El próximo domingo 28 de agosto, a las 10 de la mañana, el Recinto Ferial de Cuernavaca será testigo de una concentración de 10 mil antorchistas que realizarán un Festival Cultural de Protesta contra la falta de solución a sus demandas por parte del gobernador de Morelos, Graco Ramírez Abreu. Se trata del último eslabón de una ya larga cadena de protestas para hacernos oír y que el gobierno perredista de esa entidad resuelva las demandas de la ciudadanía humilde de Morelos.

El penoso peregrinar de los antorchistas morelenses cumple ya tres años y medio. Inició justamente desde que tomó posesión como gobernador el señor Graco Ramírez, cuando le entregaron un pliego de peticiones elementales, legítimas y de su absoluta competencia. Como muchos ciudadanos de aquel estado, los antorchistas vieron en la nueva administración -que se jactaba de abanderar los ideales de la izquierda- una esperanza, si no para cambiar radicalmente su situación, por lo menos sí para mejorarla en alguna forma.

Pues nada de esto sucedió. Para no resolver las demandas, muy rápidamente el nuevo gobierno comenzó con las ya conocidas cantaletas de que “no hay dinero”, “hay que esperar” y “vuelvan más tarde”; así que a los antorchistas no les quedó más remedio que iniciar el también ya muy conocido ir y venir de oficina en oficina, de dependencia en dependencia, hablando con un funcionario u otro, sin que nadie les solucionara absolutamente nada.

Pero la burla no terminó con el trato grosero de los funcionarios de tercera con nula capacidad para resolver, que es la verdadera razón por la cual los mandan, mañosamente, a “negociar”, con el objetivo de que los demandantes se cansen y desistan en sus peticiones. Finalmente, después de muchas vueltas, de “ires y venires”, y ante la presión de los antorchistas para tener una audiencia con el gobernador, el pasado lunes 4 de julio, el señor Graco Ramírez ofreció una “mesa de trabajo” para revisar los asuntos que demandaban los antorchistas.

En una muestra más de prepotencia y alarde de poder, el gobernador de Morelos comenzó haciendo algunas promesas de solución a algunas de las demandas, pero cuando se trató el asunto de la construcción de un albergue estudiantil para jóvenes pobres del interior del estado, que quieren estudiar en la capital, el gobernador se opuso en redondo y, sin decir agua va, se levantó de la mesa de negociaciones y se salió por una puerta y sus asesores por otra, dejando a la directiva antorchista sin interlocutor.

Estas burlas, este maltrato oficial, obligó a los antorchistas morelenses a realizar seis manifestaciones públicas, con el objetivo de invitar al gobierno a una mesa de diálogo en la que se dé solución real a las demandas, cosa que no ha sucedido hasta el momento. Muy por el contrario, y en respuesta, desde el gobierno se desplegó una intensa campaña de medios contra los antorchistas y los líderes han recibido amenazas de muerte.

¿Cuáles son las demandas de los antorchistas?

1) Reconocimiento oficial de un bachillerato.

2) Terrenos a precios accesibles para 400 familias; no estamos pidiendo nada regalado, solamente precios justos, que el Secretario General de Gobierno se había comprometido a resolver desde el año pasado.

3) Un albergue estudiantil para jóvenes humildes.

4) Liberación de proyectos productivos para campesinos, cuya documentación fue entregada en tiempo y forma.

5) Perforación de dos pozos para dotar de agua potable a dos comunidades.

6) Construcción de tres puentes vehiculares para comunicar a comunidades aisladas.

7) 15 obras de electrificación para colonias y pueblos que no tienen este servicio.

¿Es mucho pedir?

No lo creo. En realidad se trata de obras muy sencillas, justificadas todas por la situación de pobreza en que se debate la mayoría de la población del estado. Nadie está pidiendo las perlas de la virgen ni nada que se le parezca. Según los datos oficiales, más de la mitad de la población morelense vive en pobreza; esto es, 994 mil habitantes, y la falta de atención a este problema ha colocado al estado entre los 10 más pobres de México.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en su informe de los años 2012 – 2014, que son los dos primeros de Graco Ramírez Abreu al frente del gobierno, reportó que el número de pobres aumentó un 17.8 por ciento con respecto a la población total, por lo que ahora 52.3 por ciento de la población vive en esta situación. Además, el mismo Coneval afirma que en Morelos también se incrementó el número de personas en pobreza extrema, que pasó de 117 mil a 150 mil, que son gente que vive, literalmente, muriéndose de hambre, con 41.5 pesos al día. El gobierno de Graco Ramírez no sólo no ha mejorado la situación de los morelenses, sino que la ha empeorado.

Además, según un análisis de la revista Nexos de Diego Castañeda, economista por la Universidad de Londres, la población que pertenece al 1 por ciento más rico del estado tiene ingresos que son 115 veces mayores a los que recibe el 10 por ciento más pobre. Esto quiere decir que, en las actuales condiciones económicas, una persona pobre tendría que trabajar 9 años y medio para percibir un ingreso similar al que percibe, ¡en un mes!, una de las personas más ricas del estado. Es decir, no sólo la pobreza ha crecido, la desigualdad también ha alcanzado niveles brutales y altamente insultantes.

Y en estas condiciones, ¿son correctas las demandas de los antorchistas? ¿Están justificadas? O, como lo quiere hacer parecer el gobierno, ¿se trata sólo de “necedades”? Creo que cualquier persona inteligente concluirá que son demandas muy necesarias y justificadas que, por lo demás, ni siquiera tendrían que ser motivo de debate, sino razón suficiente para que el gobierno del señor Graco Ramírez y secuaces se pusiera a trabajar y a desquitar el sueldo y los votos recibidos.

Todo lector medio de noticias sabe que el Gobierno de Morelos vive un proceso de descomposición acelerado: que decenas de miles de ciudadanos se han cansado de la pobreza galopante que los asedia, que están cansados de convivir con la delincuencia que crece día a día, que están hartos de que el erario no se invierta adecuadamente, mientras su gobernador se promociona como aspirante a la presidencia a sabiendas de que su estado es un ejemplo de lo que no se debe hacer.

Por todo eso, no queda más que redoblar la lucha por las demandas de los antorchistas morelenses. Hemos comenzado una campaña nacional de denuncia contra la forma de gobernar de Graco Ramírez Abreu, insigne militante del PRD y retrato elocuente de la descomposición que vive ese instituto político, para que todo México conozca a sus enemigos de clase. Además, esta forma despótica de gobernar de los perredistas viene a demostrar, una vez más, que al país le hace daño la democracia actual, en la que los partidos de izquierda o derecha juegan a traspasarse el poder según convenga a los intereses de sus verdaderos amos; es necesario, pues, un partido verdaderamente popular. Mientras tanto, denunciemos con todas nuestras fuerzas a los enemigos del pueblo. Ésa es la tarea del momento.

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