Administración/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente

Solo que de plano no tenga nada que hacer –usted lectora o lector– le recomiendo que ponga atención al debate que habrá este día entre los candidatos a la gubernatura, ya que todo apunta a que será intrascendente para la vida pública del estado, por tres razones: casi nadie va a ver dicho encuentro, ya que careció de difusión; está elaborado para que sea todo, menos un debate, ya que no se permitirán ataques entre los participantes por la censura impuesta por el Instituto Estatal Electoral (IEE); y los aspirantes, sobre todo los opositores, simplemente no dan muestra de querer polemizar.

De antemano se sabe que quien ganará el debate será Antonio Gali Fayad, el candidato del PAN, Panal y PSI, por dos razones: uno porque de los cinco aspirantes es quien siempre muestra mayor aplomo para exponer sus propuestas, es claro en sus ideas y es agradable para la audiencia.

Y dos porque el encuentro será solamente para exponer propuestas, proyectos y no se permitirán los ataques, bajo la amenaza de que quien lo haga le van a cerrar el micrófono. Se antoja difícil que los cuatro candidatos opositores generen una verdadera confrontación, tal como no se atrevieron a hacerlo en el debate que convocó el Consejo Coordinador Empresarial, el cual fue soporífero y carente de todo interés. Dicha situación favorece a Gali.

Según estimaciones que se han hecho en ocasiones anteriores, en Puebla el debate entre candidatos únicamente lo ve de manera directa 1 por ciento del electorado, que por lo general es la clase política, periodistas, líderes de opinión, operadores de los partidos y algunos curiosos.

Este segmento de la población ya tiene definidas sus preferencias electorales y no cambia por nada.

Lo que pasa en un debate se vuelve importante si hay algo que se salga de lo convencional y sea replicado por la prensa, al día siguiente del acto, o en las redes sociales el mismo día de los hechos.

Si no hay nada que acabe siendo de verdadero y alto impacto, entonces lo que pase en el debate no va a cambiar la tendencia del voto de nadie, ya que apenas será objeto de interés de 3 o 4 por ciento del electorado –que incluye a los que se informan del acto a través de los medios de comunicación y las redes sociales–, que por lo general es la población más informada y que no modifica sus opiniones políticas como resultado de una confrontación verbal.

En 2010 las encuestas arrojaron que solo 6 por ciento de la población dijo haberle puesto atención a lo que pasó en el debate de los entonces candidatos a la gubernatura: Rafael Moreno Valle Rosas, Javier López Zavala y Armando Etcheverry Beltrán.

Además, lo que hoy organizará el IEE no es un debate, ya que para hacerlo se tiene que permitir que sea un combate, una confrontación de ideas diferentes y ante todo una contienda entre personas, en donde debe haber críticas, descalificaciones, entre quienes participan.

El esquema que aprobó el IEE está diseñado para favorecer al PAN y su candidato, y quede en el ambiente una sensación de armonía, en la que un aspirante encabeza el encuentro por su buena oratoria –es decir Gali– y los opositores hacen esfuerzos para presentar buenas propuestas.

La única manera de que cambie este panorama es que hoy las candidatas Roxana Luna Porquillo, Blanca Alcalá Ruiz y Ana Teresa Aranda se atrevan a desafiar al IEE y defiendan el derecho a la libertad de expresión, confrontando al gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas y al candidato del PAN, o entre ellas mismas.

Y que no les importe el riesgo de que el IEE les corte el micrófono o las descalifique, pues será más novedoso, interesante y trascendente que unas candidatas defiendan el derecho de criticar, a diferenciar sus ideas y propuestas; a denunciar los abusos y la corrupción del gobernador, que someterse a guardar las formas y actuar políticamente correctas.

Si acaban acatando las reglas, tal como lo hicieron con los empresarios, el debate será un bodrio que en nada contribuirá a la democracia en el estado o por lo menos a hacer más interesantes las actuales campañas, que se destacan por ser muy aburridas, convencionales y sin gracia.

Si Blanca Alcalá empieza a hablar con tecnicismos, que no es el lenguaje del grueso del electorado, y a hacer críticas mojigatas contra el gobernador, pero sin mencionar su nombre, el debate ya se fregó.

Si Roxana Luna llega con su atropellada y nerviosa dicción, a contar su vida, a soltar pequeñas críticas al morenovallismo, tal como ha sido su dinámica proselitista, el debate ya se hundió.

Si Ana Teresa Aranda sólo llega a amenazar con que va a hablar fuerte y rudo contra Moreno Valle y el PAN, y acaba hablando como antigua militante de la Cívica Femenina, el debate ya se jodió.

 

Para mayor información:http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2016/05/12/el-debate-no-cambiara-las-tendencias-electorales/

 

Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...