Por Jesús Manuel Hernández
La visita del Papa Francisco a México ha empezado a surtir efectos al interior del episcopado mexicano, donde el estilo, la forma del manejo de los actos donde estará presente el Santo Padre deja a los poblanos en el último rincón, al fina de la fila.
Los boletos dados, a última hora, a cada diócesis fueron muy limitados en el caso de Puebla. Ningún sacerdote poblano estará concelebrando con el Papa en alguna de las misas, un asunto verdaderamente grave, pues es una de la diócesis más importantes del país.
De última hora, algunos boletos fueron ofrecidos a los sacerdotes para estar presentes en el atrio de la Catedral de México, no en el interior. Otros, también de última hora fueron anunciados para la misa en el Tepeyac, pero también afuera, en el atrio.
Los sacerdotes poblanos están muy extrañados por el trato que se les ha dado, incluso algunos tienen problemas para trasladarse a Morelia donde será la reunión con el Papa, pues la invitación no había llegado a sus manos hasta la tarde del sábado; el documento es imprescindible para asistir, pues el Estado Mayor presidencial, encargado de la seguridad y la logística, ha recalcado que sólo podrán entrar a las reuniones con el Papa quienes tengan boleto en mano o la invitación formal.
¿Dónde están los boletos de primera fila? ¿Quiénes han sido merecedores de una entrada VIP para estar presentes cerca del Santo Padre en la Catedral o en el Tepeyac?
Curiosamente algunas familias poblanas serán las privilegiadas. Tienen en común una cercana amistad y un poder en los micrófonos, ahí están los boletos que debían haber llegado a los sacerdotes poblanos.
Curiosamente, el responsable del boletaje ha sido beneficiado desde que llegó a Obispo Auxiliar por esta familia de radiodifusores.
Y esta es la forma de pagar los apoyos económicos, los viajes, y los sastres de Roma.
Una boleto por estar cerca del Papa Francisco, bien ha valido la inversión de una Filetata romana.
O por lo menos, así me lo parece.
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