Tres problemas políticos reflejan la dimensión de la crisis nacional:

  1. Seguridad: la violencia criminal, la penetración del crimen organizado en las estructuras del sistema, del régimen y del Estado y la incapacidad de los gobernantes municipales, estatales y federales para impedir la gangsterización de las instituciones revelan la crisis del Estado actual. Michoacán, Guerrero, Tamaulipas y zonas de la Ciudad de México. Y los capos que encuentran en medios de comunicación opositores –Proceso– las vías para socializar su presencia criminal.
  2. Acción política directa: el viejo sistema político dejó de operar como la caja negra de negociación equilibrada de demandas sociales y políticas públicas; las protestas en las calles han dejado inservible esos espacios de negociación entre el gobierno y la sociedad y todo se dirime por la presión social sectorial. La CNTE y sus secciones en Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Guerrero y parte de la Ciudad de México. A ellos se agrega el fortalecimiento de grupos anarquistas que revientan las protestas sociales con violencia callejera.
  3. Ruptura étnica. La radicalización política de grupos indígenas ante la pasividad de los gobiernos federal y estatales ha llevado a la peor de las violencias: las indígenas que suelen tener raíces ancestrales y que se convierten en guerras civiles moleculares (Enzensberger): Chiapas con los zapatistas y ahora los chamulas, Oaxaca con los triques y sobre todo la zona gris de 417 municipios, 73 por ciento de los 570 existentes– gobernados por usos y costumbres ajenos a las exigencias y equilibrios de una democracia, Guerrero y Michoacán con las autodefensas.

La respuesta del Estado y sus instituciones en realidad no ayuda a resolver ningún problema, pospone las soluciones reales y permite la acumulación de gases de descontento. El modelo político de las mesas de negociación se ha encontrado con grupos de la inestabilidad que exigen soluciones estructurales inmediatas y no espacios para la expresión de una problemática de sobra conocida.

El fondo de la crisis del Estado radica en el hecho de que el viejo modelo de gobernabilidad priísta se basaba en la representación social de las corporaciones productivas dentro del PRI, incluyendo a la disidencia radical, y el partido-gobierno administraba las soluciones con apertura de espacios de poder para todos los grupos. Los cambios institucionales tenían un sendero establecido. Pero la pérdida electoral del PRI no ha sido otra cosa que la desagregación de esa representación sectorial y de clases.

Las mesas de negociación en Gobernación van a fracasar no por la obstinación de los grupos sociales exigentes sino por la limitación en las ofertas del gobierno. En Gobernación se expresan las circunstancias que planteaba Samuel Huntington en materia de violencia política: cuando las ofertas de reforma institucional gubernamental son menores a las exigencias de cambio de las organizaciones sociales.

Se trata, en sí, de una crisis típica de ingobernabilidad y de los indicios de que el viejo sistema/régimen/Estado priísta ya no funciona ante una sociedad abrumadoramente no-priísta: el 75% de los mexicanos ya no son priístas, cuando hasta hace poco todos eran priístas hasta demostrar lo contrario (Luis Javier Garrido). Y en Gobernación se ofrecen soluciones priístas a conflictos derivados de la ineficacia del viejo priísmo.

El desafío no consiste en administrar y alargar las crisis para desinflarlas, sino en ofrecer soluciones reales. La violencia criminal y la tozudez de la CNTE revela el agotamiento del modelo antiguo de alargar las crisis para diluirlas. Sin cambios inmediatos, las crisis se potencian.

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Política para dummies: La política es el espacio de acción del Estado.

Sólo para sus ojos:

• Preocupación en el equipo de Hillary Clinton porque siguen estallando escándalos. La presidenta del Partido Demócrata renunció por promoverla durante las primarias vía correos electrónicos. Y un experto en encuestas que presagió la victoria de Barack Obama dice que el candidato a vicepresidente de Clinton apenas le dará 0.7 puntos porcentuales.

Preocupaciones en el PAN por el enfrentamiento adelantado de Ricardo Anaya con Margarita Calderón. Pero el presidente del partido se aferra al cargo porque le da ventajas de exposición mediática. El fantasma de Roberto Madrazo Pintado asusta a panistas: el priísta usó el cargo de presidente del PRI para ganar la candidatura pero ahuyentó el voto priísta.

La CNTE le apuesta al desgaste de largo plazo en las negociaciones pero el gobierno peñista necesita una solución de corto plazo. Y el uso de la policía contra maestros beneficiaría al magisterio disidente.

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Periodista desde 1972, Mtro. en Ciencias Políticas (BUAP), autor de la columna “Indicador Político” desde 1990. Director de la Revista Indicador Político. Ha sido profesor universitario y coordinador...