Arturo Rueda /Tiempos de Nigromante/Diario Cambio

En los últimos seis años, el PRI se ha equivocado tres veces en la selección de sus candidatos con desastrosos resultados.

En 2010, Mario Marín escogió a Javier López Zavala con el aval de Beatriz Paredes Rangel y Enrique Peña Nieto. Perdieron la gubernatura y no pudieron alcanzar el millón de votos. El tricolor fue expulsado de Casa Puebla.

En 2013, César Camacho eligió a Enrique Agüera con la anuencia del presidente. El ex rector de la BUAP dio batalla, pero fue arrollado de forma tan contundente que hasta se retiró de la política. Esa derrota provocó la pérdida del Congreso, las principales cabeceras municipales y dio paso al surgimiento de la estrella emergente del morenovallismo, Tony Gali.

En 2016, por consejo de Emilio Gamboa y Osorio Chong, Peña Nieto le dio la estafeta a Blanca Alcalá y dio paso a la peor derrota de la historia al obtener 530 mil votos, que sumados a los 60 mil del Verde y casi 10 mil del PES, ni siquiera les permitió alcanzar la ignominiosa cifra de 600 mil sufragios, la peor desde Piña Olaya.

El perjudicado de esas tres decisiones es el mismo personaje, Enrique Doger Guerrero, a quien las cúpulas de su partido le han cerrado el paso.

Zavala, Agüera y Blanca han sufrido la maldición de Doger.

El ahora delegado del IMSS era el candidato ideal del 2010, puesto que no representaba la continuidad de Mario Marín. El “góber precioso” se entercó y ni siquiera quiso darle la candidatura a la alcaldía como premio de consolación, pese a la petición expresa de Zavala. Prefirió entregársela a su compadrito Montero, con los resultados conocidos.

En 2013, pese a que un año antes fue el único priista en rescatar un distrito federal en la capital, se prefirió a Agüera, que si bien lucia bien posicionado en las encuestas, ya tenía una historia negra por su enriquecimiento súbito en sus años como rector.

En 2016 no hubo una razón clara para preferir a Blanca Alcalá, dado que ambos mantenían casi el mismo posicionamiento en las encuestas. Los priistas sabían que la senadora con licencia, por su carácter timorato y esquivo, no era la ideal para enfrentar al aparato morenovallista. Doger fue hecho a un lado y como premio de consolación se le entregó la delegación del IMSS.

Visto en retrospectiva, Doger es el gran ganador del 2016, porque se ahorró la derrota y la chinga que se llevó Blanca. Se equivocaron de candidato.

Luego de tres desprecios, Enrique Doger inicia la carrera de 2018 como puntero único en un partido que no parece tener rumbo, ni futuro, a partir de sus 530 mil sufragios como voto duro.

Descartada Blanca Alcalá, el ex rector es el priista mejor posicionado indudablemente, muy por delante de Juan Carlos Lastiri y Guillermo Deloya, las otras posibles opciones.

Alejandro Armenta, con sus tornillos zafados, se autodescartó de la carrera.

Por decisión política, quizá habrá grupos que quieran a Lastiri, que en cuatro años en el gobierno federal ha crecido a 4 % de intención de voto pese a su supuesta estructurota.

Basándose en las encuestas, el PRI no tendría pretexto para no entregarle la candidatura a Doger, aunque podrían negársela con el argumento de que hay muchos premios de consolación, como el Senado o la presidencia de Puebla capital.

El problema es que con Doger o sin él, el tricolor está colapsado, porque su voto duro encontró un nuevo piso, y la tendencia AntiPRI de la capital hace casi imposible recuperar a los switchers.

Por si fuera poco, el PRI es una cubeta llena de cangrejos, incapaces de hacer a un lado sus egoísmos, traiciones o resentimientos.

Doger tiene una encrucijada: esperar a que ahora sí se la den en el PRI, o mejor buscar una candidatura de izquierdas, quizá en una alianza PRD-MC y hasta Morena.

Irse del PRI que le ha negado la oportunidad tres veces, y con esto provocó una maldición que afectó a Zavala, Agüera y Blanca.

Dejar al PRI moribundo —que igual le puede cerrar las puertas— o subirse a la ola de la izquierda con rostro ganador.

Doger no puede retardar la decisión: irse del PRI para construir su candidatura por la izquierda o asumir las riendas del partidazo para reconstruir lo que queda.

La primera parece más viable que la segunda, ya que una decisión cupular debería evitar retrasos, como ocurrió con Blanca.

Su hora cero llegó: dentro o fuera del PRI la última oportunidad de buscar la gubernatura.

Para mayor información:http://www.diariocambio.com.mx/2016/opinion/tiempos-del-nigromante/item/15213-zavala-agueera-y-blanca-han-sufrido-la-maldicion-de-doger