Álvaro Conrado Pérez Aquino
La pobreza en México sigue un paso ascendente en los últimos dos años, según el informe reciente de Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación dela Política de Desarrollo Social (Coneval).
Dice el informe que en los últimos dos años aumentó de 52.8 millones en 2010 a 53.3 millones de personas para 2012, de un total de 11.5 millones que se encontraban en pobreza extrema y 41.8 millones en pobreza moderada con problemas de acceso a vivienda, alimentación, educación y educación de calidad. Y abunda en el sentido de que no porque existan muchos programas sociales, no quiere decir que todos estén bien focalizados.
Lo anterior viene a colación porque el presidente de la República Enrique Peña Nieto, hace tan solo unos días, ha anunciado ante el país que han salido de la pobreza extrema un número superior a las cien mil familias, y levemente reconoce que ha aumentado la pobreza en México.
La realidad es otra, lejana a las estadísticas, ya que éstas pueden manipularse, la realidad que viven la inmensa mayoría de los mexicanos es de pobreza, uno tiene tan solo que salir de un pequeño cinturón en cualquier ciudad que usted me diga y constatará que hay carencia extrema en servicios que el Estado tiene que dar a los ciudadanos
Enumerarlos, serían muchos rubros, basta con enunciar que en cuestión de educación que tanto se alardea de la reforma, los niños en comunidades marginadas ni salones tienen, mucho menos servicios sanitarios, cursan sus estudios en chozas de carrizo y paja y van al baño al aire libre.
Requieren, los programas de beneficio social, estar en manos de personas cultas y honestas, sobre todo, no como en manos de Rosario Robles Berlanga, que utilizaba el programa de la pobreza para lucro personal y capital político y la prueba está en que no terminó su labor ni su encargo y tuvo que ser relevada del cargo, lástima que tengan que premiarse favores de acarreo, lástima que en México se sigan dando esas prácticas corporativas corruptas, y que impiden que el dinero destinado a sacar de la pobreza extrema a muchos mexicanos, solo sirva para engrosar cuentas de los políticos sedicentes.
Tenemos en México que emprender, que volver a iniciar, lo que dejamos de hacer hace 50 años, mismo tiempo que nos llevan de ventaja otros países que más rápido han salido de la pobreza extrema y con menos recursos naturales que México.
El enfoque efectivo de acceso a los programas sociales requiere de definiciones en el marco institucional, con indicadores claros, precisos y verdaderos, pero al final, el castigo efectivo a quienes infrinjan la ley y traicionen la confianza del mandatario que les dio eso, la confianza y la responsabilidad.
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