Jorge Rodríguez Corona /A Puerta Cerrada/El Sol de Puebla

 

Cualquier morenovallista que ahora mismo crea que ser parte del grupo de colaboradores de mayor confianza del gobernador saliente le garantiza una posición de privilegio en la administración de José Antonio Gali Fayad, en caso de concretarse su triunfo en las elecciones del 5 de junio, podría llevarse una desagradable sorpresa.

Harán mal quienes piensen que la sola recomendación de Rafael Moreno Valle bastará para trascender de un gobierno a otro en igualdad de condiciones políticas y económicas sin acumular méritos ni hacer acuerdos directos con el abanderado de la coalición Sigamos Adelante, que agrupa a los partidos PAN, Nueva Alianza, PT, PSI y Compromiso por Puebla.

Si bien es cierto que Moreno Valle pretende dejar la administración estatal en manos de quien considera un aliado personal y político, con miras a su proyecto presidencial, otra cosa es erigirse como el mandatario de facto para decirle al nuevo gobernador lo que tiene que hacer.

Esto último es lo que esperan algunos morenovallistas y justo también lo que no sucederá.

Por eso es que deberían modificar ese comportamiento que desde hace unos días los ha llevado a repartirse por adelantado las rebanadas de un pastel que aún no aparece en la mesa, por encima incluso de operadores y colaboradores ciento por ciento afines al candidato Gali.

Para tratar de prever lo que acontecerá en un hipotético gobierno galista hay que trasladarse a un hecho que habría ocurrido semanas atrás.

Cuentan que en alguna de las visitas que Moreno Valle realizó este año a las instalaciones de los medios de comunicación del estado, para conceder entrevistas en los días previos al arranque de las campañas electorales, un reportero le preguntó fuera de grabadora cómo veía los comicios del 2018.

Fluido y relejado, el mandatario habría comenzado a expresar sus impresiones acerca de la sucesión de Presidente de la República.

Entonces el reportero interrumpió para aclarar que no se refería a esa contienda, sino a la de gobernador en Puebla.

Luego preguntó con más precisión: “¿A quién ve para candidato a gobernador del PAN en 2018?”

“No lo sé”, habría respondido, para rematar con un espontáneo: “eso ya le tocará a Gali”.

La anécdota no tiene por objeto exponer la confianza que desde entonces proyectaba el mandatario en el triunfo de su ex secretario de Infraestructura, sino mostrar la distancia que él mismo pretende marcar con el gobierno de su (muy probable) sucesor.

Seguro que en el camino, desde la definición de Gali como aspirante único del morenovallismo al gobierno del estado, hasta ahora, ha habido acuerdos que tendrán que respetarse en el futuro.

Pero de eso a que algunos colaboradores del mandatario en funciones se asuman como parte fundamental del futuro gobierno, en caso de que Gali se alce con la victoria el 5 de junio, solo por ser relevantes en el sexenio que concluye, es otra cosa.

Pensar y actuar en consecuencia podría resultar contraproducente.

 

Para mayor información:http://www.oem.com.mx/elsoldepuebla/notas/o_elsoldepuebla.htm

 

Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...