Martín Hernández Alcántara/Cuicuitlán/La Jornada de Oriente
Intuyendo que el juicio emprendido contra La Jornada de Oriente no solamente le sería adverso sino que incluso mermaría su pecunio, Alejandro del Castillo Saavedra intentó tener un acercamiento con esta casa editorial para tratar de llegar a un acuerdo, días antes de que el Juzgado Cuarto Especializado en Materia Civil del Distrito Judicial de Puebla declaró no probada la acción de reparación moral promovida por el abogado.
Sin embargo, esta vez Del Castillo ya no solamente pecó de arrogancia sino hasta ingenuidad, pues, a través de personal del despacho del jurista Carlos Manuel Meza Viveros –el representante legal del periódico en el juicio–, ofreció desistirse del litigio a cambio de que en estas páginas se le obsequiaran un par de entrevistas “para limpiar” su imagen.
Por supuesto, en La Jornada de Oriente ni siquiera se consideró el ofrecimiento de Del Castillo, pues los actos que reclamaba en su aventura legal no solamente eran falsos de cabo a rabo, sino absurdos en el sentido más preciso del término.
Lejos de que las sospechas sobre su presunto colaboracionismo con el gobierno estatal que encabeza Rafael Moreno Valle Rosas se hayan disipado, el comportamiento de Alejandro del Castillo viene afianzando las suspicacias sobre el papel que juega en la supuesta defensa de algunas de las víctimas o perseguidos por el mandatario estatal y muy particularmente el provecho que puede estar obteniendo para su beneficio personal de su cercanía con Elia Tamayo, madre del niño José Luis Alberto Tehuatlié Tamayo, quien murió asesinado el 9 de julio del año pasado, a manos de agentes de la Policía Estatal, durante la represión al pueblo de San Bernardino Chalchihuapan.
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