Fermín Alejandro García/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente

Desde hace varios días Javier López Zavala inició un recorrido por diferentes regiones del estado con el propósito de agradecer a los grupos y los liderazgos del PRI que fueron leales al partido en las pasada campaña electoral. Su objetivo primordial es, desde ahora, reorganizar y ampliar su estructura personal para pelear por tercera vez ser candidato a la gubernatura –ya lo fue en 2010– y ahora si, en 2018, buscar la revancha frente al morenovallismo.

Llama la atención porque López Zavala está ocupando un espacio que le correspondería a Blanca Alcalá Ruiz, quien posterior a la derrota del 5 de junio se esfumó. Luego de algunas apariciones esporádicas en Puebla y en reuniones partidistas, no se ha sabido más de ella, dejando un importante vacío, ya que optó por el silencio frente al peor resultado electoral que ha enfrentado el PRI en su historia.

López Zavala despierta reacciones ambivalentes dentro y fuera del PRI, para algunos fue un político de un solo sexenio, el de Mario Marín, y su activismo ya resulta poco relevante.

Para otros, sobre todo grupos regionales del PRI, le siguen reconociendo liderazgo, mucha capacidad de negociar y de mantener viva su presencia en las bases del tricolor.

Más allá de la opinión que existe sobre su persona, se debe reconocer que López Zavala es el priista poblano con mayor tesón, con más capacidad de reinventarse y sobre todo, de levantarse de derrotas, de seguir vigente.

Es el único miembro del PRI que luego de ser candidato a un cargo de elección popular relevante y perder una elección, se mantiene en la lucha por acceder al poder político y para ello cuenta con su propia estructura de simpatizantes.

A lo largo de la última campaña electoral en varias ocasiones Javier López Zavala renunció a seguir en el equipo de la aspirante Blanca Alcalá Ruiz, por no estar de acuerdo en el activismo que desarrolló la candidata, ya que en opinión del también ex abanderado priista a la gubernatura se descuidó la presencia de Alcalá con la militancia del PRI y en las zonas con más potencial de votantes.

López Zavala fue el último líder priista que se sumó a la campaña de Alcalá, ya que siempre acusó a la abanderada priista que hace seis años ella no colaboró para buscar que ganara el PRI. Que se mantuvo de “brazos cruzados”, por haber estado más interesada en mantener una buena relación con Rafael Moreno Valle Rosas.

Esa rebeldía de López Zavala se disipó por la petición que le hicieron directamente Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de Gobernación, y Manlio Fabio Beltrones, entonces presidente nacional del PRI, de que le darían una posición nacional si contribuía a la unidad en torno a Blanca Alcalá.

Dentro del PRI y durante la campaña, quien fuera el hombre de más poder en el sexenio marinista, siempre le expresó a Alcalá y en general a los liderzazos del partido que había errores que no le iban permitir al tricolor enfrentar al aparato electoral morenovallista. Y se cumplió esa advertencia.

Esa condición le he permitido que muchos grupos de dicha fuerza política lo vean como una figura crítica y eso le da una importante presencia.

Más allá de que logre o no posicionarse para ser un aspirante fuerte para el año 2018, queda claro que López Zavala es el único priista que supo anteponerse a una derrota de gran magnitud. Si no hay que hacer el siguiente recuento:

El primer gran derrotado del PRI fue Germán Sierra Sánchez, en 1995, cuando perdió la alcaldía de Puebla. Ya no volvió a ser el hombre de mucho poder político y eso impidió que en el año 2004 no pudiera pelear la candidatura a la gubernatura, que le ganó Mario Marín Torres.

Carlos Alberto Julián y Nacer llevaba una carrera vigorosa como servidor público, con una buena imagen y considerado como un hombre serio, prudente. En el año 2001, al perder los comicios en la capital del estado contra el panista Luis Paredes Moctezuma, se acabó su carrera política. Intentó volver en el sexenio morenovallista, pero fue en vano su esfuerzo.

En 2010 el marinista Mario Montero Serrano se impuso como candidato del PRI a alcalde de Puebla. De nada sirvieron las advertencias de que los estudios de opinión lo calificaban como un pésimo aspirante. Su necedad –y la del entonces gobernador Mario Marín Torres– lo llevó a una derrota abrumadora y que feneciera su carrera política. Se retiró a su notaría pública y sus negocios. Hoy ya nadie se acuerda de él como líder priista.

Mario Marín Torres en 2010 no era el candidato, pero si es visto como el gobernador que llevó al PRI a perder la titularidad del Poder Ejecutivo. Le cuesta trabajo aparecer en público y cuando lo hace, por lo general, acaba provocando daño a la imagen del tricolor.

En 2013 Enrique Agüera Ibáñez se obstinó en ser candidato del PRI a edil de la capital. Su partido lo abandonó y lo acabó vapuleando a Antonio Gali Fayad. La popularidad y prestigio que tenía –ganado como rector de la UAP– se esfumaron. Ahora está borrado de la opinión pública. Fracasó varias veces en regresar como dirigente priista.

Blanca Alcalá Ruiz lleva poco más de un mes de perder la votación a gobernador y ya generó mucho malestar en las bases del PRI. Se le ve como una mujer sin compromisos ni lealtades. Primero siempre negó que le interesara ser la candidata para el proceso electoral que está por concluir. Ahora, no ha regresado a hacer la más mínima definición sobre las causas de la derrota del tricolor o para hablar de las anomalías electorales.

Por eso Javier López Zavala ha ocupado el espacio vacío que ha dejado Blanca Alcalá, quien parece no tener interés en levantarse de la derrota.

 

Para mayor información:http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2016/07/18/lopez-zavala-va-por-el-tercer-intento-de-pelear-la-gubernatura-de-puebla/

 

Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...