Fermín Alejandro García/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente

En los próximos 20 días Antonio Gali Fayad emprenderá un cambio cualitativo –que buscará convertir en la fortaleza de su campaña electoral–, el cual consistirá en hacer un deslinde de las obras fallidas o las medidas impopulares impuestas por el gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas, como una manera de demostrar que tiene una personalidad política propia y muy diferente a la del actual titular del Poder Ejecutivo.

El primer cambio se producirá este jueves cuando el cabildo de Puebla entre a analizar el tema de la fotomulta, que implantó Moreno Valle en el año 2014, y que podría derivar en suspender ese sistema de sanción contra automovilistas o en cambiar la severidad de los castigos por multas más accesibles para los propietarios de automotores.

Un segundo cambio será revisar la concesión del servicio de agua potable, admitiendo que se han cometido múltiples abusos, pues se pretender revisar lo elevado de las tarifas, eliminar los cobros indebidos y garantizar el suministro en 600 puntos del municipio, en donde se ha suspendido la dotación regular del líquido porque una parte de los usuarios no han cumplido con el abono de las cuotas.

El tercer cambio es el metrobús, en donde el edil ya ha iniciado una ríspida negociación con los concesionarios para exigirles eficiencia en el funcionamiento de las rutas alimentadoras del servicio mediante la incorporación, por lo menos, de unos 40 autobuses nuevos. Con ello se buscará reducir el malestar que causa la demora de los vehículos de dicho sistema de transporte.

Atrás de estas actitudes que asumirá Gali antes de dejar el cargo de alcalde de Puebla –y ser sustituido por Luis Bank Serrato, el actual secretario de Desarrollo Social del gobierno del estado– parecen estar los siguientes propósitos:

Uno, evitar que todos los yerros, abusos, frivolidades y omisiones cometidas por Rafael Moreno Valle se conviertan en un lastre que lo hunda en su campaña electoral para buscar ganar la próxima titularidad del Poder Ejecutivo.

Al mismo tiempo, deslindarse de los proyectos fallidos del morenovallismo es la única manera en que Gali puede generar un mensaje de cambio y no ser visto por el electorado como la continuidad del autoritarismo del actual gobierno.

El tercer propósito es que estos temas le sirvan para poder crecer en popularidad y despegarse de su principal rival, la priista Blanca Alcalá Ruiz, luego de que ambos se encuentran en empate técnico en el índice de preferencias electorales.

Si Gali logra que cuaje su deslinde del morenovallismo, sin duda acabará rebasando a Blanca Alcalá por la derecha, ya que se le estará adelantando a la priista en el uso de temas que son polémicos y serán fundamentales en la próxima contienda electoral, tal como sucedió el año pasado, cuando el PRI emprendió una campaña mediática exitosa contra el morenovallismo con los asuntos del agua, el metrobús, las extorsiones policiacas y el enojo que causa la aplicación de la fotomulta.

Gali se está adelantando a Blanca Alcalá y aprovechando que la priista se destaca por su carácter acrítico, pues en 2012 cuando contendió por la senaduría realizó una campaña insípida y al final ganó bajo la sospecha de que fue resultado de un fraude electoral, porque quien quedó en primer lugar fue Manuel Bartlett Díaz, de la coalición de fuerzas se izquierda, pero la alquimia de los morenovallistas habría favorecido al PRI y al panista Javier Lozano Alarcón.

Un trascendido indica que la actitud asumida por Antonio Gali le habría significado cierta rispidez con Rafael Moreno Valle y la mitad del gabinete estatal.

Sin embargo, su actitud no se puede percibir únicamente como una estrategia personal, sino parece ser el salvavidas en general del morenovallismo, ya que si el bloque electoral del gobernador no gana la siguiente elección, Moreno Valle y su grupo se deben despedir de su incidencia en la política nacional y en la contienda presidencial del año 2018.

Dicha actitud es el único camino que tiene Gali para poder ganar la elección. El edil se ha destacado por tener una personalidad conciliadora y tolerante, que contrasta con la del gobernador, pero el problema que enfrentaba era la imposibilidad de exhibir esas diferencias. Ahora parece que el edil ya inició la ruta para intentar romper con la imagen del continuismo.

El edil de la capital se tiene que ver reflejado en lo que pasó en 2010 cuando el entonces candidato del PRI, Javier López Zavala, nunca tuvo el más mínimo asomo de rompimiento o de crítica hacia la gestión del gobernador Mario Marín Torres, quien por el escándalo del Lydiagate tenía una pésima imagen ante el grueso del electorado.

Se sabe que varios periodistas, analistas políticos y empresarios le insistieron a López Zavala que para potencializar su campaña tenía que romper con Mario Marín, y el candidato del PRI siempre que escuchaba ese consejo respondía con una mezcla de temor y coraje, que si se atrevía a alejarse del marinismo le iban a quitar la nominación priista a la gubernatura de Puebla.

Al final se dio el rompimiento entre Javier López Zavala y Mario Marín Torres, pero cuando el primero ya había perdido la elección.

Por esa razón ante la percepción de que López Zavala era una extensión del marinismo, creció la idea popular de que Rafael Moreno Valle era la única opción de cambio, pese a que ya era conocido su carácter autoritario.

Ahora Gali tiene el reto de no caer en las mismas arenas movedizas en que se hundieron los marinistas en la pasada contienda por la gubernatura.

Para mayor información:http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2016/02/03/emprende-gali-un-fuerte-deslinde-de-los-yerros-del-morenovallismo/

Director general y fundador del portal de noticias Ángulo 7. Es originario de Puebla y estudió Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la Universidad Cuauhtémoc. Ha sido reportero en los periódicos...