Rodolfo Ruiz/La Corte de los Milagros/e-consulta
Para que Diódoro Carrasco Altamirano haya aceptado dejar la comodidad de la representación del gobierno de Puebla en el Distrito Federal para asumir la Secretaría General del Gobierno de Puebla, y haya ofrecido, en su toma de posesión, gobernabilidad democrática, diálogo respetuoso, división de poderes y seguridad en las próximas elecciones, seguramente negoció con su jefe amplios márgenes de libertad y operación.
De otra manera no se entiende por qué aceptó llevar la coordinación del gabinete, a pesar de su evidente desarraigo y desconocimiento de los grupos y problemas políticos de la entidad en la recta final del sexenio o por qué prometió llevar una línea contraria a la política seguida por el actual grupo gobernante.
Supongo que para el ex gobernador de Oaxaca y ex secretario de Gobernación del presidente Ernesto Zedillo no es desconocido que la administración morenovallista está lejos de gobernar bajo los principios de pluralismo, tolerancia, libertad de expresión, rendición de cuentas, participación democrática, legitimidad y respeto al disidente.
O que en lo que va del sexenio el diálogo entre iguales, Ejecutivo y poderes Legislativo y Judicial; o entre gobierno, partidos e instituciones, o entre autoridades y dirigentes sociales y sectoriales se ha convertido en un vertical monólogo de arriba abajo o de soberano o súbditos.
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