El martes 20 septiembre, el diario Milenio publicó en su columna “Trascendió Puebla” un par de comentarios agresivos contra el Movimiento Antorchista que vale la pena analizar, como muestra contundente de la forma en que ciertos periodistas abusan de la tan llevada y traída libertad de prensa. En efecto, es del todo desagradable la necia superficialidad con que alguna gente, que se dice enterada, enreda los hechos más simples y cotidianos.

¿Qué fue lo que dijo Milenio?

“Que los antorchistas comandados por Aquiles Córdoba Morán sacaron de las aulas a los estudiantes para obligarlos a manifestarse en la ciudad capital, interrumpiendo los simulacros de sismo en las oficinas públicas como Casa Aguayo. Acostumbrados al chantaje y la presión, Antorcha Campesina pretende obtener una clave de incorporación de la SEP para la construcción de un bachillerato que ellos controlen en la colonia Viveros del Valle, pese a que no cuentan con el predio y no cumplen requisitos. Que los antorchistas pretenden además que el gobierno les otorgue una hectárea de terreno propiedad de la Universidad Tecnológica de Puebla, predio que dirigentes ordenaron a sus grupos invadir, pero todo indica que el gobierno no les permitirá un acto ilegal más”.

Muy bien. Vamos por partes. Es un lugar común decir que la educación en México es de las peores del mundo. La OCDE nos repite a cada rato que nuestros jóvenes no saben leer y menos escribir: y los redactores de la columna son un ejemplo claro de que la OCDE tiene toda la razón. Víctimas de un sistema educativo mal organizado, los muchachos de Pablo Ruiz que redactan “Transcendió Puebla” cometen errores de primaria que quizá no alcancen a entender, pero que yo no explicaré porque mi interés es otro.

La primera prueba de que la columna busca golpear la encontramos aquí: “los antorchistas comandados por Aquies Córdoba (sic)” como si el líder nacional de Antorcha fuera el cerebro de la “operación” que el periódico “denuncia”; es de lo más absurdo poner de esa forma las cosas y a cualquier lector libre de prejuicios le quedará claro que esto no es así.

Dice en seguida la columna: “sacaron de sus aulas a los estudiantes para obligarlos a manifestarse”. Antorcha jamás ha obligado a nadie no sólo a manifestarse, sino tampoco a pertenecer a sus filas; la afiliación a nuestra organización es absolutamente voluntaria y tiene una razón común entre los militantes: mejorar su calidad de vida a través de la petición organizada de sus demandas. Entendido esto, es claro que nadie sale a marchar “porque Antorcha lo obligue”, sino porque sus propias carencias y necesidades de obras básicas así lo imponen cuando el gobierno no hace su trabajo y que es, precisamente, resolver los problemas de los poblanos.

No marchamos obligados por Antorcha, marchamos obligados por el gobierno que no nos resuelve, a pesar de las muchas promesas de solución y mesas de diálogo infructuosas. Es más: ¿por qué los cuidadanos deben pedirle al gobierno que resuelva sus demandas? ¿Por qué los cuidadanos deben recordarle al gobierno cuáles son sus obligaciones? Si el gobierno trabajara en serio, él mismo se daría cuenta de los problemas y buscaría la forma de resolverlos. ¿O no es así señores redactores de Milenio? Piénsenle un poquito más antes de escribir, por favor.

Sigue la columna: “Acostumbrados al chantaje y la presión, Antorcha Campesina pretende (sic) obtener una clave de incorporación de la SEP para la construcción de un bachillerato que ellos (sic) controlen en la colonia Viveros del Valle, pese a que no cuentan con el predio y no cumplen requisitos”. Estaría bien que los redactores de “Trascendió Puebla” nos explicarán en dónde está el chantaje por pedir que una escuela sea reconocida por la SEP. Y todavía más: estaría bien que nos explicaran cómo está eso de que los colonos deben contar con un predio para la construcción de una escuela. ¿O sea que si yo pido que en mi colonia se construya una escuela debo, además, dar el terreno? ¡Qué bueno que no estoy pidiendo un hospital, porque no cuento en mis haberes con un terreno tan grandote!

