Columnistas-NahirGonzalez

Se le llama democratización al proceso de desarrollo de las diversas entidades sociales, el cual conduce al fortalecimiento de la misma sociedad, a la disminución de las desigualdades y al resguardo de los derechos humanos.

La democratización no es algo simple de llevar a cabo, pues implica un comportamiento justo y recto por parte de los individuos.

Involucra una participación ciudadana predominante en los asuntos públicos, en un marco de postulación de opiniones y criterios sujetos a una continua contradicción, suponiendo la aceptación y el respeto de la diversidad.

La democratización constituye un modelo de vida comunitario que implica procesos educativos integrales para la transmisión de esquemas y patrones de conducta adecuados -ya sea de carácter público o privado- a todos los ciudadanos; es por ello que llevarla a cabo, requiere la colaboración de la sociedad en general, no solo de unos cuantos.

En el caso de los medios de comunicación, la existencia de democratización implicaría para ellos, la creación de un esquema que permita la participación equilibrada de todas las voces que aspiren a dar información veraz y no sesgada o manipulada, la motivación para propiciar claridad de opiniones y posturas, la difusión de valores que coadyuven al bienestar social, tales como: la democracia, el respeto a los derechos humanos y la participación social; conjuntamente con ello, la posesión de las mismas oportunidades, derechos y obligaciones, en el ámbito de la competencia empresarial, institucional y económica.

Desafortunadamente, aunque en la actualidad sea una moda mundial hablar de democracia, la realidad es que en muchos países la puesta en práctica de este concepto, es aún una falacia.

Sería ideal que en México verdaderamente existiera la democratización de los medios de comunicación, sin embargo, esto parece tornarse cada vez más complicado pues la concentración del poder y la riqueza, solo se ha centrado en un número reducidísimo de individuos, quienes únicamente actúan conforme a sus intereses personales y empresariales; por tanto, son esas cúpulas de poder las que verdaderamente ponen las reglas respecto al manejo y uso de los medios de comunicación –especialmente en lo que respecta a radio y televisión, como consecuencia de la autorización gubernamental que necesitan dichos medios para hacer uso del espacio aéreo propiedad de la nación-, hecho que no permite el avance democrático del país en materia de comunicación.

Políticos y empresarios sin ética a favor de democracia

Aunque públicamente, políticos y empresarios influyentes ostenten el papel de personas éticas a favor de la democracia, es sabido que esta situación no es real.

Los poderosos son los únicos que verdaderamente gozan del privilegio de poseer libertad dentro del ámbito mediático, ellos son quienes tienen el control de la comunicación masiva y quienes limitan el ejercicio de la misma; por tanto, es una falacia que en México exista libertad de expresión, pues no todas las voces y posturas tienen cabida en los mass-media, no todos los espacios comunicativos tienen el mismo alcance y respaldo, ni todos los medios tienen las mismas condiciones para competir.

Como consecuencia, los ciudadanos en su mayoría, solamente tienen acceso masivo a contenidos que el gobierno –y especialmente, ciertos partidos políticos- o los magnates empresarios influyentes, quieren que se vean, lean y escuchen públicamente; de acuerdo a sus intereses particulares.

Esto es un hecho que sucede a diario, sin embargo, se acentúa en épocas electorales, como es el caso actual, por lo que en estos tiempos es cuando más criticidad debería existir por parte de las audiencias al momento de recibir el enorme bombardeo de mensajes políticos emitidos minuto a minuto.

Democratización  no existe en medios

Notablemente, no existe democratización en los medios de comunicación mexicanos, mientras persistan factores como: la corrupción, el compadrazgo, los favoritismos, los intereses netamente monetarios y la competencia económica imperfecta; no habrá manera de lograr erradicar esta situación. No obstante, existen opciones para poder contrarrestar este hecho, las cuales se hallan totalmente en manos de la ciudadanía.

Por ejemplo, resulta indispensable que los individuos aprendan lo que implica la democratización en todos los ámbitos de su vida y lleven a cabo las acciones correspondientes para vivir en entorno más justo y armónico. También es imprescindible que las personas se eduquen y se informen por cuenta propia, haciendo uso de medios alternativos de comunicación y desarrollando procesos críticos y analíticos de pensamiento.

De esta manera, aunque el poder siempre se imponga, la participación ciudadana y la educación, serán herramientas fundamentales para contrarrestar este panorama y poder evolucionar como nación.

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