Columnistas-AlvaroConrado

Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, estuvo este miércoles en la residencia oficial de Los Pinos, con la desfachatez, prepotencia y un ánimo crispado que se le notaba aunque quisiera suavizarlo como lo intentó. Enrique Peña Nieto lo invitó en un acto desesperado por ganar credibilidad.

Donald Trump vino custodiado fuertemente, llegó y fue metido a una jaula de acero y trasladado desde el Hangar presidencial del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México a los Pinos. Una entrevista en privado, (de la cual no se saben los detalles), y un discurso amañado, editado para los medios y para los mexicanos, principales agraviados por dicho personaje.

La invitación a venir a México la hizo el presidente Enrique Peña Nieto la cual extendió a ambos candidatos de los Estados Unidos, Hilary Clinton es la otra.

¿Nos admira o nos llena de coraje la visita de Trump? ¿nos importaba que viniera en los términos con que se ha dirigido a los mexicanos?, son preguntas que casi no requieren respuestas, porque todas son reprobables para el presidente de México.

Primero, porque la visita se anunció casi con la intención de que nadie se pronunciara en contra, ni se organizaran protestas en su contra, se preparó todo para que llegara así, de repente, custodiado, sin que nadie le entrevistara y ni siquiera le viera físicamente cara a cara.

Lo llevó, como le digo, en una jaula de acero y de la misma forma regresó al aeropuerto, para retornar a su país. Causa sorpresa el hermetismo previo a la noticia, pues fue el periódico The New York Times, quien publicó la noticia de la visita.

Qué lástima, ofendido y todo, el pueblo mexicano ve a Trump burlarse del país quien aparentando un valor muy grande, y disfrazando, suavizando ahora su discurso, dijo que el muro fronterizo garantiza seguridad y tranquilidad para ambos países, y que su construcción es autónoma para los países que así lo quieran hacer, refiriéndose a México. Pero, llegando a su país olvidó lo dicho en México y, en franca burla, ya como can en su hacienda, vociferó a su antojo nuevamente que el muro va, y lo pagaremos lo mexicanos, aunque aún no sepamos.

Dijo también que México puede hacerlo en el Sur, para evitar el paso de los Centro Americanos, nos quiere ilustrar con mentiras ocultas, y nuestro gobierno las acepta, también bajo un discurso truculento, disfrazado de valentía.

Los mexicanos no aceptamos ni aprobamos la visita del candidato republicano, no nos importaba que viniera a México; en Estados Unidos mismo, más de 110 de los principales personajes de su partido le han retirado su apoyo; y ahora mismo su campaña está totalmente a la baja, amén de que enfrentará el encono de sus conciudadanos por esta visita. Y acá ni siquiera estamos seguros de su triunfo en las elecciones, es decir: se invitó a un perdedor.

Su verdadera intención es el voto de los hispanos en las elecciones por las que compite, es cambiar a algunos mexicanos residentes en los Estados Unidos y que ya pueden votar allá, es lo que le importa y no otra cosa, no suavizar su discurso, allá quien se lo crea.

Pero en suma, fue un error de política mexicana haberlo invitado a que viniera a México media hora, a decirnos que es necesario el muro para ambas naciones, por mutua seguridad y tranquilidad.

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