Más: Siguiendo la lógica de los redactores de Milenio, para pedir una escuela es necesario que los ciudadanos compren un terreno, que gestionen el recurso en otras esferas de gobierno, que paguen el proyecto de construcción, que el gobierno local no se lo vaya a querer gastar en otra cosa y, finalmente, si después de todo eso los funcionarios acceden a aplicar el recurso pero no nos dicen cuando, entonces que no hagan ninguna “presión”, porque entonces será chantaje. ¡Muy bien! ¿Y entonces para qué tenemos gobierno? ¿Qué hace? ¿Cómo justifica su salario? Nomás eso me faltaba. ¿Y nos quejamos porque Donald Trump quiere que paguemos su muro? Hay que ver cómo dan cátedra los señores de Milenio.

El bachillerato de la colonia Viveros del Valle, al que acuden diariamente unos 300 jóvenes, fue creado hace dos años más o menos. Desde entonces, hemos pedido que la SEP le otorgue la clave de funcionamiento para que pueda tener derecho a la construcción de aulas, laboratorios, canchas, etc., que permitan que los jóvenes desarrollen todas sus habiliades académicas, culturales y deportivas.

Pero con una lógica absurda, la SEP pide que la escuela tenga un terreno para poder darle la clave, cuando ella misma debería de proporcionar el terreno por la sencilla razón de que cae en su ámbito de competencia. Pues no, la SEP pide el terreno; y ninguna razón es válida para los funcionarios que ahí cobran su salario. Los antorchistas le hemos dicho que el terreno más factible es uno que está cerca y que mide 143 mil metros cuadrados, de los cuales sólo pedimos que el gobierno done, porque es del gobierno, una hectárea. ¿Es esto mucho pedir? ¿Es esto “chantaje” como dice Milenio? Pero ni la SEP, ni el gobierno, hacen nada para que los jóvenes puedan contar con una educación de calidad, como dice la OCDE que nos hace falta. En castellano: la SEP, el gobierno y sus defensores de Milenio, son culpables de que la OCDE nos recuerde a cada rato que, en educación, estamos mal. Ni más ni menos: es la pura verdad.

Pero resulta que no son los únicos problemas educativos que le hemos planteado al gobierno y que nadie nos resuelve: hemos pedido que ya se inicie la construcción de aulas en 41 escuelas de los distintos niveles educativos en varios municipios del interior del estado, y que comience la construcción de la segunda etapa de la Casa Cultural Estudiantil Macuil Xóchitl y de la Casa Estudiantil Hermanos Serdán, con los 17 millones de pesos que para tal efecto gestionaron los diputados antorchistas en la Cámara de Diputados.

Otro viejo enemigo de Antorcha, el periodista Roberto Desachy, también se lanzó en su portalito con furia vesánica contra los jóvenes que actualmente realizan manifestaciones para que el gobierno apoye a la educación. Como no tiene mucho caso gastar espacio en él, sólo le recomiendo que lea de nuevo aquel artículo del 12 de junio de 2002, publicado en una revista nacional bajo el título “Roberto Desachy: ¿crítico imparcial o mercenario de la pluma?”, y verá como para algunos periodistas vale, c por b, lo que se dijo de ellos hace ya casi 15 años. Por usted, señor, no pasa el tiempo: es el mismo instrumento del poder. Y es una lástima que su influencia haya venido a menos, que si no, habría que darle la respuesta que se merece.

Es urgente que el gobierno apoye la educación. La situación actual de México en el escenario mundial lo exige a gritos.

¿Queremos un México soberano, orgulloso y capaz de hacerle frente a cualquier país o personaje que nos ofenda? Entonces, eduquemos. No hay de otra.

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