Por Juan Carlos Lastiri

Si existe un paradigma deseado en este mundo es aquel que nos pudiera dar luz sobre cómo impulsar un crecimiento económico en los países emergentes que les permitiera sacar a su población de la pobreza y, en general, mejorar su calidad de vida. Todos sabemos de los intentos en América Latina por acercarnos a este ideal y quizá, el último que nos hizo pensar en lograrlo fue la ilusión brasileña que impulso el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva

En menos de una década y con una reelección de por medio Brasil, parecía, había dejado atrás el subdesarrollo para montarse en una máquina de crecimiento económico y de disminución de pobreza que hizo que los ojos del mundo voltearán a ver el milagro amazónico. En muy poco tiempo todo el mundo hablaba de los modelos sociales de Brasil, sus bajas tasas de inflación, su paridad cambiaria fuerte en su moneda y de cómo este mercado desplazó a economías como la nuestra como mejor destino de inversión. 

En el nuevo siglo XXI tal parece que los brasileños estaban en el camino correcto para ser un país desarrollado. De acuerdo a Lula el milagro, la ilusión brasileña, se forjó en base al aumento salarial, el impulso al crédito a los menos favorecidos y el fortalecimiento del mercado interno; con lo que se dio un crecimiento del empleo formal que impulso el desarrollo de 2003 a 2011 con buen comercio y consumo. 

Pero Lula no logró esto con una buena base económica y tal parece que hoy los amazónicos pagaran caro las políticas del que hoy, incluso, ha sido acusado de corrupción en su país. La izquierda populista que Lula impulsó en Brasil hizo lo que todo populista sabe que puede hacer, aun a sabiendas de que el costo puede ser muy alto, lo hemos visto en otras economías latinoamericanas. 

Aumento del gasto público, pasó del 20 al 40 por ciento del PIB; control de la economía por parte del estado; control de precios; desequilibrio de las finanzas públicas; y un exagerado cierre de la economía al exterior, son algunas de las causas que hoy tienen en jaque a la ilusión brasileña. 

Dilma Rousseff sucedió a Lula al frente del gobierno y al parecer el sueño brasileño no pudo sostenerse; en 2015 la economía entró en recesión al contraerse el PIB en más del 3 por ciento lo que, según los pronósticos, se repetirá para 2016. En medio de esta crisis, un grave problema del que se acusa al gobierno y que hunde a la economía brasileña es la corrupción, con un escándalo de sobornos en la petrolera estatal Petrobras que salpica bastante más allá del gobierno. 

Hoy los brasileños están a punto de llevar a juicio a su presidenta, no hay luz aún de cómo saldrán de este problema, con un entorno económico externo tan variante y donde hoy el mercado de este país es de los peores destinos de inversión. Muchas lecciones que aprender de la economía de Brasil y mucho que hacer para evitar ilusiones y peores escenarios de desarrollo. 

Con el inicio del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto se hablaba del reto de superar a la economía más grande de Latinoamérica y se pudo tomar el mismo camino para hacerlo, pero lejos de eso nuestro país optó por el camino largo y sinuoso, pero que hoy parece el correcto. Con la base de una gran disciplina fiscal y haciendo recortes al gasto; manteniendo la inflación en mínimos históricos; y con la correcta aplicación de las grandes reformas en nuestro país, la economía mexicana ha tenido un desempeño muy bueno, de acuerdo al entorno mundial y constante.

Los empleos formales han crecido más que en los dos últimos sexenios, la inversión extranjera directa es de las mejores en los últimos años y lo más importante: se han abatido las carencias que forman pobres en el país. Solo por mencionar, el primer trimestre de este año la economía mexicana creció arriba del 2.5 por ciento, lo cual son buenas noticias hacia adelante. 

Ante la persistencia de tantos problemas sociales en los países emergentes, se pueden forjar ilusiones que contengan de manera temporal los problemas, pero todo indica que los costos son muy altos, al menos eso indica el más reciente caso observado en Brasil. 

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7. 

Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...