Por Álvaro Conrado Pérez Aquino
El presidente de la República ha dado instrucciones a la Secretaría de Gobernación para que inicie, con los diversos sectores de la Población e Instituciones del ramo en la República Mexicana, un amplio debate en torno a la autorización del consumo de la mariguana, tal cual digamos como se encuentra en los Estados unidos de América, y ello implica recorrer la República y escuchar a fondo los planteamientos, por lo pronto el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, dijo un poco adelantando juicios, que en el Distrito Federal no habrá restricciones u oposición.
Consideremos por tanto, que en la urbe más grande del país y del mundo, por lo pronto hay luz verde. Pero ¿qué implica el debate?, pienso que debe tomar una amplia consideración de las consecuencias, más que los beneficios, en virtud de que se plantean, si acaso tres aspectos positivos, donde la mariguana o Cannabis tiene usos terapéuticos, curativos; son más los aspectos negativos que puede tener el hecho de liberar la mariguana en su consumo normal en la República Mexicana, su uso lúdico puede estar rebasado por medicamentos que hoy en el mercado de la medicina, sean mucho más efectivos que la mariguana, y entonces el debate se reduce, se facilita para su negación.
La población más susceptible a los malos efectos de la mariguana son los niños y adolescentes, los centros de readaptación social, los centros de tratamiento de las adicciones en México están rebasados, no cuentan con la infraestructura necesaria y personal capacitado para la atención de esa población vulnerable, al menos eso se advierte cuando uno ve que los jóvenes que egresan de esos centros ni son readaptados en la adicción, y sus problemas de salud van en aumento; ciertamente la mariguana causa menos estragos y adicción que el tabaco y el alcohol entre la población, pero esto no es un justificante para liberar su uso.
El Senado de la República tendrá un hueso duro de roer, ahora que ante ellos se proponga el debate, y sería saludable publicar las diversas opiniones de especialistas, terapeutas, psicólogos, criminólogos, y de los encargados de la dirección de las dependencias de salud, y hasta los políticos que cuando son diputados o senadores, saben de todo, se vuelven todólogos, aquí más bien, debe imperar el criterio de los especialistas, que se tornen verdaderos consejeros de la autoridad y que estos los escuchen y no obedezcan a fines comerciales de corporativos.
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