Fermín Alejandro García/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente
Luego del triunfo de este 5 de junio, Antonio Gali Fayad enfrentará un reto igual o más complejo que ganar una elección, que será lograr que lo deje gobernador el actual mandatario de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas, quien se irá del cargo controlando una parte fundamental de las estructuras del poder político del estado.
Es evidente que el morenovallismo logró ganar la elección de gobernador de este domingo gracias a la personalidad de Antonio Gali Fayad, quien tuvo el mérito de mostrarse ante la opinión pública como la otra cara de la moneda de esa corriente política, al expresar –de manera sutil– que no comparte el autoritarismo y la soberbia que caracterizaron al titular del Poder Ejecutivo a lo largo del sexenio que está por concluir.
No se sabe si en el gobierno de Gali Fayad habrá la apertura y la tolerancia que no existió en la actual administración, pero sí consiguió generar la percepción de que con él habrá dialogo, apertura y estabilidad política.
Dicha percepción jugó un papel fundamental para que no se generara una ola elevada de votos de castigo contra el morenovallismo, misma que tampoco supieron producir los candidatos de oposición, iniciando por la priista Blanca Alcalá Ruiz.
Ahora el problema que va a enfrentar Gali es que Rafael Moreno Valle Rosas ha dispuesto todo para que su grupo político controle el próximo gobierno, de un año y ocho meses de duración, y se haga cargo de la siguiente sucesión, en el año 2018.
Ante este esquema, antes de la elección se configuraron dos posibles escenarios:
En el primero era que si Gali ganaba de manera apretada –es decir por dos o tres puntos de diferencia en el resultado de la votación– frente su más cercana contrincante, la priista Blanca Alcalá Ruiz, le daba la posibilidad al abanderado de la coalición Sigamos Adelante exigira que el morenovallismo debía replegarse al máximo en el siguiente gobierno por ser un factor que generaba votos en contra del PAN y sus aliados.
En el segundo es que un triunfo de más de 10 puntos –tal como va a ocurrir, pues le tendencia es que habrá una ventaja de la coalición Sigamos Adelante de más de 12 puntos frente al PRI– va a poner a los morenovallistas en una actitud exultante, de sostener que se ganó porque la mayoría de la gente mostró su aceptación del gobierno morenovallista. Y por tanto se impulsará la tentación de Rafael Moreno Valle Rosas de controlar todo y a todos en el siguiente gobierno estatal.
Con el resultado de este domingo el segundo escenario será el que enfrentará Gali en su corto periodo gubernamental.
Queda claro que el PAN y sus aliados no ganaron porque la mayoría del electorado esté contento con el actual gobierno, pues si fuera así no habría sido necesaria la compra masiva de votos que hubo antes y durante la votación de este domingo.
Se ganó por la buena imagen de Gali. Por la conciliación que el candidato de Sigamos Adelante logró con grupos críticos del morenovallismo. Y porque se echó marcha atrás en programas y políticas públicas del gobierno del estado que lesionaban los ingresos económicos de la clase media y grupos populares, como eran cobros excesivos en el agua y fotomultas, deficiencias en el metrobús y otros servicios.
Además de la compra de votos, se ganó por el control de la mayoría de alcaldes para que operaran a favor del PAN y la coacción de las estructuras del PRI; aunado a una mediocre campaña electoral de Blanca Alcalá y la atomización de toda la oposición al morenovallismo, que no pudo unificarse en un solo candidato.
Todo el control
Ahora Gali tendrá el reto, en los siguientes meses, de buscar la manera no romper con el grupo político del gobernador y al mismo tiempo, adquirir la autoridad y el control de la situación para ser él quien gobierne, quien tome las decisiones y logre una administración de acuerdo a los parámetros que ofreció en campaña.
Su reto será buscar que Moreno Valle lo vea como una aliado, como alguien que le cuidará las espaldas, en lugar de asumir una actitud de control y sometimiento.
Aunque se antoja una empresa más difícil que la de ganar la elección de gobernador. Ya que a Gali le tocará lidiar con lo siguiente:
Con un Congreso del estado dominado por morenovallistas, encabezados por Jorge Aguilar Chedraui y Patricia Leal.
Por una Auditoría Superior del Estado cuyo titular, David Villanueva Lomelí, es controlado por el ex gobernador Melquiades Morales Flores, quien es un aliado –desde el PRI– de Moreno Valle.
Porque se queda en su cargo el actual titular de la Fiscalía General del Estado, Víctor Carrancá, un incondicional del actual gobernador y artífice de la persecución contra docenas de presos políticos.
Mientras que el principal partido político en el estado, el PAN, está controlado por Martha Erika Alonso, la esposa de Moreno Valle, quien además ya está trabajando para que ella sea la candidata a la gubernatura en 2018.
Y por si fuera poco, el principal alcalde del estado, Luis Bank, el edil de la capital, es otro incondicional de Moreno Valle, junto con el grueso de los ediles del estado.
Antonio Gali Fayad, si quiere ser un gobernante exitoso, tendrá que buscar la manera de aliviar la carga que implica las condiciones y circunstancias con que le tocará asumir la titularidad del Poder Ejecutivo.
Para mayor información:http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2016/06/06/ahora-el-reto-de-gali-sera-que-moreno-valle-lo-deje-gobernar/