El día jueves 20 de octubre, la columna “En punto” de El Sol de Puebla publicó un comentario sobre el que vale la pena hacer algunas reflexiones, para que la opinión pública observe con qué facilidad algunos periodistas se erigen en jueces de la sociedad.

Ese mismo jueves, la titular de la SEP de Puebla también se lanzó contra los antorchistas y, en síntesis, dijo que no iba a resolver las demandas de los maestros adheridos a la organización. Finalmente, este martes 25 de octubre, el portal de internet del tristemente célebre Roberto Desachy, enjuició y condenó las manifestaciones de los jóvenes fenerianos que piden mejores escuelas.

Se trata, en suma, de una campaña de medios orquestada por el Gobierno del estado para no resolver las justas demandas del antorchismo. Y la manipulación política éstas deja claro que la verdadera intención de los críticos oficiosos no es garantizar “el cumplimiento de la ley”, sino la prosaica defensa del gobierno estatal que se niega en redondo a cumplir con sus obligaciones básicas con los poblanos. Por ello, creo estar en mi derecho a ejercer mi opinión y dar una respuesta puntual. Vamos, pues, por partes.

El Sol de Puebla apunta: “Quién sabe si por el cambio de gobierno pero los antorchistas del estado insisten en conseguir una larga lista de beneficios (canonjías) en sólo unas semanas”.

Más adelante, la misma columna aclara cuáles con las “canonjías” que pedimos: “exigen la construcción y remodelación de aulas escolares”.

¡Vaya! ¡Qué escándalo! ¡Los antorchistas exigen escuelas para sus hijos! Si viviéramos en la Edad Media, el redactor de la columna “En Punto” demandaría de inmediato la horca para los antorchistas que piden educación o daría aquel grito que aterrorizó a toda la sociedad durante mil años: ¡A la hoguera por pedir ciencia! ¿Es acaso la vuelta del oscurantismo? Qué mentalidad tan atrasada debe tener aquel que es capaz de llamar “canonjía” al derecho básico de recibir una educación de calidad.

El “intelectual y bien preparado” redactor de la columna de marras, en su ira loca contra la educación de los pueblos, no duda en desempolvar las “mejores” ideas del Santo Oficio para golpear a diestra y siniestra, como chivo en cristalería, este derecho de todo ser humano. Ya sólo le faltó rebuznar, como lo hizo en 1936 el general José Millán – Astray, en una réplica a un brillante discurso de Miguel de Unamuno: ¡Muera la inteligencia!

Ahora resulta que los pobres no sólo deben defender sus derechos conculcados, sino aprestarse también a dar explicaciones de por qué defienden esos derechos. ¡Faltaba más! No hay duda: es el regreso del oscurantismo medieval y el redactor de “En punto”, cómodamente, toma su lugar en la silla del Santo Oficio para condenar, urbi et orbi, a los descarriados que piden un poco de ciencia.

En efecto, cualquier persona libre de prejuicios se ha de preguntar con mejor tino: ¿Y por qué se ven obligados a pedir lo que el gobierno debería resolver sin andar regateando? ¿Por qué es necesario que se le recuerden sus obligaciones? ¿Por qué en lugar de poner trabas y más trabas, los señores funcionarios no se ponen a trabajar? ¿Que no la sociedad les paga para que resuelvan? ¿O qué, les pagamos con moneda de oro para violar la constitución? Porque la educación, por si no lo saben los señores que atienden en la SEP, es un derecho constitucional.

Pero resulta que la titular de la SEP en Puebla, Patricia Vázquez del Mercado, ha dicho públicamente que no va a resolver las demandas de los antorchistas, escudada en entresijos legaloides: “Somos un estado -el gobernador lo ha manifestado- que apoya la Reforma Educativa”, afirmó.

¡Muy bien! ¡Nadie le pide que viole la reforma, sino que la aplique con justicia! Antorcha no sólo apoya a la educación con declaraciones mediáticas, sino que lo hace en el terreno de batalla: en las escuelas. Tenemos más de 150 maestros impartiendo clases desde hace varios años en comunidades de todo el estado a quienes ni la SEP, ni el gobierno ni la dichosa Reforma Educativa les pagan un salario por sus servicios; se mantienen con las cooperaciones de los padres de familia o de la organización.

Y a pesar de ello, como buenos maestros, no dudan en continuar con su labor educadora. Pero a la SEP se le hace muy fácil aventar el problema para otro lado, escudándose en trabas legales. No se quiere hacer cargo de que estos buenos hombres y mujeres -que le están haciendo de buena gana el trabajo que la propia SEP debería atender-, también comen y visten y tienen familia a la cual deben procurar.

Pero no son las únicas demandas que tenemos pendientes, no de ahora “por el cambio de gobierno” como dice El Sol de Puebla, sino desde hace muchos años. No haremos una lista pormenorizada con el total de demandas pendientes, aunque podemos ofrecerla a quien nos la pida. Es suficiente decir que se trata de:

1) La construcción de aulas, sanitarios, plazas cívicas, salas de cómputo, laboratorios y bardas perimetrales en muchas escuelas de la capital y varios municipios del interior del estado.

2) La donación de terrenos a favor de la SEP por parte de los gobiernos estatal y municipal, para la construcción de seis escuelas.

3) La entrega de claves de funcionamiento a 30 escuelas, para que puedan ser beneficiarias de los programas de gobierno.

4) Plazas y horas para maestros que resultaron ser idóneos en la evaluación.

5) La aplicación de 17 millones de pesos en la construcción de la segunda etapa de la Casa Cultural Estudiantil Macuil Xóchitl y de la Casa Estudiantil Hermanos Serdán, cuyos recursos fueron gestionados por los diputados antorchistas en la Cámara de Diputados.

¿Alguien puede afirmar, en su sano juicio, que estamos pidiendo canonjías? No lo creo. Son necesidades todas comprobables y de la entera competencia de la SEP y el Gobierno del estado, quienes se escudan en la falta de recursosaunque hayan tapizado de publicidad al país con miras a las elecciones presidenciales de 2018.

A la Secretaría General de Gobierno, cuyo titular es el señor Diódoro Carrasco Altamirano, no le parece que los desarrapados le recuerden sus obligaciones. Y por ello “lanzó un llamado a la organización Antorcha Campesina a no utilizar a los jóvenes estudiantes en las marchas en apoyo a peticiones que responden a los intereses de la mencionada agrupación”. Nada nuevo en la declaración: el trato despótico y el egoísmo que campea en el mundillo de la política.

Los jóvenes de la Fnerrr, valientes y dignos, luchan por sus demandas, en defensa de sus derechos, como quedó demostrado con la lista anterior de peticiones. Pero resulta que el señor secretario, experto en manejo de masas, ofrece cátedra de lo que sí debe y lo que no debe hacer el buen estudiante: no sólo no les resuelve sus problemas, sino que ahora también les ordena cómo deben comportarse. ¡Muy bien, señor secretario! ¡Llevamos buen paso rumbo a la dictadura! Pero no se amedrenten, jóvenes, y recuerden las palabras de Miguel de Unamuno, pronunciadas en la Universidad de Salamanca contra el falangismo: “Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto”, y defiendan la educación crítica, científica y popular, recordando siempre que ustedes tienen la razón.

Los estudiantes de la Fnerrr, es cierto, en innumerables ocasiones se han solidarizado con las peticiones y la lucha de los campesinos y los colonos, probando de esta forma que, en un buen sector de la población, aún anida el bello sentimiento de fraternidad universal y que el egoísmo de la alta política actual todavía tiene un muro contra el cual se estampará un día, de forma definitiva.

Termino. Es necesario decir que la Secretaría de Infraestructura tiene en su poder, secuestrados, 300 millones de pesos para obras y servicios básicos en pueblos y colonias marginadas del estado. Como en otras ocasiones hemos explicado, esta bolsa de dinero fue gestionada y lograda por los diputados federales de Antorcha en beneficio de un importante sector de los poblanos a los que el gobierno no ha atendido.

Aquí no vale la cantaleta de que no hay recursos, porque el dinero ahí está y lo único que pedimos es que ya se aplique en las obras que aprobó la Cámara de Diputados. Así se sencillo. ¿Qué le cuesta al gobierno ejercerlo? ¿Por qué lo retiene? ¿Acaso pretenden usarlo en otros menesteres? Esperemos que no.

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