Roberto Moya bajo sospecha

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, señala que entre los funcionarios y ex funcionarios de la Secretaría de Finanzas y Administración (SFA) el escándalo que envuelve la contratación del seguro contra desastres naturales a través del broker Gerardo Millán Callado es la comidilla del día, por la corrupción que apunta hacia el ex titular de la dependencia y actual jefe de la oficina del gobernador, Roberto Moya Clemente.

Estos personajes han comenzado a proporcionar más detalles, entre ellos que la cobertura de ese supuesto mecanismo de protección es de hasta 40 millones de dólares, pero con un deducible de 15 millones de dólares, si el seguro se hace efectivo.

Lo grave, por no decir dramático del caso, es que esos 25 millones de dólares de supuesto beneficio son también una quimera, considerando que el desembolso anual de ese seguro es de 20 millones de dólares.

Ahora entiende usted por qué el gobierno del estado no dice nada sobre este instrumento de protección, por qué éste no se hace efectivo para ayudar a los cientos de damnificados por la tormenta Earl en la Sierra Norte de Puebla, y por qué el sepulcral silencio de la SFA y sus medios comparsas.

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37 muertes y 1 culpable

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, indica que el miércoles pasado, el gobernador electo le dio el primer coscorrón a Moreno Valle, al decir que es urgente la elaboración de un Atlas de Riesgos para el estado.

Sin aludirlo de manera directa, la exigencia de Tony Gali para la creación del atlas exhibe la nula atención a los temas relacionados con las catástrofes naturales por parte de la administración morenovallista.

Y es aquí en donde crece el tamaño de la culpa del Señor de Los Cerros por la tragedia en la Sierra Norte.

¿Cómo es posible que hayan gastado más de mil 600 millones de pesos en seguros, sin existir un Atlas de Riesgos?

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Visita de Enrique Ochoa dejó un sabor de intrascendencia a la militancia priista

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, señala que la visita que realizó este jueves a la ciudad de Puebla el líder nacional priista Enrique Ochoa Reza resultó desangelada, intrascendente, decepcionante para muchos priistas, pues en la primera gira al estado del dirigente del PRI se puso de manifiesto que el partido sigue sin cohesionarse, se encuentra desarticulado y sin la más mínima capacidad de tomar una actitud crítica, de verdadera oposición, frente al gobernador Rafael Moreno Valle Rosas. Dicho de otra manera, los dirigentes del tricolor le tienen miedo enfrentar al morenovallismo.

Una tradición arraigada que tenía el PRI, en sus mejores y sus peores momentos, es que después de una elección siempre se convocaba al Consejo Político Estatal del partido y se hacía un análisis, una revisión, de la última votación, y ante todo se realizaba un acto de unidad, un llamado a la cohesión, a la disciplina.

Por esa razón se supuso que la presencia de Ochoa Reza de este jueves iba tener el propósito de generar un acto de autocrítica y de cohesión del partido, de que fuera un encuentro con la militancia, de marcar el rumbo que debe tomar la dirigencia estatal del PRI. Nada de eso ocurrió. Incluso la sensación que dejó el líder priista es que su visita pasó sin pena ni gloria. No dejó algo rescatable.

Para empezar al grueso de los consejeros estatales del PRI y los consejeros municipales de la capital fueron ignorados. Nadie los convocó a los dos encuentros que encabezó Ochoa Reza en la ciudad de Puebla. Parece que el líder priista desconoce que existen órganos de gobierno en la fuerza política que preside.

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La batea de babas: me atacan por ser mujer

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada en Diario Cambio, indica que nadie ha dicho en Brasil que su ¿presidenta? Dilma Rousseff sufra un caso de violencia política de género. Enfrenta un juicio por corrupción, perfectamente documentado y siguiendo todos los procedimientos legales, que ha culminado en la destitución del cargo.

Nadie ha dicho en Argentina que su ex presidenta, Cristina Kirchner sufra un caso de violencia política de género. Enfrenta un potencial juicio por actos de corrupción durante sus años de gobierno luego de la investigación realizada por la nueva administración.

Nadie en Estados Unidos ha dicho que Hillary Clinton sufra un caso de violencia política de género. Enfrenta una investigación del FBI y del Fiscal General de Estados Unidos por violar políticas durante sus años como secretaria de Estado en el gobierno —demócrata— de Barack Obama.

Nadie ha dicho en México que la maestra Elba Esther Gordillo sufra un caso de violencia política de género. La ex dirigente vitalicia del SNTE está en la cárcel bajo los cargos de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero cometido durante sus largos años como dirigente sindical.

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