Por  Selene Ríos / Dios en el Poder/ Periódico Central

Una de las cosas más sospechosamente curiosas del sexenio de Rafael Moreno Valle es su relación con Antorcha Campesina. En casi cinco años de gobierno, el mandatario ha gozado de tanta paz y de no-marchas multitudinarias  y no-eternos-plantones afuera de Casa Aguayo para desquiciar el tráfico y la vida en El Alto.

Algunos analistas políticos —Já— argumentaron que la docilidad de la organización campesina con el morenovallista obedecía al temor bien fundado en la mano dura de Moreno Valle, quien a la menor provocación, encarcelaría a unos y a otros por andar tomando Casa Aguayo o por andar cerrando calles para exigir justicia por alguna razón en favor de la “pobreza”.

En algún momento de credulidad, compré el discurso sobre el temor de la organización de Aquiles Córdova Morán con el gobierno de Moreno Valle. Lo extraño era que no rellenaran la ciudad con pintas ni las calles con volantes mal impresos sobre el autoritarismo y los presos políticos sexenales. Bien raro.

Más llamó mi atención aquel magno evento en que los Antorchistas tapizaron el estadio con miles y miles de agremiados y su líder nacional guardó un silencio cómplice sobre la desgracia en Chalchihuapan. —y es que si bien en Puebla abundan los pobres, no todos tienen la suerte de contar con la bendición antorchista—.

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Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...