Por Jesús Manuel Hernández
Los zedillistas con ropajes ajenos al tricolor se vienen apoderando de posiciones vitales en la política de Puebla en el último lustro.
La llegada de Diódoro Carrasco, el amigo de Melquíades, el compañero de viaje de Miguel Ángel Yunes y de Luis Maldonado, aunque de orígenes distintos, parece haber encontrado asiento en la Angelópolis.
El secreto peor guardado de los últimos meses acabó por ser público este martes 5 de enero, cuando el gobernador le dio posesión de la Secretaría general de Gobierno, con sede en la famoso edificio conocido como Casa Aguayo, La Marranera, para ser precisos, donde se hacían las tenidas privadas de la logia en épocas de la Reforma Universitaria.
Para la clase política es un buen anuncio. Llega un político, un estudioso del Estado, no es improvisado, conoce el poder y su ejercicio, está precedido de una mano dura y una capacidad de conciliación y acercamiento, y por supuesto también con fama de operador electoral.
Sin duda es un experto y un profesional de su oficio y conoce a los poblanos, aunque también, habrá que decirlo, los poblanos le conocen, algunos en lo íntimo de la intimidad. Y es precisamente a este último grupo al que sorprende que Diódoro Carrasco haya aceptado el cargo.
Y entonces uno se pregunta:
O, a Rafael Moreno Valle se le acabaron las cartas, o trae algo entre manos Diódoro para haber aceptado hacerse cargo de la Secretaría General junto a un gobernante con fama de insoportable.
¿Acaso su trabajo al lado de Moreno Valle será más que organizar los procesos electorales y el cierre del libro blanco para que Antonio Gali gane, o irá más allá, digamos sentar las bases del grupo zedillista con miras al 2018?
Sea lo que fuere, ésta es una decisión más que deja claro que los poblanos no tienen cabida en el grupo del gobernador. Y eso que aún no se anuncia la llegada de Luis Banck al Palacio Municipal, con lo cual el primer cuadro de mando en Puebla será totalmente ajeno a los poblanos.
Aunque algo trae de bueno el nombramiento de Diódoro: la burbuja del gobernador está en extinción.
O por lo menos así me lo parece.
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