Columnistas-AlvaroConrado

En la Escobilla, del municipio Santa María de Tonameca, playa situada en el Pacífico mexicano, y en el estado de Oaxaca, es el santuario de la tortuga Golfina, un cetáceo también conocido con el nombre de Quelonios, las tortugas concurren por cientos de miles, en arribazones de dos a tres por temporada de cada año.

En el pasado mes de agosto acaeció la primera de ellas y este 21 y 22 de septiembre fue el segundo evento de tan nobles animales, que en una playa coma la de Escobilla, a lo largo de sus 15 kilómetros de largo, llegan para desovar después de haber viajado largas distancias en las aguas del mar.

La tortuga Golfina como otras muchas especies endémicas, deben ser protegidas de depredadores de diversa índole, pues los hay los naturales de los animales que, de por sí, están en su entorno; de los animales en tierra y aire; pero sobre todo el más dañino; desgraciadamente: el hombre.

Somos nosotros los que mayor mal les causamos, las imágenes ilustran cómo los lugareños cercanos a los sitios de desove llegan furtivamente por las noches, a robarse los huevos de los nidos construidos por las tortugas y poner el producto en el mercado negro. Aprovechando la escasa o nula vigilancia, de los custodios encargados de proteger los animales; y cuando no, con el visto bueno, el contubernio de ellos que les propician a los depredadores el hurto.

Es alarmante cómo las personas llegan incluso detrás de las tortugas en el momento mismo del desove y con sendas bolsas de plástico, se las colocan a las tortugas y se roban los huevos con la complacencia de los vigilantes.

Por su parte, las autoridades de Tonameca, el año pasado, declararon que para evitar el robo del huevo de tortuga, habían adquirido dos drones para implementar vigilancia constante, lo que resulto un mito, pues los famosos drones brillan por su ausencia en estos días de desove y que sería cuando más se exigiría su presencia en la playa de la Escobilla.

Pero no, misteriosamente no fueron colocados, pero sí declararon que su costo había sido de 75 mil pesos, mismos que se cobraron en tiempo y forma.

En fin, han pasado ya dos desoves de la tortuga golfina, y  no se sabe hasta qué punto se llevó a cabo el robo perpetrado por lugareños depredadores. Agentes del mercado negro, sin que hagan conciencia de que estos animales, con 250 millones de años sobre el planeta, otrora especies en abundancia, hoy en día están amenazadas por el hombre en su afán de enriquecimiento ilícito.

Usted debe saber que hasta bandas bien equipadas son puestas en operación para depredar este producto que, como le comento, está prohibido por la ley su consumo, por las razones antes expuestas.

Dicho producto de la naturaleza sigue siendo indiscriminadamente saqueado y cada vez serán menos los ejemplares que existan y lleguen a desovar. Con el paso de tan solo algunos años nosotros mismos y nuestros hijos, verán y sabrán de su existencia sólo por las imágenes que se conserven en laboratorios o libros al respecto de su existencia.

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