Columnistas-AlbertoHidalgoMontes

No es nada común escuchar al colectivo social dirigirse a los custodios penitenciarios como corruptos, responsables de todas las fugas, incompetentes, violadores de derechos humanos, entre otros muchos vituperios. Sería ingenuo negar que parte de eso es cierto, pero recalcando el “parte de eso”, la verdad es que lejos del glamour y la publicidad del “Nuevo Sistema de Justicia Penal” que instaura la oralidad adversarial, el cual apenas comienza en México, el eslabón correspondiente a la seguridad penitenciaria es el más endeble y no por culpa de los custodios penitenciarios como se piensa.

El error más grave dentro del Sistema Penitenciario está desde la base, lo anterior debido a la capacitación que se da al personal. El curso de formación inicial para Policía Preventivo (a nivel federal, estatal o municipal) debe de contener una duración mínima de 882 horas de capacitación (alrededor de 6 meses) contra 471 horas de capacitación para convertirse en Custodio Penitenciario (poco más de 3 meses), esto según el Plan Rector de Profesionalización vigente del Sistema Nacional de Seguridad Pública (que es el órgano rector en la materia de formación y profesionalización de elementos policiales a nivel nacional).

Se busca personal con menos nivel académico, cuando debiera ser ya un estándar nacional contar mínimo con educación media superior y, como cereza de pastel, se le paga un promedio de 30% menos; como si su labor no fuera igual o incluso más peligrosa que la de los policías preventivos.

Estamos hablando de que un policía preventivo tiene como mínimo casi el doble de formación que un custodio penitenciario, desventaja que se ve agravada por el entorno laboral del segundo –ya que el personal que labora en los Centros Penitenciarios se encuentra con mayor estrés laboral debido a las condiciones imperantes en un Centro de Reinserción Social.

Es decir, literalmente se encuentran encerrados junto a las personas que deben resguardar con todo lo que esto conlleva. Esto sin mencionar que no se llegan a los estándares mínimos internacionales en cuanto a personal se refiere, que nos hablan de un custodio por cada 10 internos.

Es importante que se voltee la mirada de las autoridades a los centros penitenciarios mexicanos. Estamos perdiendo la oportunidad de oro para poder prever o interrumpir acciones delincuenciales, lo anterior, a través de las Unidades de Inteligencia Penitenciaria.

Es un hecho que las Unidades de Recolección de Inteligencia más eficientes comienzan en las prisiones, donde puede interceptarse (si se tiene la capacitación adecuada) una gran cantidad de información que puede coadyuvar la cumplimentación de investigaciones policiales, interrupción de operaciones ilegales así como para la prevención de delitos como extorsiones, homicidios, fraudes, etc.

Existen cientos de teóricos del penitenciarismo en México, pero no así personal con experiencia operativa, de éstos existen solo unos cuantos liderados por Enrique Thoth Verdeja Márquez que, por su propia formación como custodio penitenciario, ha generado a través del tiempo dos obras literarias. Es importante no desperdiciar esa experiencia operativa que realmente puede generar un cambio positivo.

Otro gran ejemplo a nivel internacional es el de Gabriel “Gabe” Morales que, al igual que Enrique, con formación como custodio penitenciario se ha vuelto uno de los más prolíficos autores de pandillas latinas en Estados Unidos.

Señores, es importante ver más allá de teorías criminológicas o sistemas de justicia, ya que de nada sirven si quien realiza la función de la Seguridad Penitenciaria se encuentra mal seleccionado, mal capacitado y peor pagado; no todo es corrupción, no todo es incompetencia. Sin embargo, esta es la realidad que impera en el Sistema Penitenciario en México, nos guste o no.

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Experto en el tema de seguridad y pandillas.