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Esta última entrega versará sobre los ejes teórico-prácticos que son exclusivos del paradigma agroecológico. Me refiero al diálogo de saberes y la biomimesis que originan la eficiencia relativa de la tierra, la eficiencia energética, la estabilidad, la resiliencia y la perdurabilidad de los agroecosistemas en el tiempo.

El diálogo de saberes se refiere a que en el manejo del agroecosistema se aplican, a la vez, prácticas/insumos agrícolas ancestrales y modernas, inventadas en tiempos distintos, porque juntas potencian la productividad del agroecosistema.

Veamos el ejemplo de la milpa, policultivo donde se siembran asociados maíz, frijol y calabaza, la cual potencia la relación agua-suelo-planta-ambiente, ya que el frijol fija nitrógeno atmosférico que, a su vez, es utilizado por el maíz. Asimismo, la calabaza, con su amplio follaje y hábito rastrero, promueve la conservación del suelo y agua, e impide el desarrollo de arvenses en la primera etapa de crecimiento del maíz para que no compitan con esta gramínea. La rotación de cultivos mejora las características de los suelos y rompen el ciclo biológico de aquellos insectos que pueden dañar a las plantas cultivadas. La conservación de suelos evita la pérdida de nutrientes y aumenta la productividad de los suelos agrícolas. El estiércol es un indicador clave de la calidad del suelo ya que provee nutrientes a la planta, mejora la estructura y textura del suelo, aumenta la aireación, la penetración y la retención de agua, estimula el desarrollo de microorganismos benéficos para la planta y promueve la captura de carbono (M. Robert, 2002, Captura de carbono en los suelos para un mejor manejo de la Tierra. Informes sobre recursos mundiales de suelos).

Por su parte, las tecnologías modernas catalizan las funciones proveídas por las ancestrales. Por ejemplo, la aplicación de fertilizante nitrogenado promueve la descomposición de la materia orgánica ya que el nitrógeno es uno de los nutrientes inorgánicos básicos para el desarrollo de microorganismos que descomponen la materia orgánica y, además, mejora el aprovechamiento de los fertilizantes sintéticos por las plantas cultivadas.

Por su parte, la biomimesis se refiere a que en el manejo de agroecosistemas se implementan prácticas agrícolas que replican la estructura vegetacional y funcional de la flora y fauna, que co-existen en los ecosistemas naturales. En este sentido, la asociación de cultivos re-crea una estructura vegetal que consta de varios “pisos”, como los ecosistemas naturales, causando una mayor biodiversidad de flora y fauna arriba-abajo del suelo y adentro-alrededor del agroecosistema.

En esta biodiversidad coexisten plantas C4 y C3 con necesidades de energía radiante distintas para transformar compuestos inorgánicos en orgánicos; o sea, la biodiversidad promueve el uso eficiente de la energía solar. Asimismo, las plantas asociadas tienen sistemas radiculares diversos, por lo que no establecen competencia entre sí por nutrientes. Al contrario, estas plantas crean complementariedades porque, como se dijo, la presencia de leguminosas en la asociación acrecienta el uso de nitrógeno, macronutriente esencial para el crecimiento de las plantas cultivadas.

Una mayor biodiversidad genera más biomasa abajo del suelo que se traduce en mayor abundancia y riqueza de microorganismos, los cuales descomponen la materia orgánica y reciclan los nutrientes y energía. A la par, una mayor biodiversidad de flora y fauna adentro y alrededor del agroecosistema favorece la creación de redes tróficas las cuales crean un equilibrio biológico, impidiendo la proliferación de patógenos que pueden dañar a las plantas cultivadas.

Además, si en esta biodiversidad hay redundancia de especies por el rol que poseen en el agroecosistema (Walker, 1992, Biodiversity and ecological redundancy), se genera una redundancia de relaciones que, primero, asegura pocas fluctuaciones en los agroecosistemas (estabilidad) y, segundo, en caso de ocurrir un cambio ambiental extremo, estas especies redundantes le confieren al agroecosistema, una mayor capacidad para absorber las perturbaciones y/o para recuperar pronto su funcionalidad (resiliencia). Un sistema resiliente es más perdurable en el tiempo; es decir, es más sostenible.

Mapa curricular, del productivista al agroecológico

Por lo antes expuesto en las dos últimas colaboraciones, es insostenible mantener el actual mapa curricular del posgrado, que divide en tres áreas el estudio del agroecosistema con fines de especialización (biodiversidad, suelos y plagas), separando lo que forma parte de un sistema complejo que interaccionan entre sí. Abordar el manejo de agroecosistemas fraccionadamente es, ante todo, replicar el marco epistémico, conceptual y metodológico, propio del paradigma productivista.

En este contexto, es preciso modificar el plan de estudios considerando como materias básicas del currículo del posgrado, el estudio de todos los procesos clave re-creados arriba-abajo del suelo y adentro-alrededor del agroecosistemas.

También, es forzoso incrementar las líneas de investigación del posgrado a cuatro: evaluación o diagnóstico del manejo de agroecosistemas, diseño de modelos de intervención agroecológica, transferencia del modelo a los productores y experimentación agroecológica. La razón es simple: si se evalúa/diagnóstica el manejo del agroecosistema y no se diseñan modelos, el primer trabajo es trivial; igualmente sucede si se diseñan modelos y no se transfieren y optimizan.

Incorporar el plan de estudio del posgrado los procesos clave re-creados en el agroecosistemas y las cuatro líneas de investigación, implica realizar cambios en todo el programa del posgrado. Los mismos posibilitarán planificar el manejo del agroecosistema a mediano plazo (10-12 años) y permitirá estudiar diacrónica y sincrónicamente el manejo de agroecosistemas, evidenciados en la re-creación de los procesos claves y, sobre todo, en la aplicación del modelo de intervención agroecológico por parte de los productores menos eficientes.

Aumentar la productividad y reducir el hambre y la emisión de gases efecto invernadero causantes del cambio climático exige, como plantea el capítulo VI del posgrado (perfil y requisitos de egreso) que: “el egresado de la maestría: maneje conocimientos, destrezas y habilidades para analizar, evaluar, planificar, y mejorar el manejo agroecológico de sistemas, y promueva la biodiversidad, la resiliencia, estabilidad, adaptabilidad y eficiencia energética de los sistemas agrícolas”.

Palabras agudas

Expertos en movilidad señalan que las ciclovías no deben ser elevadas, sino al nivel del suelo, en las laterales y con dispositivos de seguridad; no obstante, ello no lo quiere escuchar el gobernador Rafael Moreno Valle, seguramente por haber intereses privados. Además, los 271 millones de pesos que costará la ciclopista Hermanos Serdán es un precio muy alto solo para los 4.1 kilómetros que abarcará la misma.

 

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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Miguel Ángel Damián Huato es profesor-investigador del Centro de Agroecología del Instituto de Ciencias de la BUAP. Fue Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2011 y es miembro del Sistema Nacional...