cempasúchil, dejaba la tercera cruz del cabo de año para su madre, acompañado del ahora padre viudo y de los niños, quienes dedicaron el tiempo a barrer las hojas marchitas que cubrían el suelo de la difunta.

En tanto, familiares del fallecido Julio Peralta, quien partió el 7 de noviembre de 1977, no solo de lavaron su recinto, sino que colocaron manzanas, naranjas, mandarinas y una veladora junto a su foto para poco después marcharse, no sin antes dejar impregnado un intenso olor a incienso.

Amor eterno

“Que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca…” se escuchaba a cargo de un mariachi que cantaba Amor Eterno, en la tumba recién barrida y con flores de Genaro y Catarina García, fallecidos hace ya 5 años y 40 años, respectivamente.  

Cerca del crematorio, la pintura “Las dos fridas” de Frida Kahlo fue recreada con arroz –lo cual dio forma a los vestidos–, maíz palomero –para las cintas del amarillas que cruzaban el atuendo–, mientras, la lenteja, el ayocote y el frijol daban vida a los brazos y el rostro de las mismas, y el corazón se dejó al vacío rodeado de un color negro luctuoso.

Las hojas muertas de los árboles y el clima otoñal son testigos de que un año más se recordó a quienes transitaron por las calles poblanas, los cementerios aquellos que existieron y se fueron, pero también esperan con gusto a todos los que festejaron este 2 de noviembre en las calles de Puebla